Actuación del grupo 'Seguiriyas' en la Peña Juan Breva durante la Feria de Málaga.
La magia de la Peña Juan Breva en plena Feria de Málaga: “Aquí el flamenco se vive como antes”
La institución que lleva abierta desde hace casi 70 años ofrece una programación diaria de cante flamenco gratuita durante la semana de fiesta hasta completar aforo.
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Ir a comer a la mítica Peña Juan Breva, situada en pleno centro, un día cualquiera durante la Feria de Málaga es una tradición para muchos malagueños que viven las fiestas rodeados de familias y tradiciones.
Tal es el interés por echar un día de feria en este rincón del flamenco que la cola llega a la calle, pese a tener el comedor a rebosar. Unos se quedan fuera, pero otros, los afortunados que lograron reservar, pueden descubrir la verdadera esencia de la feria.
Tras una puerta verde de metal unas escaleras desembocan en una sala sumida en la oscuridad en la que solo se aprecian las caras de los allí presentes repleta de mesas colocadas de forma estratégica para que en el centro, alumbrados por un foco, el escenario donde empieza la música.
En el 'Colmao', la sala donde surge la magia, celebran los espectáculos protagonizados por un cantaor, un bailaor y un tocaor. Todo corre por cuenta de la peña, a cambio solo piden respeto y silencio durante el pase. Y vaya que si lo consiguen.
El ruido de saludos entre amigos, unidos por su pasión por el flamenco, deja de existir en menos de diez minutos. A las 14.00 horas no se escucha ni el aleteo de una mosca. Los asistentes contienen su respiración, tienen miedo de parpadear pues no quieren perderse ni un solo movimiento.
El grupo flamenco Seguiriyas se sube al escenario de la Peña Juan Breva. Con la sala sumida en absoluto silencio y sin micrófonos ni altavoces, dos cantaoras, una bailaora y un hombre a la guitarra hacen que el flamenco llegue a todos los rincones de la sala.
El 'Colmao' de la Peña Juan Breva durante la Feria de Málaga.
José, uno de los socios y secretario de la peña, disfrutó el pase desde lejos junto a varios de sus compañeros. La sala estaba a reventar, aunque eso no les pilló de sorpresa porque la Peña Juan Breva es un lugar en el que el flamenco se lleva en la sangre, uno de los pocos sitios en los que aún se celebra este arte como se hacía antes: con respeto y admiración.
A su alrededor, un reducido grupo de gente disfrutó del espectáculo. Sus ojos abiertos como platos, con ese brillo que adquieren cuando ves algo fascinante. Ya fuese sentado o de pie, en primera fila o pegado a la pared. De una forma u otra, es un privilegio poder estar ahí.
El grupo ya está en el escenario. Tres mujeres, un hombre. Dos de ellas comienzan a cantar suavemente al compás de la guitarra. De repente, la que está en la esquina se pone en pie. Mueve sus brazos lentamente, acude al centro del escenario de forma pausada. Y, ¡pum!, resuena el taconeo sobre el piso, las voces suben el volumen y la sala deja escapar un suspiro.
El 'Colmao' de la Peña Juan Breva durante la Feria de Málaga.
El jamón, el vino y la cerveza quedan en un segundo plano. Nadie presta atención ni a su copa ni a su plato, solo tienen ojos para lo que está sucediendo en el escenario. La bailaora siente cada movimiento de su cuerpo, su cara la delata. Las voces resuenan en los tímpanos, consiguen bellos de punta y piel de gallina entre el público.
Ofrecen espectáculos todos los días de feria y además gratuitamente. Puede entrar todo aquel que lo desee. ¿El problema? No siempre hay espacio para todo el mundo. El aforo es muy limitado, se busca "velar por la pureza" del flamenco.
Por eso, un poco antes del primer pase la peña permite la entrada a la sala. En cuestión de segundos, la marabunta se ha hecho dueña de cualquier rincón habitable. No queda ni un hueco libre. A veces, hacen excepciones. Hay quien viene desde muy lejos, motivado por su gran interés por el flamenco. "Y se le permite entrar aunque sea de pie", dice José.
Grupo 'Seguiriryas' en la Peña Juan Breva durante la Feria de Málaga.
El resto del año la peña sigue con vida. "Cada martes se hace una sesión de estudio en la que gente experta viene a dar una charla sobre flamenco", comparte el socio. Puede acudir cualquiera que así lo quiera, incluso tiene voz en el debate postreunión.
Además, está siempre abierta, ya sea por el museo, por las clases de flamenco o por las distintas actuaciones que realizan. Los turistas también tienen mucho que ver. Sus visitas ayudan mucho a la supervivencia de la peña, aunque la gran mayoría no son "guiris", como dice José, sino españoles que saben a lo que van.