La Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga ha presentado e inaugurado este martes la exposición y veneración “El Verbo Encarnado”. Trece Imágenes devocionales de hermandades y cofradías agrupadas podrán ser contempladas en las distintas capillas de la Catedral de la Encarnación, en un escenario inédito tanto por su presentación como por la singularidad de tener, por primera vez bajo el mismo techo a diferentes Titulares icónicos de nuestra Semana Santa. Así, el Cautivo será el único que estará situado en el trascoro. 

Estarán expuestas desde este martes y hasta el próximo 13 de noviembre en un horario de 10:00 h a 20.00 h. El nombre de la exposición alude, en doble dirección tanto al continente como al contenido. Por un lado, la Iglesia Catedral, consagrada al Misterio de la Encarnación, y por otro las representaciones de Jesús -el Verbo- y de María, en cuyo vientre se hizo carne.

La puesta en escena se enriquece con la participación de otros tantos artistas malagueños que han intervenido cada una de las peanas que sirven de soporte a las imágenes, aportando con el lenguaje contemporáneo de su obra una original y sugerente relectura de cada una de las advocaciones.

En las diversas capillas, se presenta un breve análisis de la Imagen por parte de los doctores en Bellas Artes Juan Antonio Sánchez López y José Luis Romero Torres.
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    Santísimo Cristo de la Agonía. Capilla de San Francisco.

    El artista que interviene es Pablo Flores.

    A los pies de la Cruz, la Calavera, hace referencia al Monte Calvario donde fue crucificado Jesús, en hebreo Gólgota (Calavera). Según la leyenda, la Cruz se apoya sobre los huesos y calavera de Adán, estableciendo una relación entre el Pecado Original y la Muerte redentora de Cristo.
    En los laterales, al igual que en la corona de espinas que porta la imagen, hacen referencia al Triunfo de Cristo sobre la Muerte, con la alegoría de un caracol y una serpiente, para simbolizar que la muerte de Cristo fue lenta como el caminar de un caracol y dolorosa como la picadura de una serpiente. Todo ello conformado sobre un Calvario Geométrico donde el círculo que representa el infinito; el triángulo, que es la ley natural, fija e inalterable del que surgen todas las formas; y el cuadrado, estabilidad y equilibrio, conforman una integración de lo sensible y sensitivo del arte con lo racional de la ciencia.

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    Nuestro Padre Jesús de la Misericordia. Capilla de Santa Bárbara.

    El artista que interviene es José Antonio Jiménez.

    “Ese cuadro que allí veis, con tantas caricaturas, os representan las clases, de desgracia y desventuras.” (El ramo de Ánimas de Abelón).
    Dolor y compasión, angustia y piedad, miedo y resignación, aflicción y consuelo, tormento y clemencia, suplicio y misericordia; todas estas afecciones se recogen en esta obra de José Antonio Jiménez Muñoz. Las ánimas en la tradición cristiana debían pasar un tiempo en el Purgatorio compulsando sus pecados, para poder acceder al cielo, siendo el fuego el elemento purificador para limpiar sus pecados. Posteriormente eran arrancados de esas llamas por ángeles, para conducirlos ante la Gloria de Dios. El cristiano basaba su devoción en la creencia de que éstas podrían conseguir su liberación, mediante rogativas y sufragios, pidiendo Misericordia a Dios.

    El pintor ha realizado un Purgatorio para esta peana creando un moderno friso de diferentes almas desnudas, con un claro lenguaje corporal que va desde el dolor más agudo, al más puro gesto de súplica o Misericordia. Los cuerpos están construidos en diversos escorzos matizados con largas pinceladas de color, siendo protagonista su gran plasticidad y fuerzas expresivas, creando con ello movimiento y dinamismo ante un fuego vivo que abrasa sus almas. Es característico de este pintor, adaptar la santidad a nuestros tiempos, haciendo que las figuras se identifiquen con nuestro siglo, sin ocultar identidades ni particularidades.
    En la parte superior de la peana, a modo de rótulo se recogen varias frases rogativas del Santo Rosario.
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    Santísimo Cristo del Amor y Virgen Dolorosa. Capilla de San Rafael.

    El artista que interviene es Martín España.

