Médico de Cudeca junto a un paciente.

Médico de Cudeca junto a un paciente. Cudeca

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Cudeca, la fundación que te acompaña en el último capítulo de tu vida: "No tenemos varitas mágicas, pero estamos ahí"

Fue fundada en 1992 por una mujer extranjera jubilada, ante la necesidad de que las personas pudieran recibir cuidados paliativos en sus hogares.

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Patricia Sierra
Publicada

Cu-de-ca. Tres sílabas que conforman el nombre de una fundación con corazón malagueño y que podrían tener como significado 'acompañamiento, cuidado y paz'. Porque a eso lleva dedicándose tres décadas en la Costa del Sol la Fundación Cudeca. A acompañar a pacientes en cuidados paliativos hasta encontrar la paz. Ellos ponen el punto y final al último capítulo de nuestra historia.

Pero aunque tengan corazón malagueño, en el fondo, Cudeca tiene acento inglés. Hace 34 años, la Costa del Sol. En aquel entonces, abundaban los negocios tradicionales y las franquicias americanas casi no habían llegado a la ciudad, pero el turismo ya comenzaba a asomar, con un perfil de visitante principalmente británico.

La ciudad estaba en desarrollo, siendo sus principales motores la pesca y la agricultura. En 1991, los hospitales nada tenían que ver con los de ahora en materia de recursos, pero también en humanización. Los cuidados paliativos habían comenzado a andar hacía poco tiempo. "Solo estaba la que fue la primera unidad, que se formó en el Hospital Cruz Roja", recuerda Marisa Martín, una de las médicas de entonces.

Allí fue donde Martín conoció a un adorable matrimonio británico jubilado en la Costa del Sol: Fred y Joan Hunt. Aquellos pasillos hicieron coincidir a Marisa y Joan mientras que Fred se iba apagando poco a poco. Se lo llevó un cáncer. La muerte de su marido, explica Martín, hizo que Joan abriera los ojos ante la situación que vivía Málaga en ese momento: escasez de cuidados paliativos, necesidad de atención domiciliaria y de hacer el bien en el final de la vida de las personas.

"Nos constituimos en el año 1992 y a día de hoy llevamos ya 33 años haciendo ese sueño realidad", apunta la doctora con cariño. Joan no conocía el español, tampoco era rica, ni contaba con un círculo de amistades del que poder conseguir apoyo económico. La médica recuerda con la voz entrecortada que fueron su fuerza y determinación las que hicieron posible el proyecto.

Centro Cudeca.

Centro Cudeca. Cudeca

Aunque Joan fue la impulsora, desde el primer momento contó con el apoyo de una enfermera inglesa, Susan Hannan, una psicóloga de la unidad de cuidados paliativos de Cruz Roja, Josefina Mateos, y la propia Marisa Martín.

Las cuatro mujeres trajeron a Málaga el movimiento hospice utilizado en Inglaterra, que consiste en "cuidar con excelencia tanto al paciente como a los familiares en momentos tan difíciles como es una enfermedad terminal y de manera totalmente gratuita".

La mujer asegura que no fue un proyecto al azar, tenían clara la meta que querían cruzar desde un principio. Cuenta que lucharon por contar con todos los servicios necesarios para poder atender lo mejor posible el final de la vida: equipo de cuidados paliativos domiciliarios, unidad hospitalaria en un entorno adaptado a las necesidades del paciente y su familia, unidad de día que brindase cuidados para cuerpo y alma.

Personal Cudeca.

Personal Cudeca. Cudeca

La doctora cree que "no todo se basa en medicina" y añade que también hay que saber otorgar "esos cuidados que todos realizamos en nuestro día a día para sentirnos mejor". Tener una buena compañía, alguien con quien charlar, incluso ir a la peluquería son cosas de la rutina que hacen sentir mejor al paciente, según Martín.

"Atendemos pacientes que están ya en una situación avanzada de su enfermedad, que no hay una perspectiva curativa para ellos". La gran mayoría, entre un 80-85%, son oncológicos, aunque dan asistencia a cualquiera que sufra otro tipo de enfermedad y sin importar su edad. También hay pacientes que están con ellos un año, otros una semana, "pero la media sería unos tres meses".

Personal Cudeca.

Personal Cudeca. Cudeca

Dure ese tiempo, "estamos acompañando e intentando asegurar la máxima calidad de vida posible y, sobre todo, respetando los deseos del paciente, cuidando de su dignidad". Desde Cudeca intentan que ese último capitulo de la vida de una persona sea con el menor sufrimiento.

