Hay muchas pequeñas empresas, y por supuesto también grandes, que reconocen abiertamente su naturaleza familiar. No sólo lo reconocen, sino que además presumen de ello. Piensa por ejemplo en Panadería Guijarro (panaderos artesanos desde 1852), para quiénes “todo empezó en un pequeño obrador familiar junto al arroyo de La Cala del Moral (Málaga). A día de hoy, somos la cuarta generación haciendo lo que mas nos gusta y mejor sabemos hacer”.
Pero, ¿por qué también grandes empresas como Mercadona, que ocupa el puesto 48 de las empresas familiares más grandes del mundo de acuerdo al 2025 EY and University of St. Gallen Global 500 Family Business Index, comunican sin tapujos que son una empresa de capital familiar? ¿Hay una asociación favorable entre ser conocida como empresa familiar, proyectar esa imagen y el éxito empresarial?
La historia de la familia y de la empresa están a menudo entrelazadas. Por tanto, la imagen y reputación de ambas van ineludiblemente unidas. Esto es particularmente evidente cuando familia y empresa comparten nombre. Recuerda a Marcos Morilla (Ronda, fundado en 1888, cuarta generación), donde comercio y familia tienen una dependencia recíproca después de más 135 años de historia común, y tanto clientes como proveedores asocian directamente la familia con la empresa y viceversa.
Esta conexión se refuerza con el tiempo, especialmente en comunidades locales donde las empresas familiares se convierten en referentes. La familia Moya, en Torremolinos, es un buen ejemplo. Su empresa, Base Deporte Santa Gema, fundada en 1970, no solo es conocida por su actividad comercial, sino también por la responsabilidad que la familia asume ante la sociedad. Para bien o para mal, las acciones de la empresa afectan directamente a la reputación de la familia, y viceversa.
Cuando los miembros de una familia unen su identidad a los de la empresa, se pueden beneficiar de su reputación. Claro está, el efecto puede ocurrir en ambos sentidos: una identidad positiva de la empresa familiar redunda favorablemente en la familia, pero una negativa empaña a la familia y su reputación.
La decisión de Ferrovial (fundada en 1952) de trasladar su sede fiscal a Países Bajos y cotizar en Estados Unidos, no sólo trajo conflictos internos, sino que también supuso para muchos una pérdida de identidad y arraigo de la empresa con España, lo que afectó indudablemente a la imagen de la familia Del Pino, propietaria de la compañía.
Por otro lado, familias como los Roig, Ortega, Areces, Koplowitz, Entrecanales o Villar Mir han sabido capitalizar el éxito de sus empresas para construir un legado que trasciende generaciones. En el ámbito local, apellidos como Suárez (Bodegas Quitapenas, 1825), Sicilia (Sicilia Hermanos, 1950), Luque (Fuerte Group Hotels, 1957), Aldana (Autoescuelas El Torcal, 1986) o Borrego (Grupo Sinerba, 2022), son sinónimo de tradición, esfuerzo y éxito.
Llegados hasta aquí, se te habrán venido a la mente numerosas historias trabadas de familias y empresas, así que, ¿con qué apellido/empresa familiar te gustaría entrelazar tu identidad? Empresa + Familia = Bienestar social.