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Francisco de la Torre y su idilio eterno con Málaga: 25 años que transformaron la ciudad

Del relevo inesperado a referente nacional: uno de los regidores más longevos de España celebra sus bodas de plata en la Alcaldía con la duda puesta en lo que pasará en 2027.

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El idilio de Francisco de la Torre con Málaga y su Alcaldía parece marcado por la eternidad, conformando una pareja que celebra ahora las bodas de plata. 25 años son los que pasan desde aquel 4 de mayo del año 2000, fecha en la que quien ostentaba el cargo de concejal de Urbanismo y primer teniente de alcalde tomaba el relevo de Celia Villalobos, quien días antes viajaba rumbo a Madrid para convertirse en ministra de Sanidad.

De no ser por este movimiento político, auspiciado por el entonces presidente José María Aznar, Villalobos hubiese permanecido al frente de la Casona del Parque y De la Torre, presumiblemente, se hubiese mantenido como el hombre en la sombra.

Lo ocurrido es uno más de esos acontecimientos inesperados, que acontece sin que medie estrategia planificada alguna. Porque, por más que la historia haya sido otra, nadie podía imaginar que de los resultados de las elecciones de 1999, en las que el Partido Popular arrasó, con una mayoría aplastante, nacería una especie de dinastía con De la Torre como líder absoluto.

Villalobos recordaba tiempo atrás que fue su marido Pedro Arriola quien le sugirió el nombre de De la Torre como número dos. “Me dijo que era una persona que daba el perfil, íntegra y que conocía la política", afirmaba. Unos valores a los que añadía: "tenía el respeto de una derecha de Málaga a la que no representaba yo".

Cinco lustros después, la figura del veterano regidor sigue siendo incontestable. La conmemoración de su llegada al trono municipal viene a coincidir casi con la celebración de la mitad de su sexto mandato al frente del Consistorio. Dos años ya cumplidos y, lo que parece más importante, dos años por cumplir en los que, nuevamente, podría ser su último baile en la Alcaldía.

De la Torre alcanza este momento de su vida política con 82 años a sus espaldas y firme en su convicción de completar el actual periodo de gestión. Lejos de dejar pistas sobre su futuro inmediato y la posibilidad o no de repetir en unos nuevos comicios locales, mantiene la estrategia de dejar pasar el tiempo, cerrando cualquier debate sobre alternativas.

Pero por más que de puertas hacia afuera busca anular cualquier especulación, parece evidente que es justo cuando el mandato inicia su particular cuesta abajo cuando la cuestión empieza a tomar temperatura. Y, de puertas para adentro, el asunto está sobre la mesa.

A la espera de próximos movimientos, lo que parece evidente es que el alcalde alcanza sus 25 años como alcalde habiendo cumplido buena parte de los retos que se marcó cuando tomó la vara de mando. Poco tiene que ver la ciudad del ahora con la que él recibió de Villalobos, quien, todo sea dicho, empezó a poner los cimientos de algunas de las operaciones luego completadas.

La transformación

Aunque pueda resultar excesivamente grandilocuente, la Málaga de ahora es su Málaga. Buena parte de lo que hoy es y de lo que trasciende de ella es obra de De la Torre. Su apuesta por transformar la urbe en un referente nacional e internacional en materia cultural y tecnológica ha sentado las bases de una capital que, en determinados escenarios, se da la mano con las grandes capitales de España.

Un hito impensable décadas atrás. Cuando el entonces concejal de Urbanismo se vistió de alcalde, Málaga tenía 531.565 habitantes. 25 años después, supera los 591.000 vecinos, con un evidente incremento de la población extranjera y europea.

Esa es otra seña de identidad. Son cada vez más los que quieren vivir y trabajar en Málaga. Sin embargo, lo que a priori debería entenderse como un valor añadido, se torna en motivo de preocupación debido al impacto que ello está teniendo sobre un mercado inmobiliario cada vez más caro y exclusivo, al que no puede acceder una parte importante de la población local.

