Somos cristianos, al menos culturalmente, aunque haya ateos, agnósticos, creyentes, practicantes, no practicantes y mediopensionistas en toda Europa. Somos en España herederos de una versión más mediterránea, más semítica, más influida por años de convivencia y conflicto, pero asimilando y fundiendo cultura, mezclándonos una y otra vez con sefardíes, musulmanes, germanos, celtas sobre una base ibérica que adoptó a Astarté como precursora de un fuerte marianismo.

Somos católicos culturales hasta cuando beligeramos con vehemencia en defensa del laicismo, de la separación de las iglesias del Estado. La semana pasada, un catalán de cuna burguesa (Marc Bassets) y un madrileño de Vallecas de cuna obrera y refinado (Javier del Pino) se fueron a París a entrevistar al catedrático de filosofía y prolífico autor Henri Peña- Ruiz.

Soltó una cantidad de leyenda negra por la boca, en cuanto a Isabel la Católica que me imagino a Elvira Roca, Julián Juderías o Rafael Altamira llevándose las manos a la cabeza. Escuchar a un comunista hablar sin pelos en la lengua del Estado cobarde en referencia a la decadencia del republicanismo en Francia, a pesar de sus evidentes sesgos negrolegendarios fue para mí enriquecedor. Me hizo pensar en el acervo cultural enorme y común que nos une y en la suerte que tenemos aquellos que sabemos que el libre albedrío es un activo fundamental de nuestra potencia cultural. El futuro no está escrito. Te lo haces tú, con tus acciones y omisiones, con tus aciertos y errores… La libertad profunda del individuo y por consiguiente su infinita responsabilidad.

Me resonaban las palabras del autor de Antología Laica (Ediciones U. de Salamanca 2009), al que leí mucho antes de los atentados islamistas que empezaron a azotar Europa y especialmente Francia y España. Sin esos atentados, el libro para mí no tenía el sentido que ha cobrado con el tiempo y los desastres que el terror ha traído a Europa y nuestro orientalismo solo ha visto ahora cuando nos azota en casa en escalas mucho menores que en África u Oriente Medio y otros países de Asia.

Peña- Ruiz no oculta su origen en las filas del comunismo francés. Me acordaba de sus reflexiones mientras un gallego que empezó de aprendiz a los 14 años en los astilleros de Vigo me hablaba de virtudes, mencionaba las teologales y se paraba en la cardinales. Qué lejos quedan aspectos importantes de la formación que todos debiéramos conocer. ¿Qué joven sabe hoy a lo que nos referimos? Mi abuela Pepita te las recitaba y explicaba a la perfección, aprendidas en la escuela de La Goleta en Málaga en los años 20.

Alcanzar la virtud, y la virtud en sí misma, forma parte central del pensamiento de Platón y Aristóteles, bien conservado y preservado aquí por Roma, luego por el Califato de Córdoba, luego en Toledo por Alfonso X y finalmente afinado y elevado a la base de la filosofía y pensamiento occidental en Salamanca. La historia no empezó en la Ilustración, como el actual director del Real Instituto Elcano, José Juan Ruiz y muchos admirados colegas suelen decir. La historia sufre reveses y aceleraciones, el Contrato Social no hubiera nacido sin el pensamiento anterior de Francisco de Vitoria o de Erasmo, ni la revolución industrial y científica, ni las vacunaciones masivas ni la economía moderna nace con Adam Smith. Que se lo pregunten a Fabián Estapé del que ya han fallecido alumni tan insignes como él. Pude escuchar a los dos gracias a Ametic en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El fallecido liberal Josep Piqué y el conocido socialdemócrata Antón Costas. Decían ambos, en un diálogo inolvidable, que su maestro Estapé decía que para ser economista solo había que saber dos cosas, Historia y Economía.

Habíamos hecho el trayecto desde Atocha a La Granja de San Ildefonso en un minibús. Te sientes con quien te sientes aprendes. Nos sentamos juntos Ricardo Fisas, CEO de Natura Bissé y yo, y pasamos el viaje hablando de historia, de las fuentes que usamos, los libros que leemos, los podcasts que oímos, los sesgos que nos han metido hispanistas extranjeros que nos escribieron la historia. Me apunté dos, uno de Quevedo  España defendida, (España defendida y los tiempos de ahora de las calumnias de los noveleros y sediciosos, 1609-1612) . Encontré una versión muy bien reeditada y trabajada por la Universidad Estatal de Nueva York aquella misma tarde. Otro, de un autor colombiano, Arturo Aparicio, Mar de Sangre, Memorias de Cartagena (de Indias ), Planeta 2018. Ya deben estar en proceso de entrega a mi casa.

