Es muy posible que no le suene el nombre Nerium oleander, pero si alguien le dice adelfa entonces es muy probable que sepa que hablamos de una planta, y no de una cualquiera, sino una de las que más abundan en nuestras carreteras, gracias a la afición que profesan los responsables de tráfico de nuestro país por esa especie vegetal.

Nadie pensaría que una planta venenosa y muy peligrosa para alguien con ciertas patologías es una de las más plantadas en España aunque, al menos, no suele ser frecuente en los jardines públicos o en las parcelas privadas. Sí lo son en las medianas de nuestras carreteras, sobre todo autovías y autopistas, donde forman parte del paisaje vial de nuestro país.

La adelfa es una planta muy resistente, barata, que requiere muy poca agua para su crecimiento y que crea un tupido bosque a la izquierda de nuestro vehículo cuando pasamos por la carretera. Sus defensores indican que separa los flujos de tráfico, evita los impactos frontales y los deslumbramientos. Y sus detractores, entre los que me encuentro, hablan de que esa barrera visual crea un efecto túnel que confunde al conductor, que tiene menor noción de la velocidad a la que circula porque una masa arbórea pasa a centímetros de la puerta de su vehículo.

Además, que evite los deslumbramientos del otro carril es una ventaja que pongo en duda: siempre es mejor ver el vehículo que viene por la otra calzada por lo que pueda pasar en caso de salida de vía, dándonos tiempo a reaccionar. Es el caso en el que perdió la vida una de mis mejores amigas, cuando un vehículo que se había salido del carril a plena luz del día pasó por la mediana e impactó de frente contra su coche sin tiempo a reaccionar, por las adelfas que lo tapaban todo.

Adelfas en la A92

Adelfas en la A92

Si las ventajas que se suponen de la plantación de adelfas son discutibles, lo son aún más cuando vemos todos los días uno de los mayores inconvenientes: su falta de mantenimiento. Y esto sí que es un problema. A modo de ejemplo, la A92, que se inauguró para la exposición universal de Sevilla en 1992, de ahí su nombre, en prácticamente todo su recorrido desde Sevilla hasta Puerto Lumbreras tiene la mediana plantada con una tupida e interminable sucesión de adelfas. Esta carretera es propiedad de la Junta de Andalucía, donde estas plantas carecen del mantenimiento más básico, es decir, podar frecuentemente.

Ese es uno de los grandes inconvenientes que nadie nombra: su carísimo mantenimiento, que implicaría una poda por lo menos tres veces al año, en un tramo de mediana de 400 kilómetros, cosa que ni de lejos se hace por su coste y por los peligros que conlleva cortar un carril en tantos kilómetros tantas veces al año. Así que lo barato en origen al final sale caro, en mantenimiento primero y seguridad después.

Como resultado, tenemos interminables tramos, sobre todo en la provincia de Sevilla, donde las adelfas superan los cuatro metros de altura. Pero eso no es lo peor porque en casi todo el recorrido de la autovía la planta ha crecido lateralmente hasta quedar por dentro de la línea blanca de la calzada izquierda en muchos tramos, pudiendo ser frecuente que las rocemos con el retrovisor al adelantar. Dejo para el final lo peor, que sí es un atentado contra la seguridad vial: la absoluta falta de visibilidad en curvas hacia la izquierda donde esa invasión no nos permite ver más de 100 metros de la calzada en algunos tramos, que solo tardamos en recorrer 3 segundos si vamos a 120 km/h.

Viajo mucho en coche, por muchos países, y las medianas tienen algo en común en Europa: no hay nada plantado en ellas.