Los pecadores.

Los pecadores.

Cultura CRÍTICA DE CINE

Los pecadores: entre la sangre y la redención, una fábula moderna con aroma a clásico

No es descabellado augurar que estamos ante un futuro clásico de culto. Una película sencillamente magnífica.

Más información: 'Heretic': La sombra, la penitencia y la religión en un nuevo clásico de culto

Publicada

Aunque su filmografía ya contaba con títulos notables, fue con Fruitvale Station (estrenada en el 2013) que Ryan Coogler se posicionó como una voz subrayable en el panorama cinematográfico. Su incursión posterior en el universo de las superproducciones accesibles, con cintas como Creed y las entregas de Black Panther, no hizo sino confirmar su versatilidad y absoluto dominio del lenguaje audiovisual.

Sin embargo, lo que realmente distingue al cineasta oriundo de Oakland es su capacidad para cimentar narrativas humanas, marcadas por una sensibilidad social e identitaria, más allá de los trabajos mercenarios, también más vacíos y olvidables.

En Los pecadores, Coogler va un paso más allá y se adentra en un terreno híbrido, arriesgado y, precisamente por ello, fascinante. La película —protagonizada por un elenco notable que incluye a su colaborador habitual Michael B. Jordan, Hailee Steinfeld, Miles Caton, Delroy Lindo y Omar Benson Miller— propone una insólita pero profundamente efectiva fusión entre el drama racial de época y el cine fantástico de tintes vampíricos.

La trama se sitúa en los turbulentos años veinte y narra el retorno de dos hermanos gemelos a su pueblo natal, en busca de redención, prosperidad y, sobre todo, una segunda oportunidad. Sin embargo, lo que encuentran es un microcosmos asfixiante donde la discriminación, los secretos del pasado y la amenaza sobrenatural se cohesionan para forjar una pesadilla de la que es difícil despertar.

Coogler demuestra aquí una madurez autoral sobresaliente, dirigiendo con pulso firme una obra que, a pesar de sus múltiples capas simbólicas, nunca pierde el foco emocional. La fotografía, impregnada de un claroscuro que remite al expresionismo alemán, dota a cada plano de una densidad atmosférica hipnótica. La partitura musical, cargada de espiritualidad, blues, jazz fúnebre y minimalismo contemporáneo, acompaña (casi como si fuera un personaje principal) el descenso de los personajes en sus propios infiernos interiores. Y exteriores, claro.

Los pecadores es cine que se arriesga, que subvierte géneros y que, en su audacia, encuentra una extraña belleza. No es descabellado augurar que estamos ante un futuro clásico de culto. Una película sencillamente magnífica.

Y ahora solo recemos porque Coogler continúe con esta senda y desoiga las ofertas de los que suelen llegar a su puerta.

Corran al cine.