Cristina, en una fotografía reciente.

Cristina, en una fotografía reciente.

Salud

Cristina, paciente de cáncer de mama metastásico: "Trato de disfrutar el hoy aunque la sanidad esté deshumanizada"

Tras 16 años de diagnósticos, quimios y operaciones, denuncia el olvido de las pacientes que viven con metástasis y el abandono al paciente en algunos de los protocolos sanitarios.

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Cuando Cristina Díaz empezó a notar unas pequeñas manchas de sangre en el sujetador, allá por 2009, no imaginaba que estaba dando los primeros pasos de una larga carrera de fondo contra el cáncer. "Mi ginecólogo me decía que era un conducto de leche mal formado", recuerda. Durante casi dos años, encadenó ecografías y revisiones privadas mientras el sangrado aumentaba. "Al final me salía a chorros del pezón. Fue entonces cuando decidí ir a urgencias y ahí comienza mi historia con la enfermedad".

Tenía 35 años y una vida normal en Málaga cuando escuchó por primera vez la palabra "oncología" en torno a ella. En solo dos semanas desde que sospecharon de su situación, ya le habían hecho una biopsia y confirmado el diagnóstico: cáncer de mama. "Me operaron, me quitaron el tumor y el ganglio centinela, y luego vinieron ocho sesiones de quimio y veintiuna de radioterapia, fue un proceso muy intenso".

Pese al golpe, Cristina asegura que se lo tomó con una serenidad inesperada. "Pensé: ya está, me ha tocado, pero se cura. Era yo la que animaba a los demás", cuenta. Aun así, la enfermedad le arrebató parte de su identidad. "Pierdes el pelo, la energía, te miras al espejo y no te reconoces. Tienes que hacer un duelo contigo misma", asevera.

Ese primer cáncer era hormonal. Durante tres años siguió un tratamiento que la dejó muy mal física y anímicamente. "No podía más con los efectos secundarios y lo dejé. No pensé que aquello volvería. Tampoco te explican mucho. Te dicen que estás curada, te hacen una mamografía al año y ya está. Te sientes abandonada", reconoce con sinceridad.

En 2015, cuando parecía haber cerrado aquella etapa, se quedó embarazada y su vida dio un giro de 180 grados. "Pasé mi embarazo sola. Le tuve que pedir al que entonces era mi pareja que se fuera de casa por problemas con algunas sustancias y por su agresividad", sostiene. Pero eso no es todo. En la revisión previa al parto, notó algo en el pecho izquierdo. "Me hicieron una mamografía el día antes de dar a luz. Yo de más de ocho meses. Y al salir del hospital... con mi hijo recién nacido, me confirmaron que el cáncer había vuelto", recuerda con dolor, reviviendo el shock más grande de su vida.

La noticia la destrozó. "Esa vez sí me vine abajo, lo reconozco. Pensaba: no puede ser. Antes le daba menos importancia, pero ahora tengo que vivir, tengo que hacerlo por mi niño", sostiene. En menos de un mes pasó por una cesárea y una mastectomía, ya que los médicos decidieron que esa era la mejor opción en el momento en el que se encontraba. "Me dejaron solo un día ingresada, con drenajes y unos dolores horribles. Pero yo solo pensaba en mi hijo", añade.

El momento más bello que puede vivir una mujer, se vio damnificado por la maldita enfermedad, que había vuelto a aparecer por sorpresa. Durante los meses siguientes trató de amamantarlo con la otra mama. "Era lo más bonito, ese vínculo. Pero me obligaron a dejarlo antes de tiempo para empezar el tratamiento. Me dijeron que no era negociable", sostiene.

Después llegó la reconstrucción, que recuerda como un infierno: "El expansor estaba mal colocado, se me apoyó en las costillas y me hundió la pared del tórax. Si me hubieran contado lo que se pasa, no me la habría hecho. Otras mujeres no han tenido problemas, pero hasta que se pasó el dolor cuando se colocó en el sitio donde tenía que estar, yo lo pasé francamente mal".

