Juan, de la tienda de disfraces Carrasquilla, una de las más antiguas de Málaga

Juan, de la tienda de disfraces Carrasquilla, una de las más antiguas de Málaga Francisco Sánchez

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'Disfraces Carrasquilla', 46 años disfrazando la alegría de Málaga: “Los drags son nuestros mejores clientes”

Este local ofrece desde disfraces para los más pequeños hasta maquillaje profesional para los más experimentados.

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Francisco Sánchez
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Escaparates con disfraces, máscaras que sonríen, otras que asustan, estanterías con maquillaje y más disfraces. Entre sus paredes se puede entrever que la fiesta está asegurada. Así es Carrasquilla, una de las tiendas de disfraces más antiguas de Málaga, un local que lleva 46 años abierto y vistiendo a la ciudad de fiesta y alegría.

Tras su mostrador no se venden trajes de carnaval, farolillos o maquillaje profesional, sino que se cuentan historias de generaciones enteras que han pasado por aquí en busca de un disfraz, una broma, o simplemente un rato de charla con Luis, el fundador de la tienda.

Unos orígenes pasados por agua

Luis no solo es el fundador de Carrasquilla. A sus 72 años admite que sigue con la misma vitalidad de siempre, aunque ahora diga que está un tanto “regular de la garganta”. Además de vender disfraces le apasionan las motos. De hecho tiene una Yamaha MT-09 con la que, de vez en cuando, hace viajes, o incluso va a circuitos como el de Taberna o Portimao, este último en Portugal.

“El origen de la tienda fue complicado, no te voy a engañar”, comparte Luis. En 1974 abrió una tienda por la zona de La Trinidad, en calle Feijóo, en la que vendía libros de segunda mano, aunque “poco a poco iba trayendo cosas para los cumpleaños y para algunas fiestas”, dice Luis al otro lado del teléfono.

El giro definitivo llegó en 1978, cuando las fuertes lluvias que hubo ese año en Málaga arrasaron su negocio. “Lo perdí todo. Fue durísimo, pero en enero del 79 decidí empezar de nuevo y quedarme solo con los artículos de fiesta”, recuerda con una voz entrecortada.

Desde entonces Carrasquilla se ha convertido en una tienda de disfraces y artículos de fiesta en Málaga. “Hasta desde el Soho nos han pedido nuestro maquillaje o algunos productos”, aseguran tanto Luis, como su mano derecha desde hace 26 años, Juan.

Puerta de Carrasquilla.

Puerta de Carrasquilla. Francisco Sánchez

La mano derecha de Luis Carrasquilla

Con el paso del tiempo, Luis Carrasquilla ya no puede estar constantemente en la tienda, por ello, tiene a Juan, su mano derecha. Con una camisa verde militar de Scalpers remangada hasta los codos, en la muñeca derecha luce varias pulseras que delatan su estilo personal y en su mirada, un vicio marcado por el deporte y el “arte de vender”.

“Han pasado 26 años, pero todavía recuerdo mi primer día en la tienda”, asegura. Juan comenta que Luis lo llamó para cubrir durante un mes la tienda, en la época de Navidad. Aunque parece que el mes se ha alargado un poco. Lo que empezó como un favor navideño se transformó en un vida entera dedicada a Carrasquilla.

“Esto no es fácil”, dice frunciendo el ceño. “Aquí la gente viene con su película montada. Eso sí, si no tengo el disfraz exacto, tengo que inventar algo para intentar que se lleve algo. El cliente se tiene que ir contento, aunque no encuentre lo que busca”, asevera Juan.

El servicio que damos aquí no lo encuentras en Internet ni en ninguna cadena. Aquí improvisamos, aconsejamos y hasta hacemos de psicólogos si hace falta”, bromea Juan, que ya es reconocido por muchos clientes habituales como el verdadero maestro del “buen vender”.

Interior ambientado en Halloween de Carrasquilla.

Interior ambientado en Halloween de Carrasquilla. Francisco Sánchez

Una clientela ‘atípica’

Eso sí, hay que venderle a todos los públicos. Para Juan, lo especial de este negocio está en una clientela fiel que lo acompaña desde hace décadas, porque no hay que olvidar que Carrasquilla lleva 46 años abierta.

“Nosotros aparte de disfraces y complementos tenemos maquillaje profesional que es muy difícil encontrar en Andalucía”, declara Juan. “Entonces un tipo de cliente que viene mucho aquí son los drags, de hecho, te diría que son nuestros mejores clientes”, asume con una sonrisa que le ocupa toda la cara.

“Vienen con el cachondeo y las risas, y pueden pasarse aquí tres horas sin problema”, dice con ese acento malagueño que lo delata, nacido en la calle Salamanca, a orillas del Guadalmedina.

A esta tienda no solo vienen clientes como ellos, aquí hay soluciones para todos. “Anécdotas tenemos miles”, confiesa Juan mientras golpea el mostrador. Con orgullo recuerda que, tras más de 60 años de historia, la esencia de Carrasquilla sigue intacta.

Juan rememora una que le hace bastante gracia. "Recuerdo un día, casi a la hora de cerrar, que entró una madre pidiendo un disfraz de aceituna y otro de hueso de aceituna para sus gemelos", una tarea que recalca que no fue fácil.

"Al final se me encendió la bombilla, le vendí una malla verde, otra marrón y le expliqué cómo hacer el rabillo de la aceituna. Se fue encantada. Aquí, si no existe el disfraz, lo inventamos”, recuerda entre risas.

“Lo importante es que la gente salga de aquí feliz”, repite Juan. Quizás esa sea la magia de Carrasquilla, que en sus 46 años nunca ha dejado de recordarlo a Málaga que la vida, con un poco de purpurina y un sombrero, ya suena mejor.