Parte de los trabajadores de los talleres.

Parte de los trabajadores de los talleres. A.R.

Cofradías

El taller Berdugo Trujillo, desde dentro: más de una década haciendo un legado cofrade de la madera

Los días previos al Domingo de Ramos se hacen frenéticos en talleres como el suyo, dedicado, entre otras tareas, a la carpintería, la talla y el dorado.

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“Me pillas con todo por medio, ¡con lo que me gusta ver todo ordenado a mí!”, dice Alberto Berdugo, tímidamente y entre risas, echándose las manos a la cabeza, cuando accedo al interior de los talleres Berdugo Trujillo, una nave donde el olor a madera te inunda en cuanto entras. Pocos se imaginarían que tras la puerta de chapa de ese habitáculo del polígono industrial La Estrella lleven 13 años saliendo verdaderas obras de arte que ahora forman parte de la historia cofrade malagueña. Todo ello, gracias al esfuerzo de su equipo, liderado por Alberto Berdugo, un amante del trabajo "bien hecho y a tiempo".

La Cuaresma se antoja imposible en talleres como el suyo, dedicado, entre otras tareas, a la carpintería, la talla y el dorado cofrade. Pulir los últimos detalles de grandes encargos, se suma a tener que trabajar a contrarreloj en los de aquellos rezagados que han llegado algo más tarde de lo que deberían. Pero lo importante es la organización, el buen rollo en el equipo y la profesionalidad, tres aspectos que, sin duda, definen a este taller que ya se han consolidado como uno de los espacios referentes en el sector desde su nacimiento en 2012.

El trono de Jesús Nazareno del Paso marcó el inicio de este taller malagueño. Berdugo recuerda aquel trabajo en 2014 con la Archicofradía de la Esperanza como un impulso gracias a la confianza de una figura como el artesano Rafael Ruiz Liébana: “Ejerció de supervisor artístico. Apostó por nosotros y su nombre nos abrió una puerta muy grande”.

Los talleres Berdugo Trujillo, desde dentro.

Los talleres Berdugo Trujillo, desde dentro. Alba Rosado

Tras la restauración y talla de nuevas piezas del trono del Nazareno del Paso, desde el taller se realizó la eliminación de todo el dorado y el estuco antiguo, hasta dejar todos los elementos en la madera. Con este paso, se descubrió una gran riqueza ornamental que se encontraba oculta bajo varias capas de estuco. A la peana superior se le ejecutó incluso un grabado que había corrido la misma suerte que las cresterías.

Culminaron el trabajo con el dorado y protección del mismo aplicando productos preservadores proporcionándole una gran durabilidad y dureza, incluso capaz de soportar perfectamente el agua y haciendo del trono del Nazareno del Paso algo aún más sobresaliente.

Relación con Mena

Desde entonces, cada encargo ha sido un reto asumido con la responsabilidad de quien sabe que sus manos sostienen parte del alma de las cofradías que le hacen encargos. Entre los proyectos que recuerda con especial cariño también están las cabezas de varal del Cristo de la Buena Muerte, de la congregación de Mena. “Fue un trabajo arriesgado. Teníamos solo cinco meses para tallarlas y dorarlas en oro de ley”, cuenta Berdugo, mientras su equipo trabaja en los últimos detalles para las entregas de estos días.

Aquel esfuerzo con Mena se vio recompensado no solo con el reconocimiento de la congregación, sino también con una relación que se mantiene hasta hoy. “En todo lo que ha hecho la congregación, esta ha contado con nosotros. Y ahora estamos dorando el retablo de su capilla en Santo Domingo, ni más ni menos”, añade.

Cada rincón del taller es testigo de lo que luego se convertirá en una auténtica obra de arte. También supervisa los trabajos un perro al que rescataron moribundo de la calle y que ahora actúa de guardián de los trabajadores, jugando entre restos de oro en la zona de dorados. "¡Este es el que mejor vive!", dice la hermana de Berdugo, trabajadora del taller, mientras trabaja en una cabeza de varal.

El perro que rescataron.

El perro que rescataron. A.R.

“Esto ha sido una locura”, se dice casi a sí mismo, sin creérselo, al mostrar el enorme espacio donde durante más de tres años ha estado el trono del Señor de la Sentencia. “Para pasar a la oficina tenía un hueco así”, dice Berdugo, mientras dibuja un espacio mínimo con las manos y reconociendo que muere de ganas porque llegue el Martes Santo y el tiempo permita poder verlo en la calle.

“Aún me emociono cuando veo un proyecto nuestro en la calle, encima si es algo así, ya ni te cuento”, dice con orgullo Berdugo, que asume que dorar el trono de la Sentencia ha sido uno de los retos profesionales más especiales a los que se ha enfrentado nunca.

Aunque parezca que siempre estuvo destinado a este oficio, la historia de este profesional con la talla y el dorado es relativamente reciente. Su verdadera vocación llegó tarde, casi por casualidad, pero con raíces hondas. “Mi padre era ebanista, carpintero de verdad, y albacea de la cofradía de Pasión. De pequeño, aprovechaba cualquier oportunidad para ir con él a trabajar. Así conocí los tronos, los ajustes, el ambiente íntimo de los templos... Pero yo tiré por otro lado”, relata.

