Un dependiente en una tienda de juguetes.

Un dependiente en una tienda de juguetes.

Vivir

Un dependiente (22 años) habla alto y claro sobre los turistas: "Quieren ser los primeros y que los atiendas en su idioma"

El joven compagina dos trabajos este verano con el fin de ahorrar para el futuro.

Más información: La dueña de un restaurante, sin rodeos sobre la búsqueda de personal: "Es muy difícil, la gente quiere tener mucho tiempo libre"

Patricia Sierra
Publicada
Actualizada

El despertador suena a las 8:00 a. m. y Pablo se prepara para un nuevo día. Por la mañana se dirige al medio donde hace prácticas de diez a tres. Por la tarde, algunas veces a las cuatro, otras a las seis, el chico se dirige a un conocido centro comercial de la Costa del Sol a seguir trabajando.

Pablo sale de día de casa y, en muchas ocasiones, no vuelve hasta que se hace de noche. Aunque acepta su situación y asegura que es él quien lo ha querido así, no niega que lo más difícil de la jornada es tener que tratar con ciertos clientes. En especial, con los de fuera porque "el extranjero es el que peor te trata", comenta.

Este malagueño de 22 años compagina dos trabajos este verano. Por un lado, se encuentra el que lo ayudará a conseguir aquello que siempre ha deseado. Por otro, está el que le servirá como colchón económico para el futuro.

Este periodista recién graduado es becario en un medio. Es un paso más para poder dedicarse el día de mañana al periodismo. Pero, para poder acercarse a su sueño, ha decidido seguir formándose con un máster. Y para eso hace falta dinero.

Por las tardes y los fines de semana se dirige a su empleo donde suele trabajar entre cinco y seis días por semana. No es su primer trabajo de cara al público. El año pasado, por estas mismas fechas, también estuvo empleado y afirma que es en verano cuando se nota la llegada de los barcos y aviones cargados de turistas.

No quiere generalizar, pero cree que el extranjero es el que peor trata a los trabajadores. "Por prisas, porque quiere ser el primero en todo, no quiere esperar cola, te hablan y miran mal", expone. De hecho, recuerda hace poco un encuentro bastante desagradable con unos clientes de fuera.

Su lugar de trabajo está dividido en secciones y, en cada una, hay una máquina para sacar número y esperar una cola, como si fuese una pescadería aunque orientada a las nuevas tecnologías y máquinas. Bien, pues hace tan solo unas semanas acudieron unos extranjeros, cuya procedencia no recuerda, con los que se siguió el mismo procedimiento que con cualquier cliente.

¿El problema? "Esos extranjeros no querían esperar la cola, querían que se les atendiese en el momento. Empezaron a increparnos, pidiendo que los atendiésemos en su idioma" cuenta el joven. Ante el comportamiento de los turistas, el resto de clientes que estaban esperando su turno comenzaron a expresar su descontento hacia los extranjeros.
Este es el caso más reciente, aunque no es aislado. El año pasado ya recibió malos tratos, palabras y miradas por parte de clientes y, en especial, de extranjeros. Llegan los últimos y quieren ser atendidos los primeros, pero eso es algo más común de lo que parece entre los que se dedican a trabajar de cara al público.