Es llamativo ver cómo han cambiado las series de ciencia ficción. En las series elaboradas en el período acontecido entre 1960 y los 2000, era llamativo cómo planteaban un futuro próspero, optimista y avanzado. El futuro era un lugar tecnológicamente avanzado, con personajes y facciones que representaban el bien, con una abundancia donde todo era posible, el alienígena, el otro, era alguien con quien poder tener un encuentro y establecer lazos de amistad… Ahora, en cambio, las series muestran un futuro distópico y apocalíptico en el que básicamente, todo se va al garete: un futuro cruel y oscuro, donde los humanos se organizan en grupos egoístas, que apenas son capaces de luchar por la supervivencia y que van a lo suyo en medio del colapso social, ya sea por zombis, plagas, o la ideación de turno.

Es cierto que es ficción, desde luego, pero creo que dice mucho de sobre cómo estamos y nos percibimos como sociedad. El término proyección, postulado por Freud hace referencia en colocar fuera una percepción interna, algo de nosotros mismos. Este proceso de proyección se da en nuestras relaciones con otros, pero también y es algo que se ha estudiado en detalle, en la producción artística, a través de lo que el psicoanálisis denomina “sublimación”, y ocurre como una forma movilizar y canalizar determinadas emociones, sobre todo las amenazantes.

Esto es particularmente interesante con el hecho de que, en un mundo mediado por la integración, la diversidad y el buenismo, nuestra fantasía se mueva hacia lo cruel, brutal y desgarrador, como algo atractivo y que desea inconscientemente para darle salida a todo aquello que censuramos y reprimimos por ir en contra de la neomoral de lo políticamente correcto.

Desde la psicología más científica, sabemos que nuestras cábalas y especulaciones del futuro tienen mucho que ver también con lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra historia presente, es decir, que tendemos a imaginarnos las cosas en base a lo que vivimos. ¿Es por tanto ese futuro negro una fantasía o la mera exageración de algo que, en cierta forma, ya estamos viviendo? Quizás tenga mucho de caricatura, pero creo que demuestra que las personas percibimos que los tiempos pasados fueron mejores, que hay poca esperanza en la mejora en base al esfuerzo o la meritocracia, incluso de la tecnología, que estamos en el ocaso de ese constructo que es Occidente o que quede cabida para la humanidad, los valores o la empatía en un mundo cada vez más individualista y relativista debido al postmodernismo.

Que todo eso, aunque lo proyectemos a la ficción del futuro, nos resuena porque en el fondo lo estamos viviendo hoy en día, o al menos, así lo percibimos y sentimos. Es enormemente paradójico que todo esto ocurra en mitad del auge de movimientos como el pensamiento positivo, el auge del coaching y el desarrollo personal, que parecen ser todo lo contrario: evadirnos a través de fantasías infantiles, de optimismo barato no fundamentado…

Creer que todo irá mejor y que podemos con todo.

No sé qué me preocupa más: que nos censuremos de forma absurda, que hayamos caído en una desesperanza que nos desmoviliza y angustia o que huyamos de la realidad a través de planteamientos propios de la fantasía y el razonamiento de un niño.