El trasplante de útero representa uno de los avances más revolucionarios en medicina reproductiva del siglo XXI. Esta técnica ofrece una opción real de maternidad a mujeres con ausencia congénita o adquirida de útero, una condición conocida como infertilidad uterina absoluta (IUA). En este artículo se revisa en profundidad el estado actual del trasplante de útero, sus indicaciones, procedimiento, resultados, implicaciones éticas, y los desafíos a futuro.
Introducción
La infertilidad uterina absoluta afecta aproximadamente a 1 de cada 500 mujeres en edad reproductiva, siendo una de las formas más limitantes de esterilidad. Hasta hace una década, las únicas alternativas eran la gestación subrogada —prohibida o fuertemente regulada en muchos países europeos, incluida España, donde no está permitida— o la adopción, que no siempre cumple con el deseo de una maternidad biológica. El trasplante de útero (TU) ha emergido como una alternativa disruptiva, que permite a mujeres sin útero gestar a sus propios hijos, combinando los avances de la cirugía de trasplante, la inmunología y las técnicas de reproducción asistida.
Este procedimiento no es solo técnico: representa una revolución conceptual en medicina reproductiva, ya que por primera vez se trasplanta un órgano no vital con el objetivo principal de restaurar una función reproductiva, no una función orgánica esencial. Esta singularidad hace que el TU esté sometido a un escrutinio ético, médico y social particularmente intenso.
Indicaciones y criterios de selección
Las principales indicaciones para el TU incluyen:
- Síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (SMRKH): agenesia congénita del útero y parte superior de la vagina.
- Histerectomía (extirpación del útero) previa por miomas, hemorragias obstétricas o complicaciones quirúrgicas.
- Malformaciones uterinas no funcionales o úteros hipoplásicos (mal desarrollados).
Las candidatas deben cumplir criterios estrictos:
- Edad generalmente entre 20 y 40 años.
- Función ovárica preservada, idealmente con ovocitos vitrificados previamente.
- Ausencia de enfermedades autoinmunes o contraindicaciones quirúrgicas.
- Estabilidad emocional y apoyo psicológico, dada la complejidad del proceso.
Las donantes pueden ser vivas —generalmente familiares cercanas como madre o hermana— o fallecidas, en cuyo caso se aplican criterios de compatibilidad inmunológica y anatómica similares a otros órganos sólidos.
La donación viva plantea cuestiones bioéticas adicionales: el procedimiento de extracción uterina es complejo, con una duración media de entre 8 y 12 horas, y conlleva riesgos quirúrgicos relevantes. Esto ha motivado que muchos programas actuales prioricen el uso de úteros de donantes fallecidas.
Procedimiento quirúrgico y manejo clínico
El proceso completo del TU incluye varias etapas:
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Evaluación de la receptora y la donante: análisis inmunológico, psicológico y quirúrgico detallado.
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Estimulación ovárica y vitrificación embrionaria: se realiza antes del trasplante, utilizando protocolos personalizados de FIV.
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Cirugía de trasplante: la anastomosis vascular entre el útero donado y los vasos ilíacos de la receptora es uno de los pasos más críticos.
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Inmunosupresión postoperatoria: se inicia inmediatamente tras la cirugía, con fármacos similares a los usados en trasplante renal (tacrolimus, micofenolato mofetilo, corticosteroides), y se ajusta con el tiempo para minimizar efectos adversos.
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Monitorización: incluye Doppler uterino, biopsias de cuello uterino y control ecográfico frecuente.
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Transferencia embrionaria: se realiza generalmente entre 6 y 12 meses tras el trasplante si no hay signos de rechazo.
Si se logra una gestación exitosa, el embarazo se maneja como de alto riesgo, con controles estrictos y finalización mediante cesárea. En la mayoría de los casos, tras uno o dos embarazos, el útero se retira para suspender la inmunosupresión.
Resultados clínicos y experiencia internacional
Desde el primer parto exitoso en Suecia en 2014, liderado por el Dr. Mats Brännström, se han realizado más de 90 procedimientos en al menos 15 países. Se estima que más de 50 niños han nacido hasta la fecha como resultado de TU. El primer bebé nacido en España mediante un trasplante de útero fue Jesús, quien nació en marzo de 2023 en el Hospital Clínic de Barcelona.
Los resultados clínicos muestran:
- Supervivencia del injerto >80%.
- Rechazo agudo tratado en un 20–30% de los casos, generalmente sin pérdida del injerto.
- Tasa de embarazo por transferencia: entre 25 y 40%.
- Tasa de recién nacido vivo por ciclo completo: entre 25 y 35%.
La cirugía de donante viva ha mostrado mayor tasa de éxito, aunque con mayor carga ética. En contraste, el uso de donantes fallecidas está en expansión, con resultados cada vez más comparables.
No se han reportado malformaciones fetales atribuibles al TU ni a los tratamientos inmunosupresores. Los embarazos suelen cursar con mayor incidencia de complicaciones hipertensivas y restricción del crecimiento intrauterino, lo que obliga a un seguimiento intensivo.
Consideraciones éticas y legales
A diferencia de otros trasplantes, el TU plantea cuestiones éticas únicas:
- Carácter no vital del órgano trasplantado.
- Riesgo asumido por la donante viva sin beneficio personal tangible.
- Implicaciones psicológicas en caso de fracaso reproductivo.
- Acceso desigual por coste elevado y ausencia de cobertura pública en muchos países.
En España, el TU no está prohibido pero carece de un marco normativo específico. Algunos hospitales han iniciado estudios preclínicos, y el Comité de Bioética ha señalado la necesidad de asegurar una estricta selección de casos y una evaluación multidisciplinar independiente.
Limitaciones, controversias y desafíos futuros
A pesar del entusiasmo, el TU enfrenta numerosas limitaciones:
- Complejidad técnica: la disección vascular, la anatomía variable y el riesgo trombótico dificultan la estandarización.
- Costo: el procedimiento puede superar los 100.000 euros por paciente.
- Accesibilidad: solo unos pocos centros en el mundo disponen del equipo quirúrgico y multidisciplinar necesario.
- Riesgo inmunológico: aunque moderado, puede comprometer la salud materna y fetal si no se maneja correctamente.
El futuro puede estar en el desarrollo de úteros bioartificiales o bioimpresos en 3D, evitando tanto la inmunosupresión como los dilemas éticos del donante vivo. Estos modelos están en fases muy preliminares, pero representan una vía de esperanza a largo plazo..
Conclusiones
El trasplante de útero representa un paradigma innovador dentro de la medicina reproductiva moderna. Es una técnica que ha pasado del terreno experimental a una realidad clínica en centros especializados, brindando esperanza a mujeres previamente condenadas a la esterilidad.
Sin embargo, no está exento de desafíos: implica una cirugía de alta complejidad, exposición a inmunosupresores, y una cuidadosa evaluación ética. Su éxito requiere una infraestructura médica altamente especializada, colaboración interdisciplinar y un marco legal claro.
En el contexto actual, el TU debe reservarse a programas clínicos supervisados, con criterios de selección estrictos y un seguimiento a largo plazo. Solo así se podrá avanzar hacia su consolidación como alternativa segura, equitativa y accesible para quienes lo necesiten.