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El carnicero argentino de La Luz (Málaga) que piensa en los jubilados: “Los miércoles, los abuelitos tienen un 10% menos”

Los hermanos Valente regentan esta carnicería, 'La tradición', ubicada en el número 6 de la plaza de La Luz, en la capital.

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El cartel no pasa desapercibido. Color turquesa y letras grandes, bien visibles desde la acera, anuncian que todos los miércoles los jubilados en su local tienen un 10% de descuento. Está colgado en la fachada de una bonita carnicería argentina que, aunque lleva poco más de un mes abierta, trabaja duro para ganarse un hueco en el corazón del barrio de La Luz.

En el número 6 de la plaza de La Luz, detrás del mostrador, con una sonrisa algo tímida, está Sebastián Valente, un joven de 28 años nacido en Pergamino (Buenos Aires), que habla con un marcadísimo acento argentino. Pese a su juventud, tiene la cabeza amueblada y lleva años luchando por cumplir su sueño: abrir su propia carnicería. Y ahora 'La tradición', así se llama, ya es una realidad.

"De niño pasé mucho tiempo con mi abuela. Tanto mi hermano como yo siempre estuvimos muy apegados a ella. Por eso, cuando vinimos a ver el barrio y vi que había tantos abuelitos, pensé: tenemos que hacer algo por ellos, ya que nadie se acuerda de ellos", cuenta. Lo dice con naturalidad, como si el gesto fuera lo más lógico del mundo, aunque en realidad implica renunciar a parte de los márgenes de beneficio, en un momento tan duro como el arranque, para aliviar, aunque sea un poco, el bolsillo de quienes cobran pensiones modestas.

La carnicería abrió el pasado 11 de julio, tras meses de esfuerzo y sacrificio. Sebastián y su hermano Emilio, que se encarga del reparto, apostaron por un local que ya había albergado otras carnicerías que no cuajaron. Hay quien llama al establecimiento como el "local maldito", porque ningún negocio termina de levantar allí. Él sabía que no sería fácil, pero le encanta ponerse retos.

"Montar un negocio como autónomo es duro. Yo trabajaba de lunes a lunes, festivos, domingos... sin salir. Algunos piensan que no tener vida es un sacrificio, yo lo veo como una inversión en el futuro. No conozco una discoteca, no conozco un chiringuito, no tengo apenas amigos, nada. Prefiero prosperar y tener un buen futuro y hacerlo como yo quiero, también para ayudar a mi mamá, jubilada en Argentina con una pensión equivalente a ¿unos cien euros?", explica, con una madurez aplastante.

Ese futuro, para él, no se mide solo en ganancias, sino en la huella que deja en sus clientes. "Yo no quiero ser el más rico. Quiero que la gente venga por la atención, por la calidad y por el precio. Y si encima podemos ayudar a los jubilados, mejor".

El descuento de los miércoles está inspirado en una costumbre argentina: los reintegros bancarios para mayores en determinadas compras. La diferencia, aclara Sebastián, es que en Málaga no hay ningún banco detrás, sino él y su hermano asumiendo la rebaja de su propio bolsillo. "Cualquiera puede avisar a su mamá, su tía, su abuela o su vecina. Solo tienen que venir con su credencial de jubilado y cada miércoles les ayudaremos con un pequeño descuento", insiste.

En sus vitrinas se mezclan cortes argentinos y españoles, y en las estanterías se alinean productos típicos de Latinoamérica: sal parrillera, fernet, carbón argentino de Santiago del Estero… Además de carne, elaboran empanados, pinchitos, lagrimitas y crestas. "Tengo para todo tipo de gustos, solo quiero que nos den la oportunidad", sostiene.

La historia de Sebastián en España no ha sido sencilla. Cruzó el charco hace un año y medio, primero a Málaga, como turista, "con solo una valija", y luego estuvo un tiempo viviendo en Italia, donde luchó para tramitar sus papeles. "En Italia lo pasamos muy mal. Pasé hambre, trabajé sin descanso, dormí poco y soñaba con poder establecerme en un sitio donde pudiera crecer", recuerda. Regresó a la Costa del Sol y volvió a encadenar dos turnos diarios hasta reunir lo suficiente para cumplir su sueño.

Aprendió el oficio a los 16 años, gracias a un amigo y la mujer de este, que le enseñaron desde a manejar la sierra hasta a colocar los carteles con los precios de una manera llamativa para el cliente. "Me dijeron: si aprendés esto, donde vayas, siempre vas a tener trabajo. Y tenían razón", dice con orgullo.

Antes incluso de establecerse en el barrio, Sebastián se paseó por las calles de La Luz para hablar con los ancianos del barrio y saber de sus necesidades. "Málaga es una ciudad hermosa. Estoy agradecido con la gente buena que he conocido, me encanta explicarles cómo hacemos con la carne en Argentina, les doy consejos... Y si puedo devolver algo de eso ayudando a nuestros mayores, para mí ya es un éxito", zanja.