Rosa Francia, al inicio de la entrevista.

Rosa Francia, al inicio de la entrevista. Amparo García

Málaga ciudad A título personal

Rosa Francia: "Las torres no me gustan, pero en la ciudad hay que ofrecer ambientes para todos"

"Resignarse a que la Catedral de Málaga sea la manquita por qué; se puede terminar"/ "Lo que más me gusta de Málaga es la gente; no es una ciudad de cotilleo, de cenáculo y de mirarte por encima del hombro".

18 septiembre, 2022 05:00
Málaga

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Rosa Francia, la mujer de Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, aparece sigilosa entre el ruido del tráfico incesante de la Alameda Principal. La entrevista, concertada una semana antes, tiene lugar en la cafetería de uno de los últimos hoteles abiertos en la urbe malagueña.

Antes del arranque de la conversación, coloca sobre la mesa dos libros que acaba de comprar en una librería cercana y que, confiesa, tiene intención de regalar a sus nietos. "Pasé el otro día y vi Sin novedad en el frente; recuerdo cuando la leí de jovencilla, no la tengo en casa yo creo que es el momento para que mis nietos, los mayores, la disfruten".

Pese a ser esposa de quien es, Rosa Francia no elude pregunta alguna. La evolución de la ciudad, la posibilidad de que De la Torre vuelva a ser candidato a las elecciones municipales de 2023, su satisfacción como abuela.

-¿Disfruta de sus nietos?

-Poco, no todo lo que me gustaría. Pero los fines de semana, alguno falla, pero suelo tener familia en casa.

-No están todos en Málaga. De sus cuatro hijos…

-De los cuatro, estable, tengo uno, que tiene dos hijos. Otra hija viaja mucho, y los otros nietos los tengo fuera, unos en Almería y otros en Cataluña.

-Y no se disfrutan lo suficiente. 

-Nunca basta. Creo que para los abuelos es diferente… Aunque para algunos también. Un día me preguntó una señora joven '¿Cuántos nietos tiene?'. Le dije cuatro o cinco y me contestó 'Por qué los abuelos os ponéis tan tontos con los nietos'. Le dije: 'Me has preguntado cuántos y te he dicho el número, no que sean guapos o feos'. Me quedé dándole vueltas a la cabeza y le dije que ya le podía contestar. Cuando eres joven no lo piensas tanto pero a la edad de los abuelos te das cuenta de que esos niños son lo que va a quedar de nosotros aquí y los miras con otra cara, te dan mucho sentido a la vida.

Francia contesta a una de las preguntas.

Francia contesta a una de las preguntas. Amparo García

-Eso de que los abuelos les permiten a los nietos cosas que nunca les permitieron a los hijos, es tal cual…

-Claro, es que es así como debe ser. Los padres tienen la obligación de educarlos y los abuelos también la obligación de comportarnos de una forma moral, no les vas a malcriar, pero aunque les aconsejes no estás para ponerles las cosas difíciles.

-Usted tiene la experiencia como abuela, como madre… y como profesora. ¿Cómo ha cambiado la manera de criar a los niños?

-Ha variado porque ha variado el instrumental. Pero los principios son los mismos. Ahora tienes que oponerte a que estén colgados de la tablet y enseñarle buenas prácticas y antes tenías que oponerte a que se pasaran el día delante del televisor. 

"Cuando eres joven no lo piensas tanto pero a la edad de los abuelos te das cuenta de que esos niños son lo que va a quedar de nosotros aquí y los miras con otra cara, te dan mucho sentido a la vida"

-¿Cree que la gente de Málaga sabe quién es Rosa Francia?

-Me hago ilusiones de que soy un ser desconocido, pero la realidad me enfrenta con que no, que normalmente sí me conocen. Pero no por ser la mujer del alcalde sino porque he pasado muchos años dando clases y es raro que no entre a un establecimiento y me digan: 'Usted me dio clases o a mi hermano'. Son muchos años en Málaga aunque no nací aquí.

Estoy renaturalizada en Málaga con todas las consecuencias. No me molesta el ser reconocida, aunque tampoco lo pretendo. En Málaga la gente es muy respetuosa con la intimidad de los demás, algo que no pasa en todas partes. Aunque vivas durante años en el mismo barrio no sientes agobio. Los malagueños son muy cómodos en la convivencia.

