
Soledad Antelada posa tras la entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.
Soledad Antelada: "A Málaga le sobra identidad propia, creatividad y talento, no tiene que copiar a nadie"
La malagueña ha sido la primera mujer jefa de ciberseguridad en una campaña presidencial en Estados Unidos. "Trabajar con Kamala Harris ha sido la mejor experiencia de mi carrera y lo volvería a hacer", señala.
"Se miente descaradamente, estamos en la época de la propaganda y de vender humo y no pasa nada. Se ha perdido la ética", apunta esta experta.
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El 4 de diciembre de 1977 es una fecha clave en la historia de Málaga porque fue asesinado Manuel José García Caparrós en una manifestación en defensa de la autonomía andaluza. Ese mismo día, a casi 10.000 kilómetros de distancia, en Buenos Aires, nacía Soledad Antelada.
Su familia era de origen malagueño y con apenas tres años se trasladó de nuevo desde Argentina a Málaga huyendo de la dictadura de Videla. En Málaga, pues, ha pasado la mayor parte de su vida y es donde piensa volver a jubilarse.
Fue de las primeras mujeres en estudiar informática en la Universidad de Málaga y, hoy en día, es una de las mayores expertas en ciberseguridad a escala mundial. De hecho, ha sido la jefa de ciberseguridad de la pasada campaña electoral de Kamala Harris en Estados Unidos y trabaja para Google.
Reside en San Francisco y ha venido unos días a Málaga a ver a la familia y amigos, momento que ha aprovechado para hacer una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga para nuestra sección A título personal.
Empecemos por el principio. Nace en Buenos Aires en 1977 y con tres años regresa a España por la dictadura en Argentina.
Sí, toda mi familia se vino antes incluso a Málaga. Mis abuelos y mis tíos. Mis padres y yo fuimos los últimos. Mi familia era de Algarrobo, de apellido Pastor, e iban a El Perchel a vender verdura en un mercado. Eran agricultores y se fueron a Argentina porque en aquel momento había mucha hambruna en Málaga, a hacer las Américas. Y con la dictadura en Argentina decidieron volver a Málaga porque aquí tenían sus raíces. Y yo se lo agradezco.
¿No le hubiera gustado quedarse en Argentina?
No lo sé, pero volver a tu sitio de origen está bien.
¿Qué le motivó a estudiar ingeniería informática y especializarse en ciberseguridad?
Era buena en ciencias y matemáticas y no quería ser profesora. No sabía qué hacer y todos los empollones de mi clase querían ser informáticos. No tenía ni ordenador. Pero estudié en la UMA. Vivía entonces en la calle Beatas cuando el centro de Málaga era otra cosa. Los dueños de mi piso eran los antiguos dueños del Málaga Palacio (se ríe porque la entrevista tiene lugar en este hotel). Málaga mola ahora un montón pero en aquella época también.
Entró entonces de rebote en la informática pero se le dio bien.
Sí sobre todo cuando empecé a trabajar, más que estudiando. Me dieron una beca en el Parque Tecnológico y me puse a programar. Eso sí me gustaba. Me dieron una beca para un año y me contrataron a los seis meses.
"Era buena en ciencias y matemáticas y no quería ser profesora. No sabía qué hacer y todos los empollones de mi clase querían ser informáticos. Yo no tenía ni ordenador, pero lo estudié"
¿Qué empresa era?
Se llamaba Plataforma Tecnológica y era una contrata del 061. Hacíamos el programa de las centralitas de emergencias. Cubríamos toda Andalucía y recuerdo que hacía guardia 24/7. Te llamaban a las tres de la mañana y te decían “se ha caído el centro del 061 de Sevilla”, por ejemplo, y lo tenía que arreglar. Llevábamos también el de Cantabria y en mi último año me fui a Angola a montar un 061.
¿Y eso?
Cogieron un contrato, nadie quería ir y me fui yo. Además yo hablo portugués. Hay muchas oportunidades en la vida, pero nadie las quiere coger. Las guardias tampoco las quería nadie porque nadie quería que le llamaran a esa hora con esa presión y esa responsabilidad. Yo las asumía encantada y además me pagaban bastante dinero.
¿Qué se encontró al llegar a Angola?
Fue duro. Me tuve que poner un montón de vacunas, tomarme las pastillas de la malaria y aún así me puse malísima dos veces con unas gastroenteritis que no podía ni salir del hotel. En el hotel había médicos españoles de Médicos sin Fronteras y me salvaron con el suero. Me cuidaron mucho.
Angola era un país difícil, una realidad super dura, y no creo que haya cambiado mucho. Te cambia la visión del ser humano. Luego vuelves a Málaga y ves a la gente quejándose por tonterías. Nos quejamos por chorradas. Y allí la gente no tiene nada e incluso así es feliz y solidaria. Aquello me marcó y, de hecho, este mes de agosto iré a Nairobi (Kenia).
¿A qué va?
