El lunes a las portadas
llegó lleno de deporte,
mas Málaga o Unicaja,
no ocuparon los faldones,

titulares y tejados.
Olímpicos de la Uni,
Alberto, titán del rugby
y el tenista deportado

por no querer vacunarse
y preservar su libertad.
“Tranquilo, no pasa ná,
pero a jugar a otra parte”.

Con Australia, poca broma.
Las antípodas, ni modo,
cuando aprueban unas normas
las aprueban para todos.

Cuidar es querer también
y querer es dar calor.
Y una carta es la mejor
manera de hacerle ver

al que padece en la quinta
planta del Carlos de Haya
la seca angustia infinita
del que pierde la esperanza

y al Covid le tiene miedo
entre paredes tan frías,
solo, triste y sin consuelo.
Que la noticia del día

sea una carta que te llegue
de alguien que no es conocido
le dan mérito y sentido
a esa Belén Navarrete

que es enfermera y cartera,
y que honra a su profesión
trayendo fuerza y valor
al que lucha en esta guerra.

Dos mil veintidós llegó
escaso de malos ratos:
por eso una buena tarde
el cotarro lo animó
con un tráiler de nitrato
que en La Cala se echó a arder.

Se formó un cacao imponente
y se puso el vello tieso
del que escuchó nuevamente
hablar de confinamiento.

En los carteles han puesto un nombre que yo sí quiero mirar
desde la Puerta del Sol a la Puerta de Alcalá.
Que en los Madriles son muchos miles quienes querrán visitar
la Málaga, que en Fitur, ha vuelto a promocionar

por donde vayas
rincones de sol y playa,
de serranía,
cultura y gastronomía.
Y en ese otro cartel
que el martes se presentó
está un rincón
que Prini dibujó
y está mi corazón.

Fernando Prini, corazón mío,
hay tantas formas de decir Málaga en un cartel.
Fernando Prini, esta habrá sido
la más grandiosa, más exquisita y bella a la vez.

¡O-LÉ!