Me acordé escuchando a Costas, de Estapé, de Piqué, de la Historia y de la conversación en el minibús con Fisas. Lo importante que es escuchar y pensar, no hacerlo como un loro, acríticamente. Conectar.

-“Templanza, Prudencia, Fortaleza y Justicia.” Recuerdo a mi abuela recitándomelas. Un mujerón altísimo para la época, con un tipazo, un 42 de pie y una curiosidad infinita, con sus libros del bibliobús de la Diputación Provincial, el único acceso que se podía tener a la cultura escrita en un pueblo de 400 habitantes.

De pequeño pensé que las virtudes cardinales eran parte del catecismo. No las separé de las teologales hasta que otra comunista acérrima, que me dio filosofía y me ayudó con mi tío Carlos a amarla, me enseñó que ya las había enunciado Platón y que formaban parte de los pilares de la ética y la moral de muchas civilizaciones posteriores.

La excelencia, tan cacareada en las “Business Schools”, ya estaba desarrollada conceptualmente hace 2500 años, la Areté, que se sustentaba en Andreia ('valentía'), la Sofrosine ('sensatez, moderación, mesura') y la Dicaiosine ('justicia'). He tenido que buscar el libro de Anaya 3º de BUP. Platón añadió una cuarta: la Prudencia.

¿Por qué las menciona el presidente del Consejo Económico y Social del Estado ante 120 CEOs de compañías medianas? Porque la educación actual no está formando ciudadanos en el sentido clásico de la palabra.

Empezamos por la productividad, que según Paul Krugman no lo es todo, pero en el largo plazo lo es casi todo. Continuamos por los recientes estudios sobre la misma, su pérdida y estancamiento y sus causas. Es difícil entender que, con los extraordinarios avances tecnológicos de las últimas décadas, no se haya disparado. Muchos países, entre ellos España, llevan demasiado tiempo estancados en productividad. Otros, como el Reino Unido, incluso retroceden. Difícil no acordarse de las películas críticas del Ken Loach de los 90 y de la novela de Jonathan Coe, Menudo reparto (Ed. Anagrama, 2010).

El profesor Costas nos explicó que recientes trabajos académicos relacionan productividad y desigualdad, tanto territorial como social y, de nuevo, nos da el ejemplo de Londres, cuya economía de la agregación y productividad no compensa su pérdida en el resto de una cada vez más depauperada Inglaterra. Nos menciona las fuentes, para que los curiosos indaguemos y cita The Productivity Institute de Manchester, una vez cuna de la Revolución Industrial. En España, lo más parecido es Orkestra en el País Vasco, también ocupado en este asunto, en su vertiente competitividad, en el que, a pesar de la ingente inversión, y la abundante fertilización que aporta una financiación tan privilegiada como desigual para las demás empresas españolas, la industria vasca, la mejor que tenemos, no acaba de sacar buena nota.

Una colega, mostrando un poco la patita, me comentó que Costas estaba obsesionado con la igualdad. Le aclaré que lo estaba con la desigualdad, que no es lo mismo. Estoy seguro de que no escuchó con la intención de revisar sus sesgos, de escuchar activamente. Como vio que no le di la corriente cambió de tema.

La sombra de Salvador Gabarró, en su mejor versión, la de Gerente General de Roca, planeó muchas veces por la sala del centro de convenciones del Parador de La Granja. Me hubiera gustado tanto poder haber asistido a las conversaciones entre Costas y Gabarró en el Cercle, en la UB o en el Colegio de Economistas, dos monstruos haciéndose preguntas. Con la admiración y el respeto mutuo, con ansias por aprender. Gabarró decía que las empresas tienen que crecer, que el empresario que no aspira a hacerlo deja de serlo, que sólo creciendo puedes generar oportunidades para incorporar y hacer crecer al mejor talento joven. Verdades como labios, cambiando las espadas de nuestro Vicente Aleixandre andaluz nacido en Sevilla y criado en la calle Córdoba de nuestra Ciudad del Paraíso, por verdades.

