Circulan por las redes, y por varios medios, cientos, por no decir miles, de videos, audios, podcasts, … en los que se habla de distintos territorios en los que apenas se pagan impuestos. No se trata de los paraísos fiscales que ya conocemos, sino de sitios en los que, según se afirma, incluso bastaría con crear una sociedad, sin más requisitos, para tener acceso a una especie de “El Dorado” tributario.

En la era de la (excesiva) información, uno de los daños colaterales puede ser la desinformación. Por eso resulta crucial la gestión del conocimiento, es decir, cómo manejamos la información, a qué fuentes acudimos, si son rigurosas, o su veracidad.

El territorio del que voy a hablar lo tenemos muy cerca, está muy bien comunicado con la Península, es España y es África, tiene un patrimonio modernista deslumbrante -el segundo de España-, una gastronomía que encandila, unas gentes que llevan la hospitalidad en su ADN, y, como broche de oro, un régimen fiscal como pocos se pueden encontrar en Europa.

Ese territorio se llama Melilla, y cuenta con una serie de ventajas fiscales que resisten los cambios de Gobierno y las mayorías parlamentarias, lo cual dota a su régimen tributario de una gran estabilidad.

De entrada, hay que tener en cuenta que cualquiera de los impuestos que nos podamos imaginar están bonificados en Melilla en un 50 por ciento, pudiendo resultar aún mayor dicho beneficio fiscal, como sucede, por ejemplo, en el IRPF, en el que existe una deducción del 60 por ciento para los contribuyentes que, teniendo su residencia habitual y efectiva en Melilla, obtengan rentas allí.

Pero es que esa noticia es aún mejor cuando el contribuyente reside en Melilla más de tres años, pues, bajo ciertos requisitos, podrá aplicar la deducción del 60 por ciento no solamente a las rentas obtenidas en Melilla, sino también a las obtenidas fuera de la ciudad.

Escuchamos constantemente las bondades del régimen fiscal de impatriados, más conocido como “Ley Beckham” (que, curiosamente, no se puede aplicar a los deportistas), cuando tenemos muy cerca un régimen tributario -el de Melilla- que, en no pocas ocasiones, resultará fiscalmente más beneficioso que la llamada “Ley Beckham”. Será cuestión de sacar la calculadora y hacer números para cada caso concreto.

Para las empresas que decidan hacer negocios en Melilla también hay buenas noticias, ya que existe una bonificación del 50 por ciento en el Impuesto sobre Sociedades por las rentas obtenidas en Melilla, pudiendo extenderse al resto de rentas si se observan una serie de requisitos. En cualquier caso, habrá que analizar el impacto que pueda tener la nueva normativa de tributación mínima (conocida como “Pilar 2”).

Si hacemos una recapitulación de lo que hemos expuesto hasta ahora, resulta una combinación difícilmente mejorable, ya que, tanto la empresa como sus trabajadores, conseguirán un tratamiento fiscal muy beneficioso, bajo el paraguas que ofrece la normativa tributaria.

En cuanto a la imposición indirecta, en Melilla no resulta de aplicación el IVA, sino el Impuesto sobre la Producción, los Servicios y la Importación (IPSI), con unos tipos de gravamen inferiores a los del IVA, lo cual puede atraer, por ejemplo, a empresas relacionadas con el sector tecnológico, juego online...

Y si hablamos de empresas y empresarios, no podemos olvidarnos de los que ya están en Melilla, y que han de ser los protagonistas de la buena marcha económica de la ciudad, a la vez que servir de polo de atracción para las empresas que decidan instalarse allí.

Sin olvidarnos de las asociaciones melillenses de empresarios, destaca la pujanza del Clúster de Emprendimiento Melilla, un grupo de empresarios de sectores diversos, que aúnan juventud, experiencia, y la ilusión de crear un ecosistema emprendedor en Melilla. Merece la pena conocer de primera mano la actividad que vienen desarrollando, y que, a buen seguro, irá dando frutos.

Los melillenses sabemos del enorme potencial que tiene nuestra querida ciudad, y cada uno, desde nuestro papel, podemos contribuir a dar a conocer las bondades de una tierra que espera con los brazos abiertos, y una fiscalidad imbatible, a quien quiera desarrollar su proyecto empresarial. Y, sí, en Melilla… ¿Por qué no?