Málaga ciudad

Los ángeles del barrio de San Andrés de Málaga: la brillante coordinación que salvó la vida del pequeño George

Dos farmacéuticas de la calle Panerón fueron fundamentales cuando el bebé entró en parada al sufrir un síncope. Ahora, aseguran, se han convertido en sus nuevas "madrinas".

Más información: Paulo, el héroe que salvó a un vecino en Málaga tras un paro cardíaco: “Lo personal queda a un lado en un caso así"

Publicada
Actualizada

El pequeño George Osasuwa reposa la cabeza en el hombro de Anabel, ajeno al bullicio de la farmacia de la calle Panerón de Málaga. Tras unos minutos jugueteando con su pelo, el bebé de apenas cinco meses se rinde al sueño. Su relación es especial y la escena transmite calma, pero encierra una historia de verdadera angustia y vértigo.

El martes 2 de septiembre, la farmacéutica Anabel y su compañera Claudia lucharon por devolverle la vida al pequeño tras sufrir un síncope. La situación dejó por unos minutos en vilo al frenético barrio de San Andrés. Ahora las trabajadoras han generado un vínculo emocional mágico con el bebé y su familia y se definen como sus "madrinas farmacéuticas".

Todo ocurrió sobre las once y media de la mañana. Los vecinos que presenciaron los hechos aseguran que fue "de película". El pequeño George Osasuwa se desvanecióen su propia casa mientras se encontraba con su abuela, Augustina. Había tomado algo de fruta con normalidad y cuando la mujer comenzó a prepararlo para darle un baño, el bebé comenzó a no reaccionar a ningún estímulo.

Augustina se asustó mucho, pero su capacidad de reacción fue decisiva, un reflejo que no siempre aflora en situaciones de tanta tensión. Salió corriendo hacia la calle, a gritos, para pedir ayuda, con la dificultad extra de no saber hablar un español fluido. La familia es originaria de Nigeria.

Fue pasando por los diferentes negocios solicitando auxilio. En la panadería no sabían muy bien cómo ayudarla, se quedaron en shock. Nadie tiene un manual de cómo reaccionar ante una situación extrema. Y menos con un bebé.

Una imagen de toda la familia.

Una imagen de toda la familia. A.R.

Luego acudió a la frutería, donde pidió que le llevaran al hospital con su furgoneta. Pero Antonio, el frutero, le recomendó que acudiera mejor a la farmacia mientras llegaba una ambulancia. "Fue lo que se me vino pronto a la cabeza. El niño estaba muy mal, no hacía nada, estaba muy malito... Pensé que igual allí podían ayudarle", cuenta el hombre a este periódico.

Antonio, en la frutería.

Antonio, en la frutería.

Ángeles de blanco

Y bendita recomendación aquella. Allí estaban los ángeles de la guarda del pequeño George: Anabel Vargas y Claudia Milenkoff. Ambas conocían desde su nacimiento al bebé. Le habían pesado varias veces en la farmacia y veían a diario a su familia por el barrio. A Anabel no se le borra de la cabeza la imagen de esa abuela desesperada llegando a su negocio con el crío en brazos. El niño estaba frío, totalmente débil y no presentaba signos vitales. Había que reaccionar de inmediato.

Claudia cogió una pequeña alfombra acolchada que tienen en el peso de los bebés y la colocó en el suelo. Pidió espacio para que no se agobiara al menor, mientras que Anabel, que escuchó a su abuela decir que había comido fruta, trató de hacerle la maniobra de Heimlich. “Yo pensaba que se había atragantado. Le di una palmada fuerte en la espalda y soltó algo, empezó a respirar un poco, pero no terminaba de reaccionar”, explica la farmacéutica.

Una de las compañeras de la farmacia, embarazada, tuvo que salirse del local, totalmente superada por la situación a nivel emocional. Varios testigos llamaron a emergencias y el 061 comenzó a darle instrucciones a Claudia y Anabel, que procedieron a reanimar al menor.

En la RCP, una se encargaba de la boca, y la otra del tronco. Unos días después de los hechos, las compañeras se miran y no saben realmente cómo lograron mantener la calma. "Fue todo muy improvisado, pero a la vez coordinado", reconoce Anabel.

"La chica del teléfono también lo hizo fenomenal para las voces que le dábamos. Nos hicieron muchas preguntas y nosotros solo le decíamos que era un bebé y que no tenía señales vitales, que vinieran ya", recuerdan. 

Al otro lado se encontraba Cristina Galván, que al conocer por redes sociales que George había salido adelante no pudo ponerse más contenta. "Estuve apoyando en la reanimación del bebé, me llevé un gran susto sin conocerlo y es una alegría saber que salió de esto", ha escrito en un post de la familia la joven.

Aunque la asistencia sanitaria llegó en pocos minutos, para los presentes fue una eternidad. “Por más que le presionábamos el pecho, parecía que no arrancaba. Empezaba a respirar pero se volvía a quedar flojito”, recordaban las farmacéuticas.

Las farmacéuticas con George.

Las farmacéuticas con George.

Aplausos

La tensión se mantuvo hasta que el médico de la ambulancia confirmó que habían estabilizado a George y que se encontraba fuera de peligro. Anabel pidió un aplauso para el equipo médico entre lágrimas y abrazada a su compañera. Cuando vieron que lo habían conseguido, las dos se rompieron en mil pedazos. Los sanitarios les confirmaron que gracias a su increíble trabajo, el tiempo se ralentizó lo suficiente para evitar una tragedia.

George permaneció ingresado dos días en el hospital, donde se le realizaron múltiples pruebas que descartaron secuelas neurológicas. “Temíamos que le quedara alguna lesión tras tantos minutos sin respirar, pero ha salido todo bien. Tiene una mirada muy viva. Es un niño muy fuerte”, destacaba Claudia, aún con la emoción dentro del cuerpo.

Beauty, la madre del menor, asegura que pocas horas después ya jugaba en la cama y volvía a tener la alegría que suele tener desde que nació el pasado 24 de marzo. “Esto no se puede contar porque nadie lo cree”, decían los testigos con ojos llorosos y sonrisas de alivio.

La familia, Antonio y las farmacéuticas.

La familia, Antonio y las farmacéuticas.

Un barrio unido

Tanto Claudia como Anabel ponen en valor la actitud del barrio. Fueron varios los que ofrecieron sus coches para llevarlo al hospital, decenas de personas se acercaron a la farmacia por si necesitaban cualquier cosa... "Siempre se sacan las cosas malas, pero San Andrés está llenito de gente buena", afirman ambas, sin comprender los prejuicios que recaen en esta barriada de la zona oeste.

En cuanto a la familia, llevan una década asentados en el barrio y aseguran que no podían haber elegido mejor. “No podemos estar más agradecidos, aquí tengo a mi familia”, confiesa George, padre del pequeño, aún con el miedo en el cuerpo tras pensar que lo perdía. Todo ha quedado en un enorme susto.

La farmacia de la calle Panerón se ha convertido en un lugar especial para ellos: los grandes ojos de su hijo vuelven a brillar con fuerza y desde el martes el bebé tiene dos madrinas farmacéuticas que lo acompañarán siempre en su historia de vida.