Monté hace 10 años una ONG llamada Girls can hack para luchar contra la brecha de género en el mundo de la ciberseguridad. Este año la Fundación de Bill Gates nos la ha financiado y estamos haciendo con ellos proyectos en África. Vamos a hacer un taller de ciberseguridad para ONGs de allí orientadas a chicas jóvenes para que estén más seguras online. Tenemos ya el equipo montado, llevamos tres meses trabajando en ello y en agosto iremos.

Soledad Antelada tras la entrevista.
¿Cómo acabó en Estados Unidos?
En 2010 pensé en dejarlo todo y me dije “se acabó la informática para mí”. Pedí un año de excedencia en la empresa y me tomé un año sabático. Quería hacer otras cosas. Viajé por medio mundo y acabé en San Francisco visitando a amigos. Yo ya había estado allí en 1999 y entonces pensé que me mudaría a San Francisco cuando acabara la carrera. No lo hice y me pregunté por qué. Estuve un par de meses en San Francisco durante la excedencia y vi que había un curso de ciberseguridad en la Universidad. Me llamó un montón la atención porque eso no lo había en ningún sitio. Me apunté al curso, hice las pruebas de acceso de matemáticas e inglés y algo más que no recuerdo y lo aprobé.
Me había aburrido de ser programadora porque es un trabajo bastante monótono, pero cuando vi lo de ciberseguridad pensé en probar. Regresé a Málaga, preparé todos los papeles del visado, dejé mi trabajo y todo el mundo me decía que estaba loca. Solo mi padre me animó a hacerlo. En ese momento nadie dejaba un trabajo y se iba al extranjero.
Y llega a San Francisco casi a la aventura.
Sí (se ríe). Alquilé una habitación y tenía un colchón en el suelo y mi maleta. Y no sabía hablar bien inglés. Me fui para un año. Mi intención no era quedarme.
Pero se acabó quedando.
Sí, me pasó lo mismo que en Málaga. Me dieron una beca mientras estudiaba y cuando la terminé me contrataron. Fui la primera mujer que contrataron en el Departamento de Seguridad del Lawrence Berkeley National Laboratory de la Universidad de California en el área de ciberseguridad. He sido dos veces la primera mujer. Este caso y también he sido la primera mujer en hacer de CISO (jefe de ciberseguridad) en una campaña presidencial en Estados Unidos, con Kamala Harris.
Hay que tener en cuenta que todo el tema de ciberseguridad y el puesto de CISO lleva solo dos elecciones. En 2016 pasó lo que pasó, en 2020 se pusieron las pilas y en 2024 ya había ciberseguridad en las campañas. Pero mujer ninguna e hispana menos.
Estará orgullosa.
Sí (se ríe). Será que soy más vieja y por eso he llegado primero.
¿Qué diferencia ve entre trabajar en Estados Unidos y en España?
Bueno, más que trabajar en Estados Unidos yo trabajo en San Francisco, que es un enclave. Lo que más me llamó la atención y por lo que me he quedado allí es por la apertura de mente de la gente. Que tengan un hub de innovación tan potente allí no es por casualidad. Otros estados de Estados Unidos quieren competir y saber cómo lo hacen, cómo captar inversores y no lo consiguen.
Hay una bienvenida a las ideas y se juzga muy poco a la gente. Nadie te juzga por tu vida personal sino que miran lo que puedas aportar a la innovación tecnológica. Cuando me fui de Málaga en 2010 aquí aún se miraba a la gente de arriba a abajo. Esto ya ha cambiado un poco, pero había normas sociales muy estrictas. Para empezar con la vestimenta. Yo iba en San Francisco con camiseta, vaqueros y zapatillas y daba igual. Los líderes de las empresas iban también de aquella manera. Era novedad en aquella época.
Y otra cosa es la eficiencia. Que me digan te mando un correo el lunes a las 9 de la mañana y que me siente el lunes a las 9 y tenga el correo con la respuesta es fundamental. No tener que preguntar 40 veces o que no me respondan. Eso no está pagado con dinero. Te hace ser mucho más productivo.
Por otra parte, se compite porque son empresas, pero hay un afán de colaboración. Se admira a la gente que tenga buenas ideas. Si eres bueno en algo no hay envidias, al revés, te intentas pegar a esa persona para hacer cosas juntos que sean mejores. Esa es la mentalidad.
"Que tengan un hub de innovación tan potente en Silicon Valley no es por casualidad. Hay una bienvenida a las ideas y se juzga muy poco a la gente. Y no está pagado que te digan que te mandan un correo el lunes a las 9:00 y lo hagan"
En 2021 se fue a Google. ¿Cómo fue?
Bueno, vino Google a por mí. Había estado trabajando para el sector público tanto en Málaga como en la universidad y pasé a una empresa privada. Nada que ver una cosa con la otra. Entré como directora de proyectos. Luego pasé a la oficina del CISO, con Google cloud, y lo que hago es ser consejera de seguridad. Mi vida es mucho más fácil ahora porque lo que hago es aconsejar a la gente sobre lo que tiene que hacer en ciberseguridad (se ríe).
¿Cómo ve el centro que ha abierto Google en Málaga?
Me gusta mucho. Es importante para la empresa.
