Imagen del agente de la Policía Nacional.
El policía destinado en Estepona que salvó una vida en un hotel: "Debería haber un desfibrilador en todos lados"
José Miguel, natural de Granada, estaba de vacaciones en Huelva y no da importancia a su rápida acción. Reivindica que los DESA salvan vidas y que cada establecimiento debería contar con uno.
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El pasado 27 de agosto, lo que debía ser una tranquila cena familiar para José Miguel, en el bufé libre del hotel Fuerte El Rompido, en Huelva, terminó convirtiéndose en una escena de película.
Mientras los turistas iban cogiendo la comida a lo largo del interminable mostrador y niños correteaban entre las mesas, un hombre cayó desplomado al suelo.
El bullicio se convirtió en caos: gritos pidiendo un médico, comensales asustados, camareros corriendo.
Pero allí estaba José Miguel, un policía nacional de Estepona fuera de servicio, que sin pensarlo dos veces se convirtió en el héroe inesperado de la noche, aunque él no lo sienta así.
“Estaba con mi mujer y mis niños pequeños. Me había levantado a por la cena y, de repente, escuché un golpe tremendo y vi cómo la gente se agolpaba alrededor de un hombre en el suelo”, recuerda José Miguel. Al asomarse, vio a un varón inconsciente, con la piel muy morada.
Una turista extranjera discutía con otra sobre hacia qué lado colocarlo en la posición de seguridad, pero José Miguel se dio cuenta de que el hombre, de 58 años, no se había atragantado. Estaba simplemente eligiendo qué cenar, no tenía sentido. “Vi que todo era más grave y en ese momento pensé: lo único que puede salvarle es el desfibrilador”, recuerda.
Todo sucedió en segundos. José Miguel se había fijado días antes en la ubicación del DESA (Desfibrilador Externo Semi Automático) en el hotel. Salió corriendo escaleras arriba, lo cogió y bajó de nuevo acompañado por otra turista que resultó identificarse como médica.
Mientras ella comenzaba con la RCP, él preparó los parches y puso en marcha el aparato, también les apoyó una segunda médica. “El DEA indicó que necesitaba descarga. Pedí que nos apartáramos todos, pulsamos, y al momento empezó a respirar. Fue increíble”, explica.
El hombre recuperó la conciencia entre la confusión y cierta agresividad, sin comprender del todo lo ocurrido. Minutos después, se calmó y pudo confirmar que era español, natural de Asturias, de vacaciones con su mujer y su hija pequeña. Pensaba que había sufrido una bajada de tensión, pero José Miguel le explicó que había sido todo "un poco más grave".
Los servicios sanitarios llegaron algo después, no sabe cuánto tiempo, encontrándose con un paciente estabilizado gracias a la rápida intervención de los presentes. “Los médicos nos dijeron claramente: lo habéis salvado. Si no hubiese estado el aparato, no lo contaba”, explica José Miguel con humildad.
Para él, no fue un acto heroico sino una reacción instintiva: “No hice nada del otro mundo, simplemente lo que había que hacer. Fue todo tan rápido que casi ni me dio tiempo a mí ni a la chica que hizo la RCP”.
Años atrás, José Miguel había vivido un caso parecido con una mujer mayor en el que no pudieron hacer nada por salvar su vida. Esta vez, en cambio, la historia tuvo final feliz.
El hotel agradeció el gesto ofreciéndole prolongar la estancia, pero José Miguel declinó: “Lo importante era que el hombre estuviera bien, yo hice lo normal, nada especial”. Días más tarde, el propio director del establecimiento les confirmó que había sido operado con éxito, que había superado el bache de salud.
José Miguel, natural de Granada, lleva 14 años en la Policía Nacional de Estepona. Aunque pasó años recorriendo las calles con las patrullas Z, desde hace dos años, cuando llegaron sus mellizos, ha tenido que adaptarse a un horario que favoreciera la conciliación familiar en la comisaría. "Pero sé que volveré, la calle es lo que más me gusta", sostiene.
Más allá de la anécdota personal, su testimonio lanza un mensaje claro: la importancia de contar con desfibriladores en lugares públicos y turísticos, los sitios, dice, "donde hay mucha gente". “Ese aparato le salvó la vida. Ojalá estuvieran en todos los hoteles y restaurantes, porque marcan la diferencia. Cuando nos fuimos le dije al director que sin duda lo repusiera porque gracias a esa pequeña máquina se había salvado la vida a una persona”, zanja.