Joaquín Sabina durante su concierto en Málaga en mayo de 2025.

Joaquín Sabina durante su concierto en Málaga en mayo de 2025. EFE

Cultura

Sabina, del Zambra al Carpena para decir adiós a Málaga

El cantante de Úbeda ofreció este viernes el primero de los dos conciertos que tiene programados en Málaga en su gira 'Hola y adiós'.

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Un padre se pegó dos horas con el brazo echado sobre los hombros de su hijo. Le rascaba la cabeza por detrás, lo acariciaba, bailaban juntos. Y cantaban. Cantaron. Cantaron mucho. El cabeza de familia reverdecía otra época para vivirla con sus hijos -eran dos- y su mujer. En el escenario, Joaquín Sabina se despedía, o no, de Málaga. El genio de Úbeda regresó al Carpena dos primaveras después para poner su última pica en la capital de la Costa del Sol, del Zambra en Pedregalejos, al Carpena. Una carrera eterna sobre los escenarios, inmortal.

A las 21.40 horas, diez minutos después de lo anunciado, apareció el genio de Úbeda sobre el escenario después de que en las pantallas sonara 'El último vals', el ¿último? single de Sabina, para disparar como un 'Superviviente', "maldita sea", y después negarlo todo. Las gradas del pabellón malagueño estaban llenas, en el palco, el alcalde Francisco de la Torre -duró el primer asalto- o Sergio Scariolo.

Con la misma banda que lo acompaña desde la penúltima gira -Sintiéndolo mucho-, se estrenaba en la Península en Málaga después de girar por América y hacer parada en Canarias. Repitió guión con dos pausas dejando a la banda a los mandos, con Mara Barros y Antonio García de Diego. Rememoró sus primeros coqueteos con Málaga, en su época de la Mandrágora, de la que encontró una sucursal en Pedregalejos, el Zambra.

Contó 'Mentiras piadosas' antes de ir a la 'Calle Melancolía' -mucho de eso hubo en las gradas- donde pasó '19 días y 500 noches'. Todo a unos ritmos pausados, adaptados a los 76 años y mil y una vidas del cantautor, que le dedicó una de sus canciones a Vanesa Martín, sentada entre el público malagueño, volcado con el poeta, al que le robaron el mes de abril sentado en un banco en el centro del escenario en el que se pasó gran parte de la noche. Antes del primer parón tuvo más de cien palabras, más de cien motivos.

Regresó, camisa negra de lunares blancos, a 'Donde habita el olvido' y los 'Peces de ciudad' antes de sentarse para hablar de la Magdalena y recordar a Chavela Vargas por el boulevard de los sueños rotos. Pero sin embargo, Sabina engarzó sus 'Noches de boda' con la noche del otro verano en la que encontró la sucursal del Banco Hispano Americano. Ya le estaban dando las once siendo tan joven y tan viejo y amagó con irse, con toda su banda. Pero sólo era el preámbulo del adiós ¿para siempre?

Después de que García de Diego interpretara 'La canción más hermosa del mundo', de nuevo pisó Sabina el escenario con un frac rojo pasión, a pesar de no querer 14 de febrero, o como la pasión que se desató en las butacas con 'Princesa', una locura colectiva mientras padre e hijo seguían bailando, abrazados. Felices mientras Joaquín Sabina terminaba su penúltimo paseíto en Málaga. El último, el domingo. Seguro que no habitará en el olvido.