Lotería de Daniel.

Lotería de Daniel. Patricia Sierra

Turismo

Daniel, lotero en Málaga, rotundo sobre los turistas: "Siempre está el imbécil de turno"

El trabajador de uno de los míticos negocios en la Alameda asegura que el calor provoca una menor afluencia de clientes.

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Patricia Sierra
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Aparece pegada a la ventanilla del puesto de lotería una chica que parece querer comprar un boleto. De repente, pega un móvil al cristal, enseñando el mítico Google Maps, preguntando cómo llegar a la estación de autobuses que lleva a uno de los pueblos de la costa malagueña.

Daniel está ya más que acostumbrado a "la molestia constante de preguntas" por parte de turistas. Muchas veces llegan en plena jornada laboral o mientras atiende a un cliente. Parece un punto de información más que una lotería.

Aunque la mayoría son muy educados, en especial las japonesas, otros no lo son tanto. "Los peores son los británicos", comenta. También está "el imbécil de turno", apunta, pero eso se encuentra en todos lados, ya sea local o extranjero.

No obstante, por un lado están las asiáticas que "te lo agradecen todo, buscan la opción por un traductor", explica. En cambio, otros obligan a "hacer lo que ellos digan o, incluso, hablar en inglés", cuenta el hombre. Ni se molestan en intentar preguntar en castellano.

Daniel lleva toda la vida trabajando en el mundo de la lotería. El negocio afincado en la Alameda Principal es una reliquia familiar. Han vivido varios cambios, el más reciente fueron las obras que afectaron a la gran avenida malagueña.

A pesar del ruido y las reformas, no se movieron de su sitio. El coste era demasiado alto. Y, pese a las molestias, el cambio fue a mejor. Aumentó el flujo de clientes. ¿El único inconveniente? El carril bici que tienen enfrente.

El lotero considera que el carril no debería estar en ese tramo de la Alameda. Es más, "hay calles que no tienen muchísima afluencia de gente y menos problemas a la hora de golpes y atropellos", cree el hombre, y añade que "ha habido un montón".

Los sucesos no parecen ahuyentar a sus clientes. Al contrario que el calor que provoca un menor tráfico de gente, y más en hora punta cuando el termómetro supera los 35 grados.

Eso sí, los consumidores de lotería se mantienen fieles. Sus clientes están conformados por locales, principalmente. Luego está el turista nacional, que es el que juega la lotería de Navidad. En cambio, el extranjero solo juega si ya está afincado.

Daniel al día ve pasar por su ventanilla a cientos de personas. Muchas son clientes que acuden a ver si les toca un poco de suerte, otros tantos son turistas que aparecen preguntando cómo llegar a la calle de su hospedaje.