Esta es la historia de un regalo, el de la vida abriéndose paso pese a las dificultades. A las puertas de la Navidad, el Grupo Pediátrico Uncibay empezaba a sentir la alegría de estas tradicionales fiestas, tratando de imaginar los regalos que dejarían los Reyes Magos sin pensar que el mejor presente estaba a punto de llegar.

Pocos días atrás nació en el complejo hospitalario un bebé con apenas 28 semanas de gestación y un peso de 1.020 gramos. Parámetros que permiten describir el nivel de desafío que supone un caso de este tipo. Fue uno de los 30.000 bebés prematuros que nacen cada año en España. De ellos, unos 90 se localizan en la provincia de Málaga, sin que alcancen los 1.500 gramos.

En las primeras horas de vida, fue estabilizado en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN), siendo conectado a un aparato de ventilación mecánica. El dispositivo le aportaba la respiración que necesitaba, al tiempo que era sometido a una concienzuda monitorización cardiovascular debido a sus constantes hemodinámicas enormemente lábiles.

Tras horas de incertidumbre, el equipo que lo atendía empezó a respirar con tranquilidad cuando su tensión arterial se estabilizó en cifras normales para su madurez gestacional: 40 sistólica / 25 diastólica (máxima y mínima).

A los tres días de vida, presentó un cuadro de vómitos biliosos y mal estado general y que terminaron confirmando desgraciadamente la presencia de una obstrucción intestinal, una circunstancia que impide el paso de alimentos por el intestino. 

Esto obligó a iniciar una cirugía muy urgente. La intervención fue una prueba de precisión para el equipo de neonatólogos y cirujanos pediátricos. Realizaron una laparotomía exploratoria de urgencia, en la que se confirmó la torsión intestinal sobre sí mismo, impidiendo el paso de contenido alimentario y de la circulación de la sangre: se llama vólvulo. 

Gracias a la intervención precoz el intestino no sufrió y no fue necesario resecar (cortar) una parte del mismo, lo que hubiera añadido mucha dificultad a la evolución del niño. Tan solo presentaba una “micro perforación intestinal” que los cirujanos pediátricos supieron reparar con gran habilidad, utilizando los propios tejidos vivos, de la cavidad abdominal. 

Esta situación es más frecuente en neonatos prematuros, debido a su desarrollo incompleto y falta de maduración. Su cirugía presenta un alto nivel de dificultad debido a la fragilidad de sus tejidos, al pequeño tamaño de cada órgano y a la necesidad de un manejo anestésico muy altamente especializado. 

Su tasa de mortalidad puede llegar a ser muy alta. El postoperatorio requiere un manejo multidisciplinario altamente cualificado y complejo: Nutrición Parenteral Prolongada (toda la alimentación es vía intravenosa, a una de las grandes venas del organismo); el cuidadoso seguimiento de su "laboratorio interno"; el paso difícil y progresivo a la alimentación enteral, esto es directamente por el tubo digestivo, a expensas de la leche de su propia madre o de otras madres de prematuros que donan su leche generosamente a un "banco de leche". 

La Navidad avanzaba y esta familia se debatía en la preocupación de los acontecimientos, esperando las buenas noticias antes de la noche de Reyes. Según estadísticas recientes, España cuenta con una de las tasas de supervivencia más altas para prematuros extremos, con más del 85% de los neonatos de bajo peso sobreviviendo, sin discapacidades graves gracias a avances en cuidados neonatales. 

Los padres estuvieron a su lado en cada paso del proceso, participando activamente en los programas de cuidado "canguro". Se basa en que el contacto piel a piel entre padre/madre y el bebé, mejoraran los resultados en la alimentación, estimulación, control térmico y protección del bebé, mediante el fomento del vínculo afectivo y el apego con sus padres.

La primera de las grandes noticias, tras la buena evolución de la cirugía, fue retirarle el aporte extra de oxígeno. Recientemente su madre recordaba que hubo días en los que parecía que no verían la luz al final del túnel, "pero el equipo médico y nuestra familia nos dieron la fuerza para seguir adelante. Fue sobre todo nuestro bebé quien nos enseñó a luchar y a ser resilientes".

Este milagro es un recordatorio de que, aunque el tratamiento de los prematuros extremos es complejo, los avances en neonatología han transformado vidas, permitiendo que historias como la suya terminen con esperanza y gratitud.

Aunque sigue en la Unidad Neonatal ingresado, sus padres han recibido como el mejor regalo de Reyes la ausencia de noticias. Todos los órganos progresan adecuadamente, sin noticias negativas; la familia del bebé ha tenido el apoyo de otros padres de prematuros constituidos en asociaciones que les han transmitido una enorme ilusión para el futuro.