Pero no solo atienden a los pacientes. Están ahí para los familiares, en su casa con el equipo domiciliario o al otro lado del teléfono todos los días del año hasta las siete de la tarde "para ayudarles en cualquier duda, para que puedan tener a alguien con quien hablar".

Cudeca no lo conforman solamente profesionales médicos. El apoyo de sus casi 3000 socios, de eventos, de gente que acude a comprar a las tiendas, de donantes, de otras organizaciones e instituciones también es una parte fundamental del engranaje, según cuenta la doctora y añade que "el 80% de la financiación de nuestros cuidados viene gracias a la participación de la comunidad".

Voluntariado Cudeca.

Voluntariado Cudeca. Patricia Sierra

La labor de gente desinteresada, que simplemente desea ayudar es crucial para el funcionamiento de la fundación también. En palabras de Martín, "los voluntarios son nuestro primer pilar en la comunidad, son realmente quienes mantienen en pie Cudeca".

Todos los voluntarios que trabajan en cuidados paliativos reciben una formación especial para ello. Luego están los que trabajan en las tiendas de segunda mano repartidas por toda Málaga. Estas tiendas de madera clara y carteles verdes son, sin duda, "el esqueleto" de la fundación, según Ana Marcuartu, área manager de 11 tiendas.

Marcuartu siempre ha estado en contacto con tiendas de segunda mano benéficas. Malagueña de pura cepa, marchó a Inglaterra a trabajar en una de ellas. Tras varios años fuera, vio la oferta de Cudeca y no pudo dejar pasar la oportunidad. Tenía ganas de volver a casa y de formar parte de la fundación benéfica que conoció en su época de estudiante, cuenta con los ojos llenos de recuerdos.

Tienda Cudeca.

Tienda Cudeca. Patricia Sierra

Con una entrevista acordada, hizo las maletas y regresó a su tierra. Desde hace ya 11 años tiene la suerte de "contribuir a la sociedad" con su puesto de trabajo. Las tiendas suponen una parte importantísima de financiación, claves para seguir ayudando.

Cudeca cuenta con 29 puntos de venta entre Málaga y Sevilla, que pasarán a ser dos más con las aperturas previstas en Córdoba el próximo mes de octubre. Mil voluntarios están implicados en esta red de tiendas con una misión tan bonita.

Allí se encargan de presentar las donaciones que reciben, ofrecer una imagen atractiva, fomentar la venta para recaudar fondos. Y, encima, apuestan por la sostenibilidad. Todo lo que trabajan ya está fabricado, no necesita transportarse entre distintas partes del mundo. Además, puede encontrarse de todo en cada punto: desde ropa, accesorios y zapatos hasta muebles.

Tienda Cudeca.

Tienda Cudeca. Patricia Sierra

Pero las tiendas son algo más que un lugar en el que comprar, "son un punto de encuentro entre la comunidad y la fundación", dice llena de seguridad Marcuartu. Son el escaparate de Cudeca. A través de ellas, muchos conocen la labor de la organización, como Mari Carmen.

Mari Carmen recuerda en todo momento con una sonrisa, de esas que contagian, cómo inició su camino en la fundación. El nido se le quedó vacío y siempre ha necesitado ocupar su tiempo con algo. Un día de paseo con su hermana descubrieron la tienda que Cudeca tiene en Vialia y ambas decidieron hacerse voluntarias en cuanto conocieron la historia del proyecto.

Eso fue hace ya cinco años y parece que la aventura va para largo. "Mientras pueda y tenga fuerzas", admite la mujer a carcajadas. Ha pasado por varias tiendas, aunque ahora solo colabora en dos. Los lunes en la que está ubicada en la calle Cuarteles, los miércoles en la de calle Salvago.

Tienda Cudeca.

Tienda Cudeca. Patricia Sierra

Lo máximo que puede trabajar un voluntario de tienda son cuatro días a la semana, cuatro horas cada día. Es un empleo más, salvo por el sueldo. Sin embargo, Cudeca aporta algo más importante para Mari Carmen: ella sabe que con su labor ayuda a que otros se despidan de esta vida con un buen sabor de boca, pero el voluntariado también la ha ayudado mucho.

Disfruta mucho atender a los clientes, a todo aquel que pasa por la tienda, ocupa su tiempo y ayuda al resto. Podría pasar sus días en su casa, sin tener que ir a trabajar, sin tener que montarse en un autobús. No obstante, prefiere ser voluntaria en una buena causa.

Cudeca sigue sumando años en activo, voluntarios y tiendas. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. De momento, la labor que inició Joan en su día continúa en marcha. Para más información, puedes acudir a su página web.