Un detalle de la camiseta de una de las trabajadoras.

Un detalle de la camiseta de una de las trabajadoras. Alba Rosado

La conexión con el taller de un maestro como Liébana fue decisiva para redefinir su carrera. “Entré con treinta y pocos años en su taller para preparar una pieza de madera y ya no me quise ir. Iba todas las tardes, hablábamos mucho. Él ya estaba jubilado, pero siempre tenía algo entre manos. Me dejaba estar allí”. Poco a poco, la semilla creció. Alberto dejó su puesto en Limasam y se volcó en cuerpo y alma en esta nueva etapa profesional.

No lo hizo solo. De la mano de Antonio Córdoba, uno de los grandes trabajadores del taller de Liébana, aprendió los entresijos del dorado. “Antonio, al que llamamos Nono, ha sido nuestro gran maestro, sin duda”, asegura Berdugo. Gracias a ese aprendizaje, al trabajo incansable y a una apuesta firme por la calidad, el taller ha ido consolidando su sello personal en cada pieza que sale por su puerta.

Trabajadores

También pone en valor el trabajo de su equipo, ya que sin él "no sería nada". Ahora son seis, contándole a él, cifra a la que hay que sumar también un joven en prácticas. La dinámica de aprendizaje está presente en todo momento en su rutina. Los miembros del taller, que incluyen tanto carpinteros como doradores, tienen una característica común: su versatilidad. "Lo que es esencial aquí es que todos seamos versátiles", insiste Alberto. "No somos especialistas solo en una tarea, sino que todos podemos apoyar en diferentes áreas del taller".

Si bien, con el paso del tiempo, cada miembro ha adquirido una especialización dentro de su área, ya sea la carpintería o el dorado. La clave del taller está en que todos comprenden cada etapa del proceso. "Es fundamental que cada uno entienda lo que ocurre en las otras áreas, porque un dorador que solo se dedique a dorar, sin saber lo que sucede en la carpintería, cometería un error. Igualmente, si solo se conoce la carpintería sin el dorado, el proceso no se completaría correctamente", apunta Alberto.

La carpintería y el dorado son oficios que requieren años de dedicación, y en el taller de Alberto Berdugo no hay espacio para la improvisación. Lucio, uno de los carpinteros del taller, tiene más de 40 años de experiencia en el oficio, y el resto del equipo no se queda atrás, con una media de entre 13 y 14 años de experiencia en el dorado. Esta experiencia acumulada es la que garantiza la calidad del trabajo realizado. Además, el taller ha evolucionado a la par que los proyectos que realizan. Lo que comenzó como una nave vacía, ha dado paso a un espacio mejorado: "En 2018 añadimos ese 'salón de tronos', como yo le digo; una zona más limpia para dorar y que la madera no interceda".

Familia

Si le llena de orgullo ver cómo van quedando sus trabajos y cómo quedan para la historia de la religiosidad popular en Málaga, reconoce que se le cae la baba viendo cómo sus hijos, Marta y Tino, presumen de lo que su padre hace con sus pandillas de amigos cuando bajan al Centro a ver procesiones.

Por no hablar del apoyo que le brinda su mujer, Laura. “Si yo me dedico a esto es gracias a ella y mi familia. Si me hubiera lanzado sin más, a lo loco, como quien dice... "a lo Juan sin miedo", esto no habría llegado a buen puerto. En este camino, hemos vivido momentos de mucha fatiga y dificultades, pero en todo momento, nunca vi una mala cara, ni un reproche. Siempre hubo comprensión y apoyo, especialmente de ella, con la que fui consensuando todo”, declara emocionado.

También han sido su sustento sus padres, de quienes dice que sin ellos “no podría haber dado el salto” que dio en su día. Reconoce que el camino ha tenido espinas, como cualquier rosa, pero que saber curarse las heridas le han hecho fuerte hasta llegar a lo que es hoy. “Todo tiene su racha, y ahora estamos en una etapa de madurez y consolidación, pero no ha sido fácil llegar hasta aquí. A veces se gana y otras veces se aprende, como dicen, y yo llevo toda la vida aprendiendo y en ello seguimos”, zanja.

Todos los estrenos de este 2025

- El Viernes de Dolores estrenaron la peana de la Virgen del Socorro (de Cártama), diseño de Naranjo Beltrán.

- El retablo en la Capilla de San Sebastián en la Catedral de Málaga, con diseño y policromía de Naranjo Beltrán.

- El dorado del trono del Señor de la Sentencia.

- El Jueves Santo en Antequera estrenarán la primera fase de carpintería del trono de Jesús Caído de la cofradía de Servitas, diseño de Ángel Sarmiento.

- En Marbella, la conclusión del dorado del trono del Cristo de la Columna.

- Del Cristo de Humildad y Paciencia, la fase de carpintería de los arbotantes laterales.