-No se le reduce a ser la mujer del alcalde de Málaga.

-Imagino que también me conocen por eso. Seguro que en alguna fotografía, aunque procuro esconderme detrás de cualquier árbol.

-¿Cuántos años lleva en Málaga?

-Vine en el curso 69-70, puse el pie en Málaga y salvo un curso en que me incorporé a Madrid, porque había ganado una oposición en la Facultad de Filosofía, a la que renuncié para volver a Málaga y casarme. Más de 50 años. Conocí a Francisco aquí en Málaga. Coincidimos en Madrid estudiando, pero él estaba en su escuela de Agronomía y yo en la Facultad de Filosofía.

Reflejo del brazo izquierdo de Rosa Francia.

Reflejo del brazo izquierdo de Rosa Francia. Amparo García

-En estas décadas, ya como una malagueña más, ¿cómo ve la evolución de la ciudad?

-Ya entonces Málaga era una delicia. Málaga ha mejorado, en algunas cosas habrá empeorado, pero ha cambiado muchísimo como ciudad. Cuando vine, la Casa de la Cultura era el hito cultural y allí había un diccionario Spes de latín. No había grandes cosas. Ha cambiado urbanísticamente, sobre todo culturalmente. La Universidad para Málaga ha sido…

El verdadero cambio de Málaga está en la gente, está en la Universidad. Eso se nota hasta en las personas de la calle que no han puesto el pie en la Universidad. Desde el punto de vista cultural Málaga ha tenido grandes revulsivos. Ha cambiado mucho, pero ya cuando yo vine a Málaga era una maravilla, era para enamorarse. Ha tenido encanto, su encanto no es tangible.

Los que veníamos de fuera íbamos mirando para arriba cuando caminábamos por el Centro y veíamos una arquitectura maravillosa pero que estaba desconchada. La gente amaba su tierra, pero en el fondo no estaba orgullosa de ella. Muchas veces escuchaba a amigas mías decir 'Málaga es preciosa, pero es que Córdoba…' 'Málaga es bonita pero no es Sevilla'. Ni falta que le hace. No había la sensación de plenitud que tiene mucha gente ahora cuando habla de Málaga.

"El verdadero cambio de Málaga está en la gente, está en la Universidad. Eso se nota hasta en las personas de la calle que no han puesto el pie en la Universidad"

-¿Ahora sí lo nota?

-Ahora ha habido una conquista de la satisfacción de ser malagueño. Que la ha podido tener mucha gente durante mucho tiempo, pero había una cierta desconfianza. Ahora tenemos las puertas abiertas.

-El que sea mujer del alcalde le cohíbe a la hora de exponer sus puntos de vista.

-No mucho porque confió en que todo el mundo tenga la inteligencia de darse cuenta de que una cosa es lo que opino yo y otra lo que opina él. Coincidimos en muchas cosas, en el terreno de los principios tenemos muchas afinidades y después hay cosas en las que nos diferenciamos. Y yo reivindico el derecho a decir las cosas. Hay que tener discreción y alguna veces me he pasado, eso lo reconozco.

-Apelo a su espíritu crítico para que me diga lo que más le gusta de esta Málaga y lo que menos.

-Hay muchos aspectos diferentes… Me gusta mucho el Museo Ruso, pero nos hemos tenido que despedir al menos temporalmente. Me gusta Málaga en su conjunto y lo que más me gusta es la gente. Hay un respeto a la intimidad de los demás que no es fácil encontrar. Habrá grupos controladores, pero no es una ciudad de cotilleo, de cenáculo y de mirarte por encima del hombro. 

-¿Y lo que menos?

-Puedo ser un poco parcial y decir que me gusta todo. ¿Un inconveniente de Málaga? De Málaga y de muchos sitios, el cuidado de la ciudad. En la limpieza nos tenemos que esforzar todos. Era Pedro Aparicio el que dijo una vez que Málaga era una ciudad limpia a las 08:00 de la mañana.