Pasaron los años. Cristina volvió a trabajar, siguió criando a su hijo, intentó comenzar a vivir con normalidad. Se estaba acostumbrando al ritmo de vida, cuando en 2020 empezó a sentir un dolor persistente en la boca del estómago. "Iba una y otra vez a urgencias. Me decían que era un virus. Nadie me hacía una ecografía". Cuando por fin se la hicieron, leyó en el informe tres palabras que le helaron la sangre: posibles metástasis hepáticas. "Pensé que me iba a morir. Mi hijo tenía cinco años. Cinco años. Metástasis y muerte, eso es lo primero que piensas, así te lo enseña la mentalidad de la sociedad actual", expresa.

Imágenes de archivo del proceso.

Imágenes de archivo del proceso. Cedidas

La oncóloga que la acompaña desde el principio le propuso entonces Palbociclib. "Gracias a eso estuve cuatro años y medio estable. Llegué a tener más de diez tumores en el hígado y desaparecieron casi todos". Sin embargo, el pasado año el fármaco dejó de funcionar y le cambiaron a otro, Capecitabina. "De momento está yendo bien. Estoy estable", dice, con una serenidad aprendida a base de golpes.

Con el tiempo, Cristina ha descubierto que convivir con el cáncer no requiere solo de una buena rutina médica, sino también mental. "El cerebro es tu peor enemigo. Si pienso todo el rato en el futuro, no vivo. He aprendido a centrarme en el hoy, en lo que estoy haciendo ahora. Mañana no lo sé". Durante un tiempo se volvió muy estricta con la alimentación y ejercicios como el yoga, algo de lo que se arrepiente. "Luego entendí que tanta rigidez también te quita vida. Hay que cuidarse, sí, pero también disfrutar. Si no, ¿para qué luchas?", se pregunta.

Su hijo, que en noviembre cumplirá diez años, es su motor. "Solo quiero estar aquí para verlo crecer un poco más", dice. Vive con cáncer metastásico, una realidad que, a su parecer, sigue siendo invisible para gran parte de la sociedad. "La mayoría de la gente ni sabe lo que es. Todo el mundo habla de cáncer de mama, pero no de las que tenemos metástasis. Y somos muchas las que seguimos aquí, viviendo con ello. Somos las grandes olvidadas". Así, Cristina destaca que su familia y amigos han estado a su lado desde el comienzo, dándole una mano que sabe que jamás le soltará.

Cristina y su hijo.

Cristina y su hijo.

Cuando se le pregunta por la situación actual de la sanidad andaluza, con la crisis de los cribados, lanza un mensaje claro: "Está todo deshumanizado, no de ahora, de hace tiempo. Hay médicos saturados y protocolos que se olvidan del paciente. He ido a manifestaciones por la sanidad pública porque la están destrozando. Y en la privada tampoco hay milagros, porque derivan tanto que no dan abasto".

Achaca a esa deshumanización de los centros hospitalarios el fallo de los cribados del cáncer de mama: "Seguro que alguien vio algo en una mamografía y, por protocolo, nadie llamó. Y mientras tanto, mujeres viviendo sin saber que tenían un cáncer. Es tremendo".

La convocatoria de este año.

La convocatoria de este año.

Tal y como relata, ha acudido a las concentraciones que han organizado las asociaciones para denunciar la situación de las mujeres afectadas y le duele no haber visto más apoyo. "Y no lo digo por el mundo, lo digo por nosotras mismas. El día 13 fue el Día de la Concienciación sobre el Cáncer de Mama Metastásico y muy pocas compañeras vinieron al Ayuntamiento de Málaga cuando leímos el manifiesto. Si no nos apoyamos nosotras...", opina. "Solo espero no ver a Juanma Moreno y al resto de políticos con el lazo rosa este 19 de octubre. Aunque me creo que se lo coloquen; ya de poco me sorprendería", zanja.