Una imagen de Antonio Banderas con su DNI, frente al Teatro del Soho.

Una imagen de Antonio Banderas con su DNI, frente al Teatro del Soho.

Málaga ciudad

El otro Antonio Banderas de Málaga, conductor de la EMT: “No puedo hacer reservas con mi nombre”

Este malagueño de 42 años comparte nombre con el consagrado actor, algo que le ha dado miles de anécdotas divertidas a lo largo de su vida.

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Antonio Banderas es toda una institución en Málaga. Desde sus comienzos en el mundo del cine, el actor lleva a su Málaga natal allá por donde va, en la ciudad tiene un paseo marítimo a su nombre y la calle Córdoba de Málaga bien podría llevarlo también después de todo lo que ha provocado en el mundo de la cultura con el Teatro del Soho CaixaBank. Si bien, en Málaga no hay solo un Antonio Banderas.

A bordo del autobús C1 de la EMT de Málaga, se puede localizar fácilmente a otro. Es algo más joven que él, tiene 42 años; su acento es mucho más cerrado, como el del mismísimo Gato con Botas y lleva media vida pegado al volante, porque se sacó la oposición muy pronto. Llevar el nombre del actor da un punto de diversión a su vida, que le regala anécdotas curiosas, sobre todo, cuando alguien de Málaga conoce cuál es su nombre.

La pasada semana, este otro 'Antonio Banderas' celebró sus 20 años como conductor de autobuses. A los 21 se presentó al examen de la EMT, siguiendo los pasos de su padre, también Antonio Banderas, y lo bordó. Aunque su camino laboral empezó cerca del deporte, pues estudió para convertirse en profesor de Educación Física.

Pero si algo marca su historia profesional, además del volante, es su faceta como sindicalista. Es la cabeza visible del Sindicato Independiente de Trabajadores de la EMT, un proyecto que comenzó en 2017 con apenas “cuatro locos que queríamos cambiar el sindicalismo dentro de la EMT”. Hoy siguen al pie del cañón, con altibajos, luchas y "muchas piedras en el camino", pero con la cabeza alta: “Siempre nos hemos levantado todos de todo. Siempre. Y seguimos creciendo. La verdad siempre encuentra su camino”, declara.

Llamarse Antonio Banderas no es poca cosa siendo vecino de Málaga. Cuando no era más que un chaval y el fenómeno Banderas explotaba, los "¿Dónde está la Melanie?" o "Te quiero una 'jartá'" caían con bastante frecuencia. Cuando el actor iba ganando cada vez más popularidad, las risas en torno al conductor llegaban en los sitios públicos donde tenía que enseñar su nombre. "Los momentos en la sala de espera del médico son maravillosos. Cuando te llaman por Antonio Banderas y a la gente se le ilumina la cara buscando al actor. Se llevan cada desilusión...", confiesa entre risas.

No se le va a olvidar en la vida cómo en la Nochevieja pasada reservó en una tienda de rollos de canela varias unidades como postre para la cena. "A nombre de Antonio Banderas, por favor", le dijo al otro lado del teléfono a la trabajadora. Cuando llegó al local para recogerlo y dio su nombre de reserva, los rostros de desilusión se hicieron con el local. Hasta el repostero salió corriendo al mostrador para ver si era el actor de Hollywood. "¡Veis! Os lo dije, no era él...", dijo otra de las trabajadoras al resto. Antonio no daba crédito a lo que estaba viviendo. "Estuve por pedirles perdón, me sentí hasta mal", expresa.

Es por ello por lo que evita usar su nombre para pedir una mesa, por ejemplo: “A veces pongo las reservas a nombre de mi mujer. Para no liarla, que luego llegan las desilusiones”. Pese a todo, asegura que lo lleva bien porque es un hombre con mucha naturalidad y sentido del humor. "Yo siempre digo que soy el original, porque Antonio Banderas realmente es Antonio Domínguez Bandera", añade.

Nunca ha conocido a ningún Antonio Banderas más allá de su padre. "En la EMT hemos tenido a algún Bandera creo, pero no se llamaban Antonio como nosotros y el actor", dice.

Una imagen de Antonio Banderas.

Una imagen de Antonio Banderas. AR

¿Y si hicieran una película sobre su vida? El chófer de la EMT lo tiene claro. Le gustaría que su personaje lo interpretara el Antonio Banderas real y cree que le pondría de título algo así como Superando pruebas, porque "la vida me ha puesto muchas". Así, reconoce que le haría una ilusión tremenda reunirse con el artista, al que admira mucho por su trabajo.

Banderas se crió en el barrio malagueño de El Copo, vivió durante años en Cártama y lleva ya cinco años en Málaga capital de nuevo. Es de los pocos malagueños que han podido volver del pueblo a la ciudad. “En marzo de 2020 firmé la venta y compra. Me pilló el confinamiento con cajas por todas partes", recuerda. Ahora comparte hogar con su mujer y su hijo, al que —a pesar de la insistencia de ella— no llamó Antonio: “Mi madre ya se llamaba Antonia, y yo Antonio. Era suficiente, demasiada 'antoniez'”.

Ama Málaga, pero no le duele criticar sus carencias: “La ciudad ha cambiado para bien. Pero se está olvidando del malagueño, creo. Málaga ya no tiene temporadas, es todo el año igual de gente", lamenta, consciente de que ha sido impresionante el subidón de pasajeros en los autobuses en los últimos años.

Sobre Semana Santa también opina, aunque reconoce no ser un entusiasta como su tocayo actor: “No soy de tronos. Una vez saqué al Monte Calvario. Pero hasta ahí. Respeto a quien le gusta, que no llueva, que hay mucha gente que vive con ilusión esa semana, pero yo la aprovecho para descansar. Eso sí, si Banderas cruza las calles gracias a su nombre, ¿a mí también me dejarían pasar?”, responde con guasa.

Su vida igual no tiene el glamour ni los focos de la del actor, pero ambos comparten nombre y una ciudad a la que defender "por bandera" allá por donde van, cada uno a su manera y desde posiciones totalmente distintas.