
Kevin y el Málaga CF, un pulso fallido y un rejonazo al proyecto de cantera
Kevin y el Málaga CF, un pulso fallido y un rejonazo al proyecto de cantera
El futbolista dejará el club el 30 de junio después de no acercar posturas en su renovación durante toda la temporada.
Más información: el Málaga CF despide la temporada con otro empate en La Rosaleda
“No hay en el mundo dinero para comprar los quereres”, que cantara Manolo Escobar. Pero esos quereres tienen que existir. Y no parece haberlos entre Kevin Medina y el Málaga CF, al menos en alguna de las direcciones.
Los caminos de ambos se separarán a partir del 30 de junio cuando expire el contrato del extremo del Llano de la Trinidad con el equipo blanquiazul.
Seguramente sea difícil imaginar un futuro deportivo de Kevin sin el Málaga, tan malagueño él, tan verso suelto en el césped. Al menos a medio plazo, con la continuidad de Sergio Pellicer en el banquillo.
El de Nules ha demostrado estar de sobra capacitado para enjaretar al ‘11’, darle su sitio, comprenderlo para hacerlo, sobre todo, crecer.
No se puede pensar en Kevin Medina como en un jugador del Málaga, de los de quita y pon. Sus cifras no son las de un jugador imprescindible. Su rendimiento a veces se pierde entre arabescos innecesarios, improductivos, reprochables por continuados en algunos casos cuando no son la solución que necesita el equipo.
Pero Kevin no son números. Kevin es los niños queriendo ser Kevin, queriendo llevar una camiseta con su nombre, imitando sus regates, sus filigranas en el campo. Su ‘AB’.
Kevin es acompañar a su hermano pequeño por los campos de Málaga y provincia cuando juega con La Unidad y no parar de sacarse fotos con todo el que se lo pida.

Kevin Medina, jugador del Málaga CF
Kevin es irse a la puerta del Materno a esperar el nacimiento de un miembro de la familia con las sillas de la playa, como estaba haciendo la tarde antes de su último partido con la camiseta del Málaga.
Kevin es ponerse a ver por internet el Cautivo el Lunes Santo desde el norte de Portugal, como hizo cuando estuvo cedido en el Gil Vicente.
Kevin son las mechas amarillas en las cabezas de tantos niños malagueños.
Por supuesto que Kevin es, para quien le guste y para quien no también, subirse encima de la pelota en el partido contra el Antequera, en una imagen ya icónica.
Y agarrar el megáfono en el aeropuerto de Málaga a las cinco de la mañana delante de miles de personas para llevar la voz cantante de una celebración inolvidable también es Kevin.
Kevin podría ser, en definitiva, la bandera de este Málaga CF, podría ser marca Málaga CF, la cara visible de este proyecto de cantera instaurado en Martiricos al menos hasta que haya un giro institucional.
Pero sólo podría, porque para serlo es necesario, en un jugador que representa todas esas cosas, el amor verdadero.
Y no hay amor verdadero en echarle un pulso al club de tu vida cambiando de representante cuando la renovación estaba cerrada y sólo le faltaba la firma.

Kevin Medina durante el Córdoba vs. Málaga CF de Primera RFEF
No hay ese amor verdadero en estar un año esperando una oferta mejor que la que ya se ofreció.
Como tampoco hay amor verdadero en no intentar acercar posturas por parte del club para retener a Kevin, al Kevin de los niños del Málaga. El Kevin de las lágrimas de su último día en La Rosaleda.
El Málaga seguirá adelante, seguramente -al menos esa es la obligación- con un proyecto más ambicioso y aspiraciones más altas que las raquíticas de esta temporada -no vale la permanencia al final del curso con 27.000 almas empujando cada domingo en La Rosaleda, hace falta algo más-.
Lo hará sin Kevin, que tras algunos vaivenes se instaló en el equipo de su ciudad con todos los mimbres para ser un ídolo. Pero no será profeta en su tierra. No hay amor verdadero. Maldito parné.