Es verdad, sales de casa y mi Paseo de Reding está más o menos limpio, pero cuando vuelves una hora después ya hay dos paquetes de cigarrillos tirados. Y eso lo ha hecho un ser humano y es lo que no se debe hacer. No echo la culpa solo a la gente, tienen que funcionar bien los servicios de limpieza, los políticos…

Pero cada uno tiene que ser responsable de no tirar al suelo. Málaga tiene el problema de que es puerto de mar y son ciudades con problemas con las cloacas, la falta de lluvia. Málaga está donde está y paga las consecuencias y desde ese punto de vista no es una ciudad fácil de limpiar pero, en líneas generales, se puede hacer todavía mucho.

Rosa Francia.

Rosa Francia. Amparo García

-Quisiera conocer su punto de vista sobre varios temas que forman parte de la actualidad de la ciudad. El primero. La torre del puerto.

-A mí las torres, en principio, no me gustan. Pero estoy convencida de que en la ciudad, si es grande, hay que ofrecer ambientes para todos los gustos. Tiene que haber torres y casas mata y es bueno que haya de todo. Yo personalmente no la haría, pero respeto que otros lo hagan y que disfruten con una bonita torre y una gran ejecución arquitectónica.

Lo que no me afecta en absoluto es la historia repetida de que cambia el perfil de la ciudad. Los perfiles de las ciudades cambian, las ciudades evolucionan, al momento te choca y al cambio de los años lo que choca es no verlo. Me acuerdo de la noria. Al principio resultaba chocante a más no poder y después me falta la noria.

Es quizás un poco exagerado, pero llega a ocurrir. No afecta al Centro. Es más bien el gusto que haya ambiente para todos. Sí creo que debe haber, en todas estas cosas que pueden generar debate, porque a unos sí les gusta y a otros no, debate, escuchar a todo el mundo. Pero el que sea algo novedoso no debe frenar porque si no estaríamos todavía en Grecia con la arquitectura adintelada.

-La localización del puerto no le provoca crispación.

-No me genera problema. Si llega a hacerse nos acostumbraremos y le veremos su gracia. En eso estoy abierta a todo. Pero entiendo que a unos les gustan las torres y a otros no demasiado. Lo que sí me gusta es que haya lugar para todos, que todo el mundo se sienta a gusto en el lugar donde está.

-Segundo tema: la Catedral, que vuelve a ser protagonista por el tema del tejado…

-Eso sí se ha debatido tiempo. 

-Parecía poco razonable que la Catedral estuviese en esas condiciones.

-Hace muchos años, antes de que Francisco fuese concejal de Urbanismo estaba el debate abierto porque ya había goteras. Pero siendo ya concejal recuerdo que vinieron varios arquitectos importantes en el tema y hubo en la sede de Unicaja una serie de mesas redondas y conferencias debatiendo cuál sería la cubierta oportuna.

Lo que se me pegó a la oreja era que se conservaban indicios suficientes de cómo era la cubierta que el arquitecto del momento pretendió. Si ahora mismo se tiene tanta tendencia a la conservación, cómo en la Catedral no se hacía lo que estaba contemplado. Siguieron las discusiones, no cito nombres, no cito responsables, los tengo dentro de mí, pero la solución que se le dio no era la adecuada y mucha gente lo sabía y lo decía. Esperemos que ahora sí lo soluciones.

-¿Usted es de las que defiende la idea de 'la manquita' o imagina la torre terminada con su segunda torre?

-Las catedrales se hacen a lo largo de la Historia y son proyectos comunes que cohesionan a los ciudadanos. tener un proyecto de tener la catedral que empezaron los ancestros es una cosa bonita. Resignarse a que sea 'la manquina' por qué. Se puede terminar. Recuerdo que en mi época recién llegada a Málaga, cosas como que los malagueños aceptaran la idea de la manquita a mí me rechinaba ver la Catedral sin terminar, como encontrarme las casas decadentes de La Coracha. La gente decía que era bonito, pero no lo era. Al visitante lo que le parecía una cosa cutre a más no poder.

-Pero el cambio ha sido muy radical…

-Sí, pero es que el barrio de La Coracha que había por aquel entonces era un montón de casas abandonadas llenas de okupas. En medio del Centro de Málaga y en un contexto urbano tan rico encontrarse aquello era un poco chocante.

-Y el tercer proyecto del que quiero preguntarle: el Guadalmedina.