La ambición de crecer defendida por todos, con unanimidad, en un momento en que hay una música que dice que hay que decrecer, sonaba extraña. ¿Es compatible con la sostenibilidad y el planeta? Javier Vega de Seoane, aseguraba que sí, que la tecnología bien usada nos lo permitiría. Los dos contertulios, aún más extremos en sus ideologías que en el debate Piqué- Costas de Santander, estaban de acuerdo. De Seoane aseguró que en los muchos años que lleva presidiendo sedes en España de multinacionales extranjeras, como ahora Fujitsu, las filiales españolas, han sido un benchmark para las corporaciones en gestión, innovación, competitividad, en definitiva, en productividad.

Entonces, ¿qué nos pasa? ¿Por qué no ganamos la carrera de la productividad que es la clave del bienestar y progreso de un país?

Dice Costas, y no es la primera ni la segunda vez que se lo escucho, que algo haremos bien en innovación y competitividad cuando en los últimos 23 años, de manera continuada, hemos tenido una balanza de pagos con superávit, cosa que ningún par europeo ha conseguido.

Atinadamente, mi colega abogada experta en "lesiones" y adquisiciones, por su caída en la ruta en bici gentileza de Orbea, aportó que mientras sea Hacienda la que dice lo que es I+D y lo que no y mientras que esta ponga el freno para no aceptar las menguantes deducciones fiscales de I+D, saldremos mal en la estadística y en los rankings mundiales. Algo llevará el agua cuando los expertos la bendicen.

Hablaron ambos de mimar, cuidar e impulsar las ETIS, las empresas de tamaño intermedio. El cordobés que tiene su alma en La Carihuela y habitó La Primera de Monte Mar en el Torremolinos que era tan Málaga como El Palo, Pedro Gutierrez, presidente de Bankinter, nos decía que fuimos las ETIS, las que con nuestra potencia exportadora recuperamos la credibilidad internacional de España en la crisis del 2008, que la economía no deja de crecer y que lo hace impulsada por las exportaciones, por la extraordinaria competitividad de empresas como las nuestras, que facturan más de 160.000 euros por empleado. De las más de 3 millones de empresas de España algo menos de 20.000 son medianas. Son las que tiran de la economía. Pero nuestras empresas, en España son un 22% más pequeñas (por facturación y número de trabajadores) que las de la media de la UE 28. Hay que crecer. Y hacerlo impulsando a los campeones ocultos es multiplicar el tamaño de nuestra economía.

Las 125 empresas que estábamos allí facturamos casi 17.000 millones, con 106.000 empleos directos y 248.000 empleos totales. Vertebran España porque el 40% están en municipios de menos de 20.000 habitantes, exportamos 7.500 millones de euros, un 2,2% del total de España, están mucho más comprometidas con la sostenibilidad que el resto de las empresas españolas e incorporan la internacionalización y la innovación como elemento central de la estrategia empresarial. Los datos, confeccionados por PWC están disponibles online.

Hubo consenso en que hay que mejorar la colaboración público-privada y que existe una desconfianza mutua entre ambos, a pesar de que Cre100do es un magnífico ejemplo de esta en la que el gobierno, a través del ICEX participa activamente en el programa, instituciones, actividades, financiación y gobernanza.

Hubo consenso y se citó así, como lobby de la ciencia, en que intentan equivocadamente asimilar ciencia e investigación a innovación, craso error. La innovación es más holística, va más allá y se puede hacer con investigación y ciencia propia o de otros.

Tras el aprendizaje, hizo la maestría, trabajando en Galicia hizo el peritaje, Ingeniero Técnico Industrial, apoyado desde los 14 años por su empresa que le vio partir a Barcelona para estudiar Económicas. Destacó que hasta mitad de los 70 tuvimos una formación profesional de excelencia que funcionaba bien. ¿Recuerdan Vds. las Universidades Laborales, los aprendices, los oficiales y los maestros? Una lluvia de pedagogos nos ha estado destrozando la educación desde entonces. Un modelo que perdió el prestigio social de la formación profesional, la abolición de la formación dual, la persecución de las prácticas, el desprecio del mérito, el destierro de la memoria en la educación, como si sin memoria se pudieran conectar conceptos y datos que no están en nuestro conocimiento, nos han llevado a un pésimo sistema de capacitación del talento que nos pone plomo en las alas.