De hecho, este es, sin duda, uno de los asuntos que más ocupa en los últimos años a De la Torre, al que muchos hacen responsable de esta especie de expulsión del malagueño. Sabedor del poso que el mensaje genera, parece haberse marcado el reto de encontrar soluciones en el corto y medio plazo. Otro de sus borrones más recientes tiene que ver con la vivienda turística. Su determinación a la hora de poner coto al fenómeno, aunque contundente, se ha demostrado tardía, avanzando solo cuando el nivel de saturación es extenso.

La hoja de ruta trazada, sea como fuere, necesitará de no pocos años para dar sus frutos. Que los vea sentado o no en el sillón de la Alcaldía dependerá, en buena medida, de él. Todas las voces con peso en el Partido Popular vienen a coincidir que De la Torre estará el tiempo que quiera estar. Aunque también admiten que lo normal es que ese deseo por completar su obra sea cada vez menor.

Oportunidades en la derrota

Una de las particularidades del alcalde, de quien todos destacan su capacidad de trabajo (recordar el eslogan de alcalde 24 horas), es que es capaz de transformar la derrota en oportunidad. Dos ejemplos claves en su historia reciente. El batacazo que supuso para Málaga no ser elegida Capital Europea de la Cultura en 2016 y al revés de la Expo Internacional 2027.

El primer fracaso alimentó su deseo por hacer de Málaga una ciudad que puede presumir de marcas internacionales como Thyssen, Pompidou y el Museo Ruso. El segundo, digerido el mal rato, ha dado paso a la planificación de una importante operación que, de hacerse realidad, permitirá a Málaga contar con un polo empresarial y de investigación de primer orden.

Con De la Torre, Málaga no es solo la urbe de los museos, es también la que ha sido capaz de atraer a Google para la apertura de uno de sus centros de ciberseguridad; la que ha logrado convencer al mayor centro de investigación del mundo en semiconductores y chips. el IMEC, para abrir un complejo en el Parque Tecnológico de Andalucía… Y la que se ha convertido en una especie de tablero físico de grandes promotoras y fondos de inversión interesados en mover sus piezas.

25 años atrás, Málaga disponía de una oferta formativa más que limitada. Hoy, a la Universidad pública se suman los proyectos ya en marcha de la Alfonso X el Sabio y la Europea, cuya puesta en funcionamiento dará cabida a entre 8.000 y 10.000 estudiantes de la privada.

La nueva Rosaleda

La nueva Rosaleda Ayuntamiento de Málaga

Y están por llegar el Caixaforum y la transformación de la antigua cárcel de Cruz de Humilladero, equipamientos para los que se han sembrado ya las semillas. Los dos años que restan, no obstante, estarán marcados por una estrategia quizás excesivamente ambiciosa, en la que se da la mano el reto de albergar el Mundial de Fútbol 2030, con la obligación de afrontar una inversión próxima a los 300 millones (junto a la Diputación y la Junta de Andalucía) para ampliar La Rosaleda, y el particular anhelo del mandatario de dotar a la ciudad de un Auditorio de primer nivel.

El otro matrimonio de De la Torre es el que mantiene con Rosa Francia. Su esposa ha funcionado en las últimas décadas como una especie de contrapeso, tratando de frenar las ansias de su marido de querer seguir siendo director de orquesta. Todos sus intentos, especialmente manifiestos en las dos últimas elecciones, no alcanzaron el objetivo. De la Torre se presentó pese a la opinión de su familia.

En septiembre de 2022, antes de que De la Torre decidiese volver a liderar al PP en los comicios de mayo de 2023, Francia confesaba que su deseo era que no aceptase el reto. "Trato de no ser demasiado egoísta, desde el punto de vista de poder viajar, pasear… Me muero de envidia cuando veo a amigos cogidos del brazo paseando por ahí", confesaba a este periódico, como imaginando que no estaba casada como un alcalde 24 horas. Las bodas de plata de De la Torre y Málaga, su segundo gran amor, se cumplen en un momento clave para el veterano regidor. Y, por ende, para la ciudad.