Ana María Castillo Clavero, coordinadora del proyecto CARE.

Ana María Castillo Clavero, coordinadora del proyecto CARE.

Educación

"Ni el planeta ni los recursos son infinitos": la Universidad de Málaga pone freno al consumo irresponsable

La institución lidera el proyecto europeo CARE desde donde concienciarán sobre una forma de vida más sostenible basado en elegir productos de proximidad, comprar ropa duradera o viajar en transporte público.

29 mayo, 2022 05:00
Málaga

Noticias relacionadas

¿Cuántas veces hemos comprado ropa barata de usar y tirar? ¿Cuántas veces hemos cogido el coche para desplazarnos hasta nuestro supermercado a 200 metros? ¿Cuántas veces hemos consumido fruta importada y no local de temporada? La Universidad de Málaga lidera ahora el proyecto europeo CARE con el objetivo de concienciar a la sociedad sobre un consumo responsable

La iniciativa contará con una completísima plataforma online a tan sólo un clic de distancia donde cualquier podrá consultar consejos (correspondiente a la parte educativa y de formación); investigaciones varias y una parte empresarial, ya que convocarán a la sociedad para que aporte ideas de negocio responsable. Luego lo valorarán y le recomendarán cómo ponerla en práctica.

"El consumo responsable consiste básicamente en consumir pensando en el futuro y en qué clase de huella están creando nuestras decisiones de consumo", explica Ana María Castillo Clavero, coordinadora del proyecto. La profesora de la UMA pone ejemplos enseguida: "Uno debe comprarse una prenda duradera o un vehículo lo menos contaminante posible, o evitar poner el lavavajillas con tres platos".

El proyecto europeo CARE, Consumo consciente para la responsabilidad hacia el entorno está cofinanciado por la UMA, a través del Vicerrectorado de Relaciones Internacionales, y la Comisión Europea, en el marco del Programa Erasmus Plus. Este promueve unos hábitos más conscientes y austeros que prolonguen el uso de los bienes, su reutilización y reciclaje, y la reducción de los residuos.

Los responsables del proyecto estarán disponibles en una plataforma de libre acceso y abierta las 24 horas del día donde proporcionarán "información rigurosa que ayude a la gente a consumir mejor", precisa Castillo mientras reconoce que la iniciativa está destinada sobre todo a adultos a partir de los 40 años. "Los jóvenes ya están recibiendo esta formación. Hay muchas creencias erróneas como que se consume menos lavando los platos a manos que en el lavavajillas", asegura.

El proyecto se centra en cuatro áreas principales del consumo como la alimentación responsable. "Comemos demasiados carnes que requieren muchos recursos para su producción. El mayor impacto ambiental en España se produce por el tema de los alimentos, por la forma intensiva que tenemos de producir elementos", explica la profesora de Organización de Empresas de la UMA, que aconseja comprar"producto fresco, de temporada y de proximidad" siempre que se pueda.

"No es lo mismo comprar un producto del mercado, directo del huerto, a que lo traigan de Sudáfrica o Perú. No podemos querer comer cerezas en diciembre y castañas en mayo. Si lo consumimos así es porque se cultivan bajo plásticos o porque se traen importado de la otra parte del mundo. Eso tiene mucho más impacto ambiental", señala.

Entre los hábitos de consumo, a Castillo le parece "bastante absurdo pagar mil veces más por agua embotellada en vez beber la del grifo". "Hablamos de agua que sacan de un manantial para llevársela en un camión que contamina, envasarlas en una fábrica donde también se contamina y en unas botellas de plástico, y transportarlas al supermercado", recuerda.

Otra de las áreas es la moda responsable. "Tenemos que acostumbrarnos a que la calidad se paga y a valorarla, a mirar las etiquetas de las cosas y ver dónde se ha confeccionado. Debemos saber distinguir una buena prenda o un buen calzado de uno malo que no nos va a durar nada o se va a pasar de moda. Tenemos que pensar en el futuro. Ni el planeta ni los recursos son infinitos. Tenemos que comprar con la cabeza y no con los ojos", reconoce.

El proyecto tiene como fin último un consumo sostenible desde el punto de vista económico, social y medioambiental. "Una actividad debe ser sostenible económicamente, que sea rentable, y también desde el punto de vista ambiental y social. Es decir, que no ahonde en brechas de género y no incremente la diferencia entre ricos y pobres. O no participemos en la explotación de personas más vulnerables en otros países. Eso pasa mucho con la ropa, que se confecciona en países donde tienen muy pocos derechos laborales", admite.

La iniciativa también reflexiona sobre el uso responsable de los recursos, como el agua o la energía, para gestionarlos de forma eficaz y eficiente y minimizar la producción de residuos. "No deberíamos comprar cosas que vienen en dosis pequeñas con envases muy grandes de plástico que generan residuos", recomienda. 

La idea, según la profesora de la UMA, es que "consumamos conscientemente, no que nos quitemos cosas necesarias". "Compremos productos que estén obtenidos de la forma menos dañina posible para el entorno. Me refiero a cosas que nos vayan a durar y que cuando las desechemos si es posible que alguien las sigo utilizando mucho mejor, y si no, que las desechemos de una manera responsable", explica.

La última pata tiene la movilidad responsable como protagonista. El uso de un transporte de bajo impacto y más saludable en la vida cotidiana y en los grandes desplazamientos lo favorece. "No tenemos que coger el coche para ir a comprar al supermercado que está a 200 metros de casa. Podemos comprar en tiendas de proximidad. ¿Por qué no haces compras más pequeñas en tiendas locales? Seguro que la frutería de tu barrio tiene más productos locales que importados", asegura la coordinadora, que piensa que "hay muchas maneras de cuidar de lo que nos rodea".  

El proyecto de dos años de duración estudiará el impacto del turismo de masas. "Es preferible un turista que quiere conocer la ciudad, comer platos típicos de la ciudad y visitar nuestros museos y nuestros mercadillos. Se va a gastar más dinero y va a estar más tiempo que el turista que viene un fin de semana a hacer una despedida de soltera y sólo quiere juerga", defiende.

"Necesitamos turistas con mayor poder adquisitivo porque es más rentable y sostenible. Se trata de gente con mayor conciencia de lo que buscan y van a tener un impacto mejor. No van a molestar a los vecinos. El impacto ambiental del que coge un vuelo y sólo viene un fin de semana de fiesta es mayor en relación al dinero que se deja aquí o el efecto en la economía local que tiene su visita", sostiene.

El proyecto, informa su coordinadora, "trata de concienciar y en hacer pensar a la sociedad cómo podríamos hacerlo mejor". "Muchas veces no nos paramos a pensarlo. Tiramos por el camino más sencillo. No podemos seguir consumiendo como locos productos baratos, de usar y tirar, y renovarlo todo cada temporada. Eso no nos va a llevar al futuro", se despide.