    La intervención sobre la peana del Stabat Mater formado por el Santísimo Cristo del Amor y la Dolorosa está realizada en técnica mixta sobre tabla, incluyendo elementos en papel a modo de collage.

    El discurso de la decoración se limita a un único elemento como es el corazón inflamado con llamas, el cual se representa en distintos tamaños y cubre toda la superficie a intervenir a modo de estampado sobre fondo plano. Los colores empleados en los símbolos son los propios de cada elemento: el dorado para representar la luz y el fuego así como el rojo para el corazón henchido. El fondo de color azul noche genera contraste y profundidad a la composición.
    El dibujo del único elemento se ha realizado estudiando históricos diseños y escudos utilizados por órdenes religiosas y actualizándolo.
    El símbolo representado nos habla del amor más grande que el ser humano puede experimentar, que no es otro que el amor de Dios en su Caridad. Este el elemento va unido a la historia de la Real Cofradía del Amor y la Caridad y a su vinculación con la orden religiosa de San Agustín desde sus inicios. A día de hoy es uno de sus símbolos más representativos: forma parte de su heráldica, así como de los hábitos de nazareno.
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    Nuestro Padre Jesús Cautivo. Trascoro de la Catedral.

    El artista que interviene es José Luis Puche.

    La obra intervenida sobre la plataforma del habitual monte de claveles de Jesús Cautivo se vertebra de un modo orgánico sobre el diseño del escudo de la Hermandad. No ha querido el autor olvidarse de la imagen que los fieles tienen bajo los pies del Señor, por lo que he realizado un dibujo sobre papel, grafito y lápiz de color en el que la vegetación de claveles rojos se interpreta de un modo expresionista con incursiones iconográficas en los cuatro costados del Trono.

    Atravesando los costados de izquierda a derecha un Elefante, y del frente a la trasera un Pavo Real, ambos enlazados en forma de cruz en el trono aludiendo al sentido de la eternidad de Cristo.

    Por otro parte las plumas del Pavo Real en la trasera del Trono siguen la línea argumental visual de la caída de la túnica de la imagen, en clara intención de continuidad entre imagen y trono. Al mismo tiempo los ojos de las plumas, como bien sabemos, son los ojos de Dios que todo lo ve, de- volviendo la mirada a las decenas de miles de promesas que van tras el trono los Lunes Santos, homenajeando a todos estos fieles y haciendo de este trabajo no una obra efímera, sino atemporal.
    Por último una procesión de peces transita por el Trono con un doble sentido, por un lado, la idea de la multiplicación de la fe y por otro la contextualización marinera de la ciudad y su imagen, dando a la obra mayor sensación de fluidez desde el punto de vista formal.

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    Santísimo Cristo de los Milagros. Capilla de San Miguel (Puerta de San Nicolás).

    El artista que interviene es Gabriel Rodrigo.

    Las rosas blancas, que enlazan toda la composición, simbolizan la pureza y el milagro de la fe que hizo que se tornaran en rojo, según la leyenda del bandolero “Zamarrilla”. En el panel izquierdo re- corren el pecho de la Virgen atravesado por el puñal, y pasan al frontal donde una de ellas es teñida de rojo por un espino que enlaza esta historia.
    También aparece la Virgen y su mirada llena de dolores aludiendo a su primitiva advocación.

    El espino simboliza nuestro camino, viniendo de la misma tierra y terminando a los pies de la cruz del Señor de los Milagros: fe, vida, muerte y resurrección.
    En el panel derecho rodeada también de rosas, como aquella que se prendió. aparece la imagen de la ermita con la mágica luna llena del Jueves Santo.
    Recorre la peana la siguiente frase: “La fe, el Milagro y la leyenda que envuelve la ermita”.
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    Nuestro Padre Jesús de la Puente del Cedrón. Capilla del Pilar.

    El artista que interviene es Federico Miró.

