Francisco de la Torre con una Vespino.
Vespinos de Málaga inaugura su nueva sede en Teatinos
Esta asociación de usuarios restaura las míticas Vespino y hacen todo tipo de actividades.
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Vespinos de Málaga es una asociación de usuarios del vehículo que revolucionó en la década de los setenta y ochenta la movilidad en nuestro país. Este ciclomotor fue todo un símbolo por su simpleza técnica, su robustez mecánica y su economía de uso, teniendo en cuenta la tecnología de la época.
Desde hace algunos años, un grupo de apasionados de ese vehículo decidió hacer lo posible por mantener su legado, comprando viejas unidades salvadas de la chatarra y convirtiéndolas, después de una rigurosa restauración, en ciclomotores en perfecto estado de uso.
Aunque la mayoría hace un uso esporádico de esos vehículos, todavía quedan algunos que los usan habitualmente. Entre las muchas actividades que realizan en Vespinos de Málaga, las rutas en grupo y la confraternización entre amigos mediante charlas en la sede, son las más demandadas.
Un momento del acto.
Aunque ya existía una sede donde todos se reunían, el local actual ha sido cedido por el ayuntamiento a través de la junta de distrito 11 Cortijo Alto, de manera que ahora, y por períodos de 5 años, los miembros del club tendrán un lugar donde reunirse e intercambiar información para la restauración y conservación de los aproximadamente 150 Vespinos que disponen entre todos ellos.
A la inauguración acudió el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el concejal del distrito Borja Vivas y un numeroso grupo de socios y amigos, los cuales departieron con el alcalde sobre los procesos que se realizan para dejar como nuevos los ciclomotores que se van rescatando.
El Vespino fue diseñado por el ingeniero salmantino Vicente Carranza en Madrid y fue fabricado únicamente en España. Desde 1968, se vendieron aquí una gran parte de los 1,8 millones de unidades construidas, a través de la sociedad Moto Vespa, que era una subsidiaria de la italiana Piaggio, en colaboración con el Instituto Nacional de Industria de la dictadura franquista.
Los miembros de la asociación Vespinos de Málaga.
También se exportó a Sudamérica, aunque con un motor subido a 65 cc. Durante 30 años fue el ciclomotor más vendido de España, donde se conocieron unas 20 versiones distintas en todos esos años, acabando la producción en los años noventa con una versión final específica para una conocida cadena de pizzas a domicilio.
La parte mecánica destacaba por su motor de 49 cc monocilíndrico, con refrigeración forzada de aire y con un cárter que albergaba el variador centrífugo y la transmisión automática por correa. La potencia, según versiones, iba desde los 2,2 a los 3,8 cv. Consumía en torno a 1,6 litros de combustible, con mezcla de gasolina y un 2% de aceite.
Los Vespinos contaban con un sistema de apagado muy particular porque, a diferencia de la competencia, donde era generalizado un interruptor que cortaba la corriente al motor, en este existía una leva junto al freno que servía para abrir una válvula que comunicaba el motor con el exterior, dejándolo sin compresión.
Durante toda la vida comercial del modelo existió una norma absurda en España que obligaba a todos los ciclomotores a equipar unos pedales para que, en caso de que el motor no funcionase, se pudiese llegar al destino pedaleando como una bicicleta, algo que nunca nadie hizo por el peso de la moto y la situación de esos pedales.
Visto desde la lejanía, nos alegra ver que esas motos, que fueron parte de la juventud de muchos, la mía en concreto, siguen siendo el objeto de deseo principalmente de las mismas personas que las conducían hace cincuenta años.