Rueda de prensa en la que el alcalde de Málaga ha anunciado la renuncia al Mundial 2030.
De promesa a fiasco: Málaga renuncia al Mundial 2030 y deja escapar una cita histórica por falta de planificación
El adiós al evento evidencia la falta de previsión de las tres administraciones implicadas, incapaces de responder a las necesidades de la masa social del Málaga CF y de construir un estadio alternativo.
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Málaga entierra el sueño del Mundial de Fútbol 2030. Y lo hace demostrando una incapacidad absoluta para afrontar un reto que se sabía mayúsculo.
Las tres administraciones promotoras de la iniciativa, con el alcalde, Francisco de la Torre, a la cabeza, formalizaron en la mañana de este sábado la dimisión oficial de la ciudad a ser una de las sedes del evento internacional.
Y con ello han claudicado ante la imposibilidad cierta de cumplir las exigencias marcadas por la FIFA para acometer la remodelación y ampliación de La Rosaleda y para atender las necesidades aparejadas de la obligada mudanza del Málaga CF.
La renuncia supone un descalabro mayúsculo en la gestión de De la Torre, quien hace algo más de dos años asumió el liderazgo de esta iniciativa al postular a la capital de la Costa del Sol como escenario del evento mundialista.
Diseño previsto para la Nueva Rosaleda de Málaga.
Probablemente es el mayor de los fracasos en sus más de 25 años al frente de la Alcaldía.
Aunque ha habido otros episodios adversos de dimensión internacional, como la candidatura de la Expo Internacional 2027, o la petición de ser capital cultural en el año 2016, en ninguno de estos casos la decisión correspondía exclusivamente a Málaga.
La diferencia es notable con respecto a lo ocurrido ahora. Superada la criba inicial, siendo seleccionada como una de las sedes, Málaga ha sido incapaz de conformar una estructura sólida y fiable para afrontar la empresa que tenía por delante.
Y no por falta de tiempo. De la Torre presentó la primera propuesta de ampliación de La Rosaleda con la mirada puesta en el campeonato de la FIFA en marzo de 2023, pocas semanas antes de las elecciones municipales. Casi un año más tarde, las opciones de la capital andaluza de convertirse en sede mundialista quedaron confirmadas oficialmente.
Pese al tiempo transcurrido, el vacío es mayúsculo. Más allá de una aproximación a la ampliación de La Rosaleda, con la contratación del estudio Morph por algo más de 14.000 euros; un estudio geotécnico por 60.000 euros, y un análisis potencial sobre la explotación del futuro estado, por casi 140.000 euros, no hay un solo proyecto suficientemente avanzado como para poder impulsarse de manera inmediata.
La ausencia de avances afecta no solo a la transformación del complejo de Martiricos, sino también a la decisión sobre la que iba a ser la casa del Málaga durante dos temporadas.
Frente a la diligencia con la que otras ciudades mundialistas han actuado en este mismo intervalo, caso de Zaragoza, capaz de construir en apenas siete meses un estadio alternativo con 20.000 asientos para que el club maño juegue sus partidos de liga mientras se amplía La Romareda, las administraciones malagueñas han demostrado su incompetencia.
Y es justo este el motivo que, según explicaba el veterano regidor, lleva a la ciudad a dar un paso al lado y a abandonar el camino hacia el Mundial. La plaza de Málaga será ocupada por Valencia.
Conocida la resolución final, que se venía manejando en los últimos días, son muchas las preguntas que surgen. ¿Nadie en estos dos años de trayecto ha sido consciente de la necesidad de desarrollar unas instalaciones capaces de acoger a la inmensa mayoría de la masa social del Málaga CF? ¿No existe alternativa física más allá del Estadio de Atletismo para acoger los encuentros del Málaga?
Razones para no ampliar el Estadio de Atletismo
Desde el punto de vista formal, tres son los motivos que impiden llevar la capacidad del complejo deportivo que se levanta junto al Martín Carpena hasta los demandados 25.000 espectadores.
De un lado, se habla de que alcanzar esta dimensión obligaría a realizar importantes obras de refuerzo estructural sobre las actuales instalaciones. Y, como consecuencia, el coste estimado de 8 millones de euros se dispararía considerablemente, a lo que habría que sumar el tiempo necesario para ejecutar las actuaciones.
De otro, se insiste en que la ampliación del Estadio de Atletismo obligaría a afrontar actuaciones en las vías de acceso a la zona, de competencia estatal.
Resulta curioso que De la Torre asegure ahora que la renuncia es la decisión más "prudente, sensata e inteligente" dado el "riesgo" que seguir adelante tendría para el futuro del club de Martiricos. ¿Nadie fue consciente de ello en el amplio equipo técnico y político vinculado a la candidatura?
"Hacemos hoy lo que tenemos que hacer: dejar de ser sede del Mundial", afirmó De la Torre tras una reunión con los responsables del Málaga, de la Diputación Provincial y de la Junta de Andalucía. "Si hay que elegir entre el Mundial y el club, elegimos el club y a la afición. Es un sentimiento compartido entre las tres administraciones”, añadió De la Torre, quien, como en otras ocasiones, huyó de hablar de "fracaso".
Por más que el regidor diga que Málaga no necesita el Mundial para seguir consolidando su imagen internacional, caben pocas dudas que ese era uno de los propósitos que se marcaron los responsables políticos.
Lejos de la teoría del alcalde, parece incuestionable el impacto negativo que la negativa a seguir adelante genera desde el punto de vista de imagen.