Si uno escucha un: "¡Cofrades, a la calle!" y no se le viene a la cabeza el meme en el que se ha convertido Angelito, el aguaor, puede que no se entere mucho de lo que va esta columna. Pero bueno, haré lo posible para que se entienda.

Mientras que en los últimos días hemos visto como La Malagueta estaba a la mitad de su aforoLa Rosaleda abría con público la temporada o en Torremolinos se celebraban fiestas multitudinarias, a los cofrades se les está poniendo cara de vinagre con tanta restricción.

Desde el 15 de enero de 2021 está en vigor un decreto de la Diócesis de Málaga por el que, expresamente, se prohíbe el culto externo. Este decreto es heredero directo de la prohibición que se incluía en el BOE en las primeras restricciones del estado de alarma decretado por el Gobierno de España.

Este fin de semana hemos visto movimiento cofrade, con pasos en la calle, en Jerez. Hace unos días salía también el trono de la patrona de Benamejí, en ciertos lugares se va viendo la luz al final de ese túnel en el que algunos piensan que están por no ver procesiones. 

La asamblea de los obispos del sur de España (ODISUR) sí se coordinó para, a su ritmo, ir cortando las alas a los cofrades que veían incluso la posibilidad de hacer una Semana Santa adaptada en 2021. Ahora, al contrario, cada uno hace la guerra por su cuenta. El obispo (y las autoridades civiles de Jerez de la Frontera) hacen de su capa un sayo y funcionan como laboratorio cofrade.

Mientras, en lugares como Málaga, estamos viendo como ni por el lado diocesano ni por el cofrade hay una iniciativa clara para retomar el culto público. El primer acto que podría haberse realizado con una cierta mesura fue suspendido hace semanas: el rosario de la Virgen de la Victoria.

En cualquier caso, para decidir el cuándo lo que hace falta es definir muy bien el cómo. Si se ha hecho o se está haciendo, no ha trascendido ni siquiera a cofrades en puestos de responsabilidad. Si después de un año y medio a nadie se le ha ocurrido tomarse en serio esto, el problema es, sin duda mucho más grave.

Aquel famoso "¡Cofrades, a la calle!" se ha quedado en el imaginario cofradiero como una anécdota, pero muchos sueñan con escucharlo como una realidad. En Jerez o en Córdoba ya lo han hecho.