-Cuando llegué a Málaga lo hice a la orilla del río, porque estuve en el instituto Sierra Bermeja. Cuando llegué, con ese entusiasmo que debe caracterizar a los profesores toda la vida, pero que generalmente se da en los primeros años y en los últimos, decía que como no teníamos suficiente espacio para hacer deporte pregunté por qué no poníamos porterías de fútbol en el cauce del Guadalmedina y la gente me decía riéndose: 'Porque a las primeras lluvias las porterías acaban en Canarias' y se reían.

Viví en los primeros años varias inundaciones. Creo que es una cosa que Málaga tiene que llegar a solucionar. Me ilusionó mucho cuando se habló de los proyectos de cubrirlo, con todas las garantías del mundo. Luego se han ido viendo los problemas, sobre todo porque a lo mejor no toda la ciudadanía lo quiere. Ahora me gusta bastante lo de las plazas-puente, que puede medio suturar la herida y si eso obliga a repoblar el cauce, sanearlo y evitar las inundaciones… Hay que meterle mano.

"Como no teníamos suficiente espacio para hacer deporte pregunté por qué no poníamos porterías de fútbol en el cauce del Guadalmedina y la gente me decía riéndose: 'Porque a las primeras lluvias las porterías acaban en Canarias'

-La sensación que transmite su marido es que volverá a presentarse a las elecciones municipales de 2023. Parece que tiene aún proyectos por desarrollar.

-Por lo que la gente me dice en la calle… De repente la gente se da cuenta de que estoy allí y me dice ‘Lo siento por usted’. ‘No se vaya Don Francisco’, le dicen. Pasa como cuando se te jubila el médico de cabecera, de repente te quedas un poco huérfano. 'Si de este señor me fío por qué me lo van a quitar'.

-Pero es evidente que a usted le gustaría disfrutar más de su marido.

Y que él disfrutara, lo que pasa es que me parece que yo no interpreto muy bien las señales de cómo disfruta él. Cómo he descubierto que en la vida de abuela hay muchos momentos maravillosos a lo mejor aplico unas ideas que no son las suyas y no tengo derecho. A lo mejor pongo cosas que no están en su cabeza. 

-¿Cómo recuerda el 11 de abril de 2020, cuando su marido sufrió el accidente cerebral?

-Fue un momento muy dramático porque no era consciente de que tenía un terrible dolor de cabeza, era yo la que le veía apretarse las sienes con las dos manos mientras estaba hablando en cualquier videoconferencia. Le decía ‘Te está doliendo la cabeza’ y me decía que no. Llamé a mi hija y no recuerdo con quién hablé de sus compañeros, pero me dijo que lo veían como metido en sí mismo, que no era él.

-¿Estaba en una videoconferencia?

-En esos días era una detrás de otra. Llamé a una cuñada médica y le dije que Paco no se quejaba de nada pero se veía que tenía un terrible dolor de cabeza. Estábamos aislados pero le pedí a mi hija que lo llevase a Benajarafe para que su hermana lo viese y cuando lo hizo, efectivamente, estaba cambiado. Y luego lo llevaron a quirófano. No dio tiempo ni siquiera a pasarlo mal. Porque por la noche estaba operado y hablando conmigo por teléfono.

El mes de convalecencia fue de los más felices de mi vida, porque tenía que procurar que estuviese oyendo música, a ser posible clásica; viendo cosas bonitas, libros de arte… Y estaba leyendo. A Paco le gustan mucho las biografías, yo no daba abasto. El tocho de la biografía de Isabel la Católica se lo merendó en cuatro días.

"El mes de convalecencia fue de los más felices de mi vida, tenía que procurar que oyese música (...) El tocho de la biografía de Isabel la Católica, Paco se lo merendó en cuatro días"

-Desde su posición, cómo se ve la educación en España y los continuos cambios de ley.

-El cambio a la democracia es muy ilusionante, pero en la práctica no se ha sacado todo el partido que se debería. En el tema de la educación sería bastante liberal y, por ejemplo, el funcionamiento de los centros tendría que basarse mucho más en libertad de actuación de cada centro, de manera que cada uno de ellos buscase su prestigio y la ilusión de sus alumnos, capacidad de superación de los alumnos a base de trabajo y de la innovación. Y eso, cuando estás actuando con una plantilla que prácticamente es un rodillo, quita la ilusión muchas veces.