Manuel Guillén, biznaguero. Facebook
El oficio del biznaguero en Málaga: "Es una cosa muy bonita y un orgullo hacer la flor que representa a mi ciudad"
Manuel Guillén lleva dedicándose al mundo de las biznagas desde hace más de 30 años junto a parte de su familia.
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Todavía es de noche en la calle y pese a que es verano, hace algo de fresco. Las farolas siguen encendidas y solo se ven unas pocas ventanas alumbradas. Llega un coche al barrio del que se bajan varias personas ataviadas con gorras y cubos.
Aparecen en frente de tu casa. ¿Qué hacen? No están robando, tampoco son unos desconocidos. Tus padres los conocen desde hace tiempo y están más que de acuerdo de que recojan jazmines para hacer la flor de Málaga.
Son, como localmente se conoce en la provincia, biznagueros. Manuel Guillén es uno de ellos. O, Manolo para los amigos, lleva más de 30 años dedicándose al mundo de las biznagas.
Fue de su padre de quien aprendió todo lo que sabe. "Es el que me enseñó el oficio, el que me lo metió vía venal", comenta. Empezó muy joven, con unos 10 años, a coger los jazmines para hacer las biznagas, cosa de la que también se encargaba.
No es un trabajo sencillo ni mucho menos."La biznaga hay que sudarla y trabajarla para ganar dinero", explica. Aunque, como decía su padre —y eso vale para la biznaga y para todo en la vida—, "para ganar un duro hay que sudarlo y hay que trabajarlo".
El amor por esta flor lo lleva en la sangre. Da igual cuánto tenga que trabajar, siempre "me gusta hacer la biznaga, llevar el nombre de Málaga", apunta. Porque sí, la biznaga es un símbolo de la Costa del Sol y Manolo lo luce con mucho orgullo.
Manuel Guillén, biznaguero en Málaga.
Y es que si no le gustase, no llevaría más de tres décadas dedicándose a ello. ¡Ojo! Su vida no solo gira en torno a esta flor. De lunes a viernes trabaja en una oficina, ser biznaguero es una forma de ganarse un dinero.
"Es muy difícil vivir hoy en día de eso", asegura. La biznaga dura poco más de cuatro meses, de mayo a septiembre, octubre como mucho. Las ganancias pueden ser altas en los meses de verano, pero no lo suficiente como para vivir de ellas el resto del año.
Manolo tiene una casa que mantener y compañeros a los que pagar. No está solo en el negocio, cuenta con el apoyo de personas que lo acompañan a recoger palos y jazmines, a elaborar la biznaga y a ofertarla en eventos.
La mayoría es familia de sangre, otra como si lo fuera. Pero eso no quita que no tengan derecho a recibir una compensación por su esfuerzo. Mujer, hijas, hermanas, cuñados, sobrinos, primos trabajan junto a él en el oficio.
Pero es Manolo el que carga con más de 30 años de experiencia a sus espaldas. Ya no es "el biznaguero que vende en la calle", cuenta. Ahora se dedica más a eventos y bodas, la biznaga es la flor del momento.
Manuel Guillén, biznaguero.
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"Es un regalo, un detalle muy malagueño, regalar una biznaga, y además gusta mucho", corrobora el hombre. Y es que cada vez más gente conoce esta flor gracias a la información difundida por medios y redes sociales.
Los cursos también tienen mucho que ver. De hecho, Manolo ha impartido alguno. Y, en más de una ocasión, los asistentes han alucinado con la gran cantidad de trabajo que se esconde tras la flor.
Acudir en busca de los palos para la biznaga veinte días antes de su elaboración, prepararlos durante varios días, recoger los jazmines de la flor, hincarlos luego en las púas del palo, vestirse con el traje típico y, sin comer, cubrir el evento del día.
Y menos mal que Manolo deja la calle durante el verano, salvo en feria. Ahí sí sale a repartir biznagas, primero a los sitios acordados, y luego ya lo que venga. La suerte es que en esta semana "la biznaga está vendida de por sí", corrobora.
Manuel Guillén, biznaguero.
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Sus principales clientes son los malagueños, los que verdaderamente conocen la biznaga. Los turistas no suelen saber mucho de ella. Aunque seguro que muchos locales desconocen el significado de su nombre.
"Biznaga significa en árabe regalo de Dios", explica el hombre. Para Manolo, fue uno de los mejores regalos que su padre pudo hacerle: enseñarle su pasión por esta flor.
Tras todos estos años, llega el final del oficio que lo ha acompañado desde los diez. No tiene una fecha cerrada, lo más seguro es que dentro de cuatro o cinco años. Desea descansar, poder ir a la playa y disfrutar de su familia. No sabe si su sobrino seguirá, pero por su parte su despedida será definitiva.
De momento, Manolo sigue repartiendo biznagas y llevando a Málaga por bandera, como puede verse en su Instagram y Facebook @biznagaparatuboda.