Niño de Elche entrevistado en el Pompidou (Málaga)
Niño de Elche: "Seguramente será el proyecto con más abismo, porque sé cómo va a ser mi muerte discográfica"
El artista trabaja, entre otros proyectos paralelos, en un álbum de despedida marcado por la experimentación sonora y la reflexión existencial.
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Irregular, libertario y paradójico. Así es Francisco Contreras, más conocido como Niño de Elche. En una conversación íntima y abierta con El Español de Málaga, despliega su particular manera de entender el arte, la vida y el tiempo. A sus 40 años, el artista ilicitano se encuentra en plena ebullición creativa, aunque ya vislumbra, con serenidad y cierta celebración, el horizonte de su despedida como cantante.
El artista, el pasado 26 de abril, presentó 'Los aires llevan mentiras' en el Centre Pompidou. Una actuación performativa que, junto a Daniel Abreu y Miss Beige, representaron el Primer Festival de Artes Vivas en la ciudad. Un proyecto independiente que Niño de Elche ha estado trabajando en las últimas semanas. Pero no es el único.
"Estoy ya sumergido en pensar qué forma tendrá mi último proyecto", revela Contreras, quien reconoce que esta futura obra se siente como "un funeral festivo, no artístico, sino discográfico". Una despedida consciente y premeditada, acompañada por conversaciones con amigos artistas y filósofos que le han ayudado a trazar el camino hacia ese abismo creativo que supone clausurar una trayectoria sonora que ha desafiado etiquetas y expectativas.
Lejos de descansar, Niño de Elche habla del porvenir con el entusiasmo de quien aún tiene mucho que explorar. Comenzó su carrera profesional a los 15 años y nunca ha realizado un trabajo íntegro dedicado a estilos de música que admira profundamente: la electrónica de baile, el tecno, el reggaetón, el crowd work o el footwork. Aunque pequeños guiños a estos géneros se han colado en sus discos anteriores, ahora plantea la posibilidad de abordarlos como eje central de un proyecto conceptual. "Me gustaría mucho grabar algo así. He experimentado en otros proyectos, pero como disco conceptual siento que lo necesito", afirma.
Sus inquietudes musicales, sin embargo, no se detienen en la pista de baile. También imagina un disco "de guitarra", que reinterprete la idea tradicional de ese formato. Un álbum compuesto únicamente por su voz o incluso una obra dedicada al spoken word, género en el que ya ha hecho incursiones pero que todavía no ha fijado en un soporte de larga duración. Todos estos bocetos habitan su archivo personal, en espera de encontrar el espacio y la forma adecuados para materializarse.
El artista reflexiona también sobre las dificultades del mercado discográfico actual para acoger proyectos arriesgados o difíciles de etiquetar: "Son propuestas complicadas de editar de manera convencional. Tal vez el archivo me ayude a darles un espacio", apunta, consciente de que su obra tiende a escapar de los cauces tradicionales de la industria.
La relación entre arte y vida es, para Niño de Elche, indisociable. Siguiendo el legado de figuras como Joseph Beuys, Val del Omar o John Cage, sostiene que su producción artística es, en sí misma, una prolongación de su ser. "Me cuesta separar lo personal de lo artístico. Vengo de esa idea de que arte y vida no tienen una separación clara", afirma.
Niño de Elche entrevistado en el Centre Pompidou (Málaga)
Quien quiera conocerle más allá de la superficie, no debe buscarlo en anécdotas o entrevistas ligeras, sino adentrarse en la escucha atenta de sus 17 discos, sus libros, bandas sonoras y los documentales que han seguido su trayectoria. "Lo artístico me ha servido como plataforma de desnudez más posibilitadora que las entrevistas", sentencia.
Cuando se le pide que elija una obra que lo refleje especialmente, Contreras señala 'Antología del Cante Flamenco Heterodoxo', un proyecto que, por su diversidad estética y rango expresivo, resume sus múltiples inquietudes.
Se define a sí mismo con tres palabras: irregular, libertario y paradójico. Tres conceptos que resumen no solo su forma de entender el arte, sino su modo de habitar el mundo.
El prefijo "ex" como motor de reinvención
Niño de Elche lleva un anillo con el prefijo -ex, una declaración de su modo de vida. El exilio, tema recurrente en su discurso, es una constante vital. No un exilio forzado, sino una condición interna, una imposibilidad de encontrar un hogar definitivo. "Siempre me he sentido una especie de exiliado, pero acogido por otros", explica. Desde Málaga hasta Arles, pasando por cualquier ciudad donde la vida le ofrezca cobijo temporal, Niño de Elche abraza esa errancia como parte de su identidad.
"Ahora estoy en Arles, en el sur de Francia, en una residencia artística, y pienso: ‘podría quedarme aquí a vivir’. Pero sé que esa sensación se repetiría en cualquier otra ciudad. Me ocurre con la costa malagueña. No hay un hogar fijo para mí, solo lugares de tránsito", confiesa.
Esa idea de desarraigo, de desapego emocional del lugar, conecta con un profundo trabajo interior. Inspirado por pensamientos de Fernando Arrabal o prácticas de monjes medievales, Niño de Elche reconoce que su viaje constante es también una búsqueda espiritual: "Parará cuando encuentre la verdad de mi vida, si es que la encuentro", afirma, dejando abierta la incógnita de si ese final será voluntario o impuesto por la muerte.
Mientras tanto, sigue en movimiento. Aunque, paradójicamente, reconoce un deseo creciente de quietud, de profundidad frente a la dispersión del viaje constante. "Este año estoy haciendo muchas residencias artísticas, pero ya es desde otro lugar. No es huida, sino investigación. Es un modo de ralentizar, de entender mejor", explica.
Mirar hacia el adentro
El futuro de Niño de Elche se dibuja, pues, menos como un escenario de expansión hacia afuera y más como un viaje introspectivo. El artista habla de su último disco como de una "muerte discográfica", pero en ningún caso como el final de su actividad creativa. Más bien parece el inicio de una nueva etapa, quizás más silenciosa, pero no menos fértil.
¿Será esta búsqueda de la verdad una forma de alcanzar, finalmente, el reposo? Niño de Elche no lo sabe, pero confía en que, al menos, podrá aplacar ese "autoexilio constante" que ha marcado hasta ahora su existencia. "Espero que el movimiento no sea tan frenético, aunque no sé si el cese absoluto es posible", reflexiona.
Por ahora, sigue en tránsito, llevando consigo su archivo personal de ideas, su impulso creativo indomable y una certeza: en su obra, como en su vida, nunca ha habido fronteras claras, solo caminos abiertos.