En octubre del año pasado fue noticia porque se unía a la campaña de Kamala Harris como CISO. ¿Cómo salió esa oportunidad?
Me lo ofrecieron. Al final la comunidad de ciberseguridad no es tan grande y nos conocemos. Cuando Kamala Harris fue designada candidata recibió muchas donaciones de dinero y la campaña pudo contratar a mucha gente. En ciberseguridad contrataron a un equipazo y me ofrecieron ese puesto. No les podía decir que no porque era una experiencia única e irrepetible. Era un momento histórico.
¿Se puede contar algún momento de especial tensión?
Eso era 24/7 sin dormir. Fueron tres meses de campaña. Un día de campaña era como tres semanas en la vida real. Brutal. Era un no parar. Había que controlar toda la infraestructura móvil porque la gente de la campaña, además de en la sede central, estaba desperdigada por todo Estados Unidos. Además Kamala Harris no solo era una candidata a la presidencia sino que era la vicepresidenta de Estados Unidos. Era muchísima más carga en riesgos y amenazas. Todo muy peliculero, pero no puedo contar anécdotas por seguridad. Solo puedo decir que ha sido la mejor experiencia de toda mi carrera y que lo volvería a hacer. No es un trabajo que se pueda mantener durante años pero para unos meses está muy bien. Es mucha tensión y aparte hay que gestionar un equipo, que esté bien, que trabaje, que duerma, informar a los líderes de la campaña…
Kamala Harris perdió. ¿Qué fue lo primero que pensó?
Lo más duro fue el día después de las elecciones. Era líder de equipo, me fui al hotel, me di una ducha larga, estuve una hora descansando y tuve que poner mi mejor sonrisa y volver a la campaña para apoyar a la gente. Había que animar a todo el mundo porque es un trabajo muy emocional ya que luchas por una causa, todo el mundo a una, muchas horas, millones de personas ayudando al votar…

Soledad Antelada en el hotel Málaga Palacio en Málaga.
En materia de ciberseguridad, ¿qué tendencias cree que habrá a corto o medio plazo?
Es imposible de saber. Puede pasar de todo en cualquier momento. Lo más importante ahora es tener acceso a la información anticipada sobre la situación geopolítica mundial.
A nivel usuario hay temor por las fake news y crecen como setas.
La gente está cambiando su forma de pensar, ya no se fía de casi nada. Por un lado está bien pero, por otro, vivir así es un rollo. Antes podías ir a X y ver lo que estaba pasando, por ejemplo, si se atacaba a alguna empresa. Eso ya no existe. Es muy difícil saber dónde ir a informarte para que esa información sea veraz. Se miente descaradamente, estamos en la época de la propaganda y de vender humo y no pasa nada. Se ha perdido la ética.
Hemos comentado la creación de Girls can hack. ¿Hay muchas mujeres estudiando informática? ¿Qué previsión tiene?
Hay más que antes y espero que menos que mañana. Se ha avanzado bastante pero queda mucho. Nuestra organización fue de las primeras en Silicon Valley y estamos hablando de 2014. Luego se empezó a dar bombo a grupos de inclusión en las empresas, mujeres daban charlas y parece que con eso se cubría la responsabilidad. Era un lavado de imagen. En Silicon Valley eso ya está roto porque se usaban las organizaciones de diversidad para evitar juicios por discriminación. Ahora muchas organizaciones han cerrado. La mía sigue porque hacemos proyectos de ciberseguridad que fomentan la inclusión. Pero hay que darle una vuelta de tuerca a todo lo demás.
Hace poco fui a una cena. Yo encantada porque era un tres estrellas Michelin. Estábamos en una sala reservada y eran 15 hombres y yo. Y yo me preguntaba ¿hasta cuándo? Llevo desde los 18 años entrando a clase y siendo la única o de las pocas.
Hablamos mucho de la Málaga tecnológica. ¿Se habla realmente de ella en el extranjero?
Yo antes decía que era de Marbella y la gente me decía que le gustaba y que había estado. Si decía Málaga la gente no sabía dónde era. Ahora digo Málaga y sí se conoce. Ha cambiado. No sé si Málaga lo está haciendo bien o mal, el tiempo lo dirá. Hay que pensar que las cosas sean sostenibles. Se puede ir para delante con todo y aprovechar el momento, pero cuando luego baja la cosa qué, ¿dónde quedan los malagueños? Cuando vengo a Málaga no quiero comer hamburguesas. Quiero que la cultura local prevalezca. ¿Por qué copiar si a Málaga le sobra talento y le sobra creatividad e identidad propia? Va cambiando la cultura poco a poco y lo noto más porque vengo de vez en cuando.
Usted ha sido valiente en su carrera a la hora de aceptar retos. ¿Qué se plantea a futuro?
No planeo mucho. ¿Para qué? Nunca se sabe dónde se va a terminar. Cuando estaba en la campaña de Kamala Harris me preguntaba cómo había acabado yo ahí. Con lo tranquila que podía estar en Málaga (se ríe). Ahora para hacer planes está la cosa regular. Lo que sí es seguro es que me jubilo en Marbella. Eso es inamovible. Cuando ya se verá.