Escuché con grata sorpresa de boca de Vega de Seoane criticar a la Escuela de Chicago y a uno de sus iconos, Milton Friedman y su teoría de que la única función y prioridad de la empresa era maximizar el valor para los accionistas, empujando a los directivos a buscar el resultado a corto plazo y despreciando aspectos sociales y medioambientales clave de las empresas. Sus palabras, que suscribo, fueron “maximizar el valor total aportado a la sociedad, en el que se incluyen mucho más que los accionistas” ya que es la sociedad la que nos otorga “Licencia Social para Operar”.

Rechazamos unánimemente a aquellos que nos ponen sombrero y puro. Aportó Costas una nota histórica, ya los griegos usaban la colaboración público-privada en las empresas en las que una polis montaba una colonia. Miren Vds. la Magna Grecia en Sicilia y maravíllense de lo bien que funcionaba. “Vino viejo en odres nuevos”, lo calificó Antón y nos recordó que los PERTES no son más que eso, modelos para la colaboración y coinversión público privada para la transformación de la economía y la mejora de la resiliencia.

Nos habló de un libro que ya viene por Amazon para casa, The Crisis of Democratic Capitalism , del Director del Financial Times, Martin Wolf (Penguin, New York 2023). Dice Wolf que si miramos de cerca lo que está pasando en nuestras economías y nuestras políticas, debemos reconocer que hay una necesidad urgente de cambio si es que queremos que los valores occidentales de libertad, democracia e ilustración sobrevivan. Para tener sociedades prósperas, el capitalismo y la democracia deben complementarse y realimentarse.

Costas, que comunica de maravilla, con pedagogía y sin estridencias, nos recordó que “el capitalismo es como el colesterol, que hay uno bueno y uno malo”. El bueno, en su definición de la economía clásica se define como “a riesgo y ventura del empresario”. Lo que no se puede hacer es dejar el riesgo a unos y la ventura a otros. En una sutil defensa del Estado Emprendedor, defendió que ambas partes compartan riesgo y ventura. No es así lo que yo veo estos días en muchos ALFA, el partido dominante en las últimas 6 décadas, Altos Funcionarios de la Administración, bien preparados para decir no, dejar el riesgo a la empresa sin que nadie vea que las apuestas estratégicas trascienden los horizontes electorales y tienen tanto riesgo que ninguna empresa puede abordarlas en solitario. Ahí nos ganan las autocracias. Y pocos lo ven. El mayor riesgo para el capitalismo democrático es el palizón que nos están dando las autocracias. He de decir en defensa de los ALFA que cada vez hay más que ven la evidencia y necesidad que defiende Martin Wolf. Allí teníamos a un letrado del Consejo Económico y Social de Marbella que era de esta creciente minoría, comprometida con una mejor versión de España.

Acabamos, cómo no, en la materia prima de la prosperidad, del emprendimiento y del capitalismo bueno. El talento, y la necesidad de aunar escuela y taller. A las virtudes cardinales, este sabio, añadió como Platón en La República, una más que los alumni aprenden en la formación dual: la Puntualidad.

La última frase, lapidaria, fue “El progreso de un país depende sólo de la cultura”. Amén.

Me volví al AVE sentado esta vez con Antonio Gómez Guillamón de Aertec, otro admirado colega que pasaba esa noche el relevo de Ingeniero del año del Colegio de Ingenieros Aeronáuticos en Madrid al siguiente. ¡Qué importante reconocer a los aristoi, a los mejores, a los que hacen cosas por tantos! Antes, había dado un abrazo a Enrique Colilles de Trops que viajaba con su bici de vuelta a Málaga y pensé que muchos más que nosotros tres debían conocer la fortuna que tuvimos estos dos días, algunos de los mensajes, la humildad con la que tantos empresarios van a conocer y conocerse y las ganas de todos de tener y contribuir a un mundo mejor. ¿Dónde mejor en que en esta columna?