    La intervención pictórica que ha realizado para la peana del Señor de la Puente se basa en el estudio de lo artesanal y la tradición del bordado en terciopelo, los tapices y los telares.
    Concretamente ha centrado mi atención en la suntuosa túnica de terciopelo burdeos del Señor de la Puente bordada con hilos de oro y plata, ejecutada por la bordadora malagueña Teresa de Linde en 1760-1768. Se trata de la pieza de bordado más antigua que se procesiona en la Semana Santa de nuestra capital.
    En un momento en que las nuevas tecnologías absorben absolutamente nuestra vida diaria, y con ello la instantaneidad, lo inmediato y la velocidad, con esta intervención por el contrario, intenta poner en valor la minuciosidad, la paciencia o la concentración a través de la pintura.En la peana utiliza los inertes motivos vegetales del bordado de su túnica que es, según lo entiende el artista, otra manera de simplificar y abstraer la imagen ejerciendo una sutil a la vez que brutal transgresión temporal entre siglos de distancia.

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    Nuestra Señora de la Soledad. Capilla de San Sebastián.

    El artista que interviene es Francisco Naranjo.

    La peana que sirve de escabel a la Santísima Virgen de la Soledad, se interpreta como un rosal o rosaleda bañado por la luz nocturna de la luna, en la fría noche que sigue a la muerte del Señor. De entre este rosal, brota la más hermosa, María, como Rosa Mística escogida entre todas la de este simbólico jardín. María, sola, hinca sus rodillas en tierra mientras hunde sus pies en ella como las raíces de ese rosal del que brota la más bella flor que, con sus ojos clavados al cielo, sirve de faro en la más triste de las noches.
    Sus brazos abiertos, son ramas de ese rosal que nos invitan a enredarnos en un abrazo entre sus hojas. La rosa blanca, es según la iconografía cristiana, el símbolo de la pureza, la paciencia y el martirio. Estos tres aspectos destacan de la advocación de la Soledad de María.

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    Nuestra Señora de la Piedad. Capilla del Sagrado Corazón.

    El artista que interviene es Ángel Sarmiento.

    “Tu cuello mantiene la cabeza erguida, es como la torre de David hecha para guardar armamento. De tu cabeza se cuelgan mil escudos de valientes soldados.”
    Cantares 4:4

    Si algo es evidente en la insigne obra de Palma Burgos es la contraposición existente entre el cuerpo quebrado de Cristo y el regazo regio y vertical de la Virgen del molinillo. Un basamento que alude a la plástica monumental de los años 20, de marcado carácter escultórico, se descubre del elemento museístico en el que se encuentra expuesta la imagen. Protagoniza este aparato una alegoría a la virtud cardinal de la fortaleza representa- da en un busto femenino ataviado con casco, y hojas de roble.
    Fortaleza, la de agarrar el fruto de su vientre entre las manos, la de rebrotar volviendo a la vida tras los sucesos de mayo del 31; La de acunar sin descanso los pesares del barrio del Molinillo
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    Nuestro Padre Jesús Nazareno Redentor del Mundo. Capilla de la Inmaculada.

    La peana busca crear un conjunto simbólico con la Imagen del Redentor del Mundo. Inspirada en el tenebrismo barroco, la cartela frontal muestra una alegoría del triunfo sobre la muerte y el pecado con el sacrificio de Jesucristo. Cristo abraza la cruz convirtiéndola en el símbolo de la victoria sobre el mal, representado este en la ser- piente que yace a los pies del árbol del fruto prohibido, ahora seco y calcinado por la redención de Cristo. Estos descansan sobre un orbe, que simboliza la realeza del Hijo de Dios, que a su vez aplasta a la muerte y el pecado una vez que Jesús ha liberado al mundo de todo mal.

    En los laterales se presentan sendos bodegones con los atributos que representan la realeza de Jesucristo, bien en los pasajes de su Pasión como en su representación como Rey del Universo, solemnidad que celebra la Hermandad de Mediadora en honor de su Sagrado Titular.

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    María Santísima Reina de los Cielos. Capilla de la Virgen de los Reyes.

    El artista que interviene es Pedro Alarcón.

