Atención, porque salta la noticia: Dicen algunos grupos activistas del feminismo y voces de la España laica que deberíamos replantearnos la revisión del calendario laboral para entregarnos a hitos de la ciencia, en lugar de brindarnos a un puente como este, en el que empezamos festejando la Constitución española (¡fachas, que sois unos fachas!) para terminar entregados a la festividad de la Inmaculada Concepcion de cada 8 de diciembre. ¡Ains!

Se preguntan dónde está el arraigo de esta fiesta que, más allá de celebrar el dogma de la Purísima Concepción, les permite (sí, a ellos también) disfrutar de una de las etapas del año más esperada, por aquello del asueto y de la necesidad de dar un respiro al cuerpo. Ojo, que son miles los que siguen trabajando en seguridad, hostelería, comercio y otras guisas, para que otros muchos disfrutemos, pero lo cierto es que el 8 de diciembre está más que asentado en un calendario donde, guste o no, la pauta de esos días en rojo (qué paradoja lo del rojo) la marca la tradición católica.

Un país que evoluciona debe ser un país en el que se debate, en el que se presentan ideas y en el que (al menos eso se espera) se eligen las mejores para seguir construyendo un lugar mejor. Más que de progresismo, hablemos de progreso. Un país que, como el nuestro, debe pelear por liderar y no por ser liderado. Un país, en definitiva, que quiere seguir creciendo pero… se pregunta este humilde columnista: ¿Acaso esos debates estériles, más condicionados por la animadversión al catolicismo que por otra cosa, ayudan a que seamos mejores? A mi entender, humo y más humo, frente a la situación de la economía, el disparatado incremento de delitos contra la indemnidad sexual, la irreparable situación de desamparo social de miles de familias o el inabordable estado de los precios de carburante o energía. Con perdón, pero ahí debe estar el discurso.

Y a todo esto, Málaga hasta los topes de gente, con menos hueco que la agenda de un médico de cabecera y con una sensación de ciudad conquistada por el foráneo que sigue mosqueando al vecino del centro pero alegrando a la economía local, al hotelero que se sabe necesitado de muchos puentes como este y del hostelero que se suma a esa teoría y que cruza los dedos para no ser de nuevo el señalado, si la evolución de la pandemia sigue hablando de positivos de cien en cien.

De puente a puente, que decía aquello de ‘La Oca’. Constitucionalistas o no, creyentes y no creyentes, salen hoy de este encadenado de días feriados que no es sino anticipo de lo que nos viene en poco mas de un par de semanas. Con poco que celebrar, porque la cosa está fea, celebremos la vida… que en Málaga sabe muy bien.