El mayor embalse construido por Franco en Andalucía: está al 30% de su capacidad y ocupa tres provincias

Entre las décadas de 1940 y 1960, España vivió un auge en la generación de energía hidroeléctrica y Andalucía no se quedó atrás. La política de grandes infraestructuras hidráulicas para el desarrollo agrícola e industrial del país de Francisco Franco hizo que en el municipio de Iznájar se creara el mayor pantano de la comunidad autónoma.

Tales son las dimensiones de este embalse que ocupa tierras en tres provincias diferentes de Andalucía. En concreto de Córdoba, Málaga y Granada y comunmente se conoce como el Lago de Andalucía.

La obra se enmarcó en los planes de regulación del principal afluente del río Guadalquivir, el Genil, y fue llevada a cabo por el Ministerio de Obras Públicas en la década de 1960. Su objetivo principal era regular el río para controlar inundaciones, mejorar el abastecimiento de agua y favorecer el desarrollo agrícola mediante el regadío.

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El embalse fue inaugurado el 3 de junio de 1969 y pertenece a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. El objetivo principal de regular el caudal del río, evitar inundaciones, abastecer de agua a la región y generar electricidad. Fue una de las mayores obras de ingeniería de la época en Andalucía y supuso un desafío técnico importante debido a la extensión del embalse y la orografía del terreno.

Su capacidad supera los 900 hectómetros. Con su construcción cubrió 3.000 hectáreas, de las que 200 eran de regadío y dejó inundados ciento cincuenta mil olivos, la superficie regable creada ascendió a 65.000 hectáreas, en la construcción de la presa fueron empleados un millón cuatrocientos mil metros cúbicos de hormigón que supuso el récord de tales obras en España, según la información facilitada por el Ayuntamiento de Iznájar.

Cabe señalar que al pie de la presa se levantó la central hidroeléctrica más importante de la época en Andalucía, con cien millones de kilovatios/hora anuales con intercomunicaciones a través de todo el sur peninsular.

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La construcción del embalse supuso la expropiación de las mejores tierras cultivables del municipio, lo que provocó el desplazamiento de innumerables iznajeños: numerosas familias fueron trasladadas a tierras de los regadíos surgidos río abajo (Céspedes, Poblado de Maribáñez, Bembézar…) en contraprestación al desalojo por el que se vieron afectados, otros optaron por la emigración a otras regiones del norte peninsular.

Esta infraestructura hidráulica también modificó no sólo el paisaje de esta tierra, convirtiendo su núcleo principal en una pequeña península que parece emerger entre las aguas unida a tierra firme a través de puentes, sino que transformó toda su estructura social y económica.

Por otr lado, la agricultura de la zona antes de este embalse dependía en gran medida de la lluvia. Con el agua regulada y almacenada, se pudieron modernizar los sistemas de riego, favoreciendo cultivos como el olivo y los frutales, impulsando así la economía local y mejoró la calidad de vida de los agricultores.

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Cabe señalar que el pueblo de Iznájar es un mirador natural sobre el embalse, y su relación con este ha evolucionado con el tiempo. Aunque al principio hubo cierta oposición a la obra por el impacto en las tierras de cultivo, hoy en día el embalse se ha integrado en la identidad de la zona y es un motor económico gracias al turismo.

El pantano también ha permitido mejorar las infraestructuras del municipio, con la construcción de carreteras y servicios que han beneficiado a la población. Actualmente, es un punto de referencia tanto para la gestión del agua como para el turismo rural en Andalucía.