Dolores de San Juan.

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Cofradías

Las mil caras del lamento: el Viernes Santo lleva a Málaga a su antesala

A falta del Domingo de Resurrección, la ciudad cierra una Semana Santa completa en el discurrir de sus cortejos. 

8 abril, 2023 05:00

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El Viernes Santo en Málaga son las mantillas negras con la frente cubierta por el encaje, el luto asiático revestido de blanco, los funerales británicos de la era victoriana y las campanas que repican a muerte aunque sepamos que vivirá. Son las dos caras de una misma moneda que, por mucho que de vueltas en el aire, sigue teniendo el valor del oro con el que está forjada.

La Semana Santa de la ciudad yace en aquella respuesta de Franco Battiato después de que le preguntaban si profesaba alguna fe. "Todas", respondió el artista italiano, consolidando una constelación de influencias que daban como resultado La voce del padroneNómada

Málaga vive la antesala de la resurrección inmersa en esta dicotomía de blancos y negros. La ausencia de color o la omnipresencia de todos ellos. El enfrentamiento más audaz o la calma más consensuada. Pareciera que el único punto en común entre ambas tonalidades fuera la o final, pero hasta la ceguera puede verse de las dos maneras. 

Así parece que es el desenlace de estos seis días de pasión y muerte, porque la resurrección está por venir. Todas las ocho cofradías que procesionaron por las calles lo hicieron con el hilo conductor de la condena de Cristo, pero la forma de representarlo cambiaba en función del lugar. Son las mil caras del lamento.

Rostros de silencio en la iglesia de San Juan, donde desde temprano una fila de personas espera para entrar en el céntrico templo. La escena atraía el interés de hasta los cofrades: entre los hermanos con su túnica en la bolsa, algunos aguardaban su turno con el antifaz puesto. La penitencia empieza en casa para los de los Dolores

Estos aires de negro contrastan con lo que se vio en la Malagueta, donde la Virgen de las Angustias llevó velas rizadas en el trono. Un contrapunto alegre (algo difícil de entender) a la tónica general de la jornada. 

Los cánones clásicos que definen a una hermandad de barrio se encontraron en el Molinillo con la Piedad y la Trinidad con la Soledad de San Pablo, aunque sigue siendo necesario reflexionar sobre si el acompañamiento musical idóneo para el Cristo son las cornetas del Cautivo. Dudas a un lado, lo cierto es que ambas corporaciones arrastran el sabor auténtico con el que se forja la devoción de los vecinos. 

Doblete victoriano en el cierre de la Semana Santa. Tanto el Amor (conjuntos cuidados en el Cristo y la Virgen) como en el Monte Calvario (soberbias estampas) fueron ejemplos paradigmáticos de las distintas formas que tiene un pueblo de llorar. 

La solemnidad del Sepulcro reside en el nombre, en el cortejo con evidente carácter de ciudad (y de iglesia y de identidad) y en la idiosincrasia malagueña de velar a un Cristo al que le da la brisa mediterránea sin urnas de por medio. Tras el cortejo, a una distancia prudencial, la oscuridad más absoluta de la orden de Siervos de María. Pero que nadie se asuste, porque al rato la luz vuelve a encenderse, produciéndose una suerte de spoiler metafórico que desvelaremos en unos días.