El pasado martes, el consejero delegado de Sener contó una historia para reflexionar. Nos habló de la compañía más antigua de Japón, constructora de templos budistas.

Kongō Gumi fue fundada en el año 578 d.C. por Shigetsu Kongo, un carpintero coreano encargado por el príncipe Shōtoku de construir el primer templo budista en Japón, Shitennō-ji.

Desde entonces, Kongō Gumi ha estado dedicada a la construcción y mantenimiento de templos budistas, siendo la empresa independiente activa más antigua del mundo.

A lo largo de los siglos, ha participado en la construcción de muchos edificios famosos, incluyendo el castillo de Osaka, del siglo XVI, y el Hōryū-ji en Nara.

Tuve la suerte de visitar ambos lugares. El primero reconstruido exactamente igual que estaba antes de que los norteamericanos lo redujeran a cenizas.

En Nara dimos de comer a los ciervos con mi hijo. Se va desde Kyoto en una agradable cercanía contemplando un paisaje impoluto.

Jorge Sendagorta no es hombre de grandes discursos, según su equipo. Es discreto, más bien frugal y parco en palabras. No le sobró ni una.

Clausuró unas jornadas de dos días en Barcelona, el Forum de Innovación Sener. En un espacio único en el Passeig de Gracia, en el auditorio de La Pedrera, inspirados por Gaudí y su inmensa obra creativa, escuchábamos las intervenciones y las reflexiones oportunas hoy. Innovación, tecnología, energía, IA…

Decía que, habiendo empezado como una ingeniería naval, hace 20 años no hacían nada de eso y estaban centrados en renovables y energía termosolar y hoy están en muchos otros campos, desde el hidrógeno verde, los bombeos reversibles, el espacio, la defensa, y el diseño de centros de datos. Son una ingeniería que tiene lo que a mí no me gusta de las ingenierías, fábricas.

Ellos no solo diseñan o asesoran, ellos fabrican cosas, desde elementos de defensa a comunicaciones espaciales. Ahí sigue en La Garriga la antigua Mier Telecomunicaciones, como parte de Sener, por ejemplo.

Nos dijo que en dirección de empresas no ganaba el más fuerte, ni el más grande, que el cementerio estaba lleno de los unos y los otros. Nos contó que creía firmemente en el darwinismo empresarial y que estaba seguro de que sobreviven los que mejor se adaptan. No siempre son ni los grandes ni los fuertes; a menudo son los ágiles y pequeños; siempre los más rápidos, los que son más eficientes y hacen más con menos.

En 2006, debido a problemas financieros, Kongo Gumi se convirtió en subsidiaria de Takamatsu Corporation, aunque continúa operando bajo su nombre original y manteniendo su especialización en templos y pagodas budistas, respetando las prácticas artesanales tradicionales

Durante más de 1.400 años, la empresa ha logrado preservar su identidad, su legado cultural y su oficio de especialistas en madera y carpintería religiosa.

Debió ser un trago para el último CEO de la familia tener que vender la empresa a una de las mayores constructoras de Japón para poder preservarla.

La empresa sigue existiendo, pero ya no pertenece a la familia fundadora que la gestionó por más de 40 generaciones.

Nos trasladaba su sentido no del por qué estábamos allí, sino del para qué estaba él y su equipo allí. Para que otra generación de sendagortas dejara, apalancándose en la innovación y en la capacidad de adaptación una empresa mejor preparada a la siguiente generación.

Me transmitió su sentido del deber, de la responsabilidad, el peso sobre sus hombros. No quería seguir haciendo siempre templos budistas, no quería seguir haciendo las mismas cosas. Seguir creando valor, aportando en los campos en los que sus equipos, sus capacidades, sus clientes, y su visión pudieran ser fuertes. Estar abiertos y atentos para ser lo que se adaptan antes los que sobreviven.

Poco más se podía decir. Tenía allí la suerte de contar con bastantes aliados y amigos comunes en esta misión inabarcable de estar atentos a lo que pasa.

Xavier Ferràs nos recordó la geopolítica, los errores de la Europa ingenua, la falta de inversión decidida en invasión, la confusión con la ciencia, la ausencia de un estado emprendedor y la comparativa con China y otros países del sudeste asiático.

Nos contó, al más puro estilo Mazzucato que EEUU ha liderado la industria que ahora brilla a través de los grandes programas de compra pública desde el Darpa a la Nasa y que poner un hombre en la luna y otras grandes misiones constituyeron lo que hoy es la gran industria tecnológica americana,

Dos días después, para gran beneficio de nuestra comunidad y gran tristeza para los que nos consideramos herederos de los fundadores hace 52 años de Ametic, se puso de largo Nausika. Tecnología para el bien común.

Venía de llover sobre mojado con el artículo en El País de Sara de la Rica y Dorronsoro, Mier, Romera, Castillo, Lasalle, Costas, Inma Fernández… Nos dieron ese fondo deontológico, de propósito que nos explicaba en Ametic no el por qué (hacer crecer nuestras empresas y sector), sino el para qué: una sociedad más próspera, más justa, que no se descuelgue y pueda competir como única manera de estar a la cabeza en la generación de riqueza y progreso.

Del individuo en el centro a la empresa en el centro y ahora, como en los países que lideran el progreso material, científico y tecnológico del mundo, la sociedad y la comunidad en el centro.

Es la única forma de ser generosos de verdad. Pensar en las generaciones que vienen, implicarlas, empoderarlas, ayudarlas a conocer más y mejor que nosotros y pasarles el timón de su nave, que es el mundo. Ellos son nuestro Caronte, volverán al otro lado a por cada uno de nosotros y nos cruzarán el río.

En la tertulia de amigos en La Rambla, tras el Forum de Sener, me recordó un querido tecnólogo vasco, no te empeñes Ezequiel, Europa no existe. Yo erre que erre defendía una Fraunhofer de escala europea, un Darpa europeo y un verdadero espacio Universitario Europeo único con universidades de excelencia como en China.

Se abrían las puertas de la Iglesia de Santa María de Jesús con más de 500 años en mi pueblo esta mañana. La nave lateral abría al Portichuelo, la principal al Torcal. Delante una Inmaculada que me recuerda a Empel y los Tercios, en los cerramientos la Cruz de Jerusalén, en mi alma Palestina y la injusticia.

Sobre mis costillas y mi pena, la nueva forma de hablar de los políticos sobre la inmigración, despersonalizando, cosificando, quitando el carácter humano y la historia detrás de cada uno. Se casaba Claudia, un cielo de mujer chilena con mi primo Daniel, dos familias de cinco hijos cada una, juntas en la que un día fue la patria común, y hoy debiera ser la patria cultural compartida, compartiendo idioma, historia, ilusión y futuro. Sabemos que somos lo que somos, que solo nos salvarán, creamos o no, nuestros actos. Ya puedo tener una fe que mueva montañas que si no tengo amor no soy nada. Amén.