    Lejos de acudir al repertorio colorista que solemos adjudicar, en general, a las glorias, y que podría adjudicarse a priori a la advocación de María Stma. Reina de los Cielos, en esta intervención pictórica nos decantamos por una paleta cromática muy sobria de apenas tres tonos neutros: un gris medio, el blanco y el negro. Se trata de una visión poética de un celaje casi nocturno en el que adivinamos, solo a través de su silueta, un entramado vegetal que podría aludir al jardín cerrado como metáfora y a María como reina de la Creación. Diversas especies vegetales -el acanto en flor, la azucena, el lirioaluden de forma directa a la Virgen y semejan el recamado de las artes suntuarias, mientras que una leve luna en cuarto creciente se enreda en ellas, atisbándose la vocación inmaculista del conjunto.

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    María Santísima del Rocío. Capilla del Rosario.

    El artista que interviene es Curro Claros.

    Ramales de claveles nacen a las plantas de la Virgen que, por sus blancos ropajes, cautivó al pueblo que la bautizó como novia de la ciudad.
    Estos claveles que circundan todo el perímetro de la misma representan el ya famoso “clavel para el Rocío” ofrenda floral que se viene realizando desde el año 1982, un año justo después que la imagen celebrase el cincuentenario de su hechura.

    La hermandad aquel año, dada la precariedad de la época, pidió claveles blancos para exornar el trono. La respuesta fue tal, que se se ha mantenido en el tiempo llegándose a convertir en uno más de los actos relevantes de nuestra Semana Santa.

    Estos claveles blancos a los pies de la Virgen, representan el cariño del pueblo que la venera, que la reconoce como reina y deposita en Ella oraciones y peticiones a la Madre de Dios en forma de flor.

    En la parte frontal de la composición, aparecen tres cartelas, recreando estas la que adorna la puerta principal de la ermita de San Lázaro.

    Dicho escudo se interpreta en tonos grises y resueltos a base de tintas planas.
    En el interior de estas cartelas o escudos, aparece el lema de la coronación traducido al castellano.”Rocío del cielo” “Reina del mundo” y en la central el cariñoso apelativo con el que la ciudad renombró a la milagrosa imagen: “Novia de Málaga”. Estos claveles blancos, los cuales simbolizan la luz, la pureza, justicia, redención, se contrastan con el perfilado de los mismos en color purpura, corporativo de la exposición.
    Todo ello sobre un fondo plano dorado.
    La presencia del oro tiene gran relevancia en el conjunto ya que representa lo celestial y lo divino.

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    Nuestra Señora de los Dolores de Servitas. Capilla del Cristo del Amparo.

    De acuerdo con el estilo imperante en la ejecución de la imagen de María Santísima de los Dolores (s XVII), esta peana intenta simular una estructura arquitectónica propia del barroco italiano, muy presente en las líneas estéticas del autor Fernando Ortiz en muchas de sus obras.
    Está conformada por una pareja de paneles rectangulares que acogen figuras de ángeles mancebos dolientes que simulan esculturas de mármol blanco, los cuales flanquean una cartela de estilo rococó en la cual se inserta el escudo de tan querida Orden Tercera de Siervos de María Santísima de los dolores.
    Une cenefa, también en simulación pétrea, recoge la frase “STABAT MATER DOLOROSA”.

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    Nuestro Padre Jesús Nazareno de Viñeros. Capilla de la Victoria.

    El artista que interviene es José Carlos Torres.

    La obra en cuestión se divide en tres partes en las que se hace referencia al Amor, el Sacrificio y la Muerte del Hijo de Dios por la salvación de la humanidad. Partiendo desde el lateral izquierdo contemplamos la alusión al Amor de Dios representado en el pelícano dando de comer a sus crías con su propia sangre, es por eso que este símbolo se represente en los altares y los sagrarios, lugar de donde el Señor de Viñeros porta la llave la tarde del día del Amor Fraterno.
    En la parte central, contemplamos al Cordero dispuesto al sacrificio y por cuya sangre, convertidos posteriormente en el pan y el vino de la Eucaristía, alimento saciante de nuestras almas recibimos a Cristo.
    Por último, en el lateral derecho el espectador visualizará la representación de la Muerte del Hijo de Dios representada en la calavera como calvario, lugar donde se efectuó el martirio del Hijo de Dios.
    Toda la obra queda concluida por la cita bíblica que se contempla en la filacteria del arcángel eucarístico que antecede al Señor de Viñeros y que cierra este discurso iconográfico: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
Redacción Málaga