Ramon Fontserè, actor y director de Els Joglars, en una imagen.

Ramon Fontserè, actor y director de Els Joglars, en una imagen.

Cultura

Ramon Fontserè: "Es una paradoja que en una época de libertad y acceso a todo, seamos cada vez más masa"

Els Joglars celebrará este viernes su 60 aniversario en el Teatro Cervantes de Málaga donde presentará su nuevo espectáculo dedicado a Aristófanes.

4 febrero, 2022 05:00
Málaga

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Ramon Fontserè (Torelló, Barcelona, 1956) siempre fue un mal estudiante. Un día fueron a su colegio varios actores para enseñarles los entresijos del teatro griego y sus características máscaras. Aquello de ver a un hombre cambiar de voz y de posición del cuerpo, y que en un instante pareciera otra persona, le caló profundamente y le divirtió. Es uno de sus primeros recuerdos asociados al arte dramático.

El actor empezó a estudiar en el Institut del Teatre de Barcelona con 18 años. "Tenía que dedicarme a alguna cosa. Mis padres me daban por perdido y no tenía otra opción. Por aquellos entonces no había nada que me gustara. Pero el recuerdo este de la máscara aún perduraba", recuerda el director de Els Joglars desde 2012 durante una entrevista telefónica con EL ESPAÑOL de Málaga.

La longeva compañía celebrará este viernes su 60 aniversario en el Teatro Cervantes donde presentará su nuevo espectáculo, dedicado a Aristófanes. Fontserè también destaca otra efeméride: cumple cuatro décadas en la vanguardista y ácida formación. "Boadella me inculcó ese veneno del teatro siendo muy joven. Es curioso. Pensé que estaría un año haciendo el espectáculo y llevo casi 40 años", declara orgulloso.

Els Joglars durante un momento de la obra '¡Que salga Aristófanes!'.

Els Joglars durante un momento de la obra '¡Que salga Aristófanes!'. Twitter

El artista ha estado a las órdenes de directores como Carlos Saura y David Trueba. También ha protagonizado numerosos producciones de Joglars interpretando a personajes como Jordi Pujol, Josep Pla, Salvador Dalí, Rafael Sánchez Mazas (ideólogo de la Falange Española) y hasta el mismísimo caudillo Francisco Franco. En el nuevo montaje se pone en la piel de un catedrático de clásicas destituido, al que su conocimiento le hace asumir por momentos el papel de Aristófanes.

En primer lugar, ¿qué tal estos dos años de pandemia?

Hemos toreado con esto como hemos podido. Ha ido todo bien. Hemos seguido teniendo bolos con el público reducido, pero aguantando. No nos podemos quejar.

Celebran este año su 60 aniversario, convirtiéndose en la compañía privada de teatro más antigua de Europa. ¿Qué máxima no han olvidado durante todos estos años?

Els Joglars empezó siendo un grupo de mimos cuando la compañía se fundó en 1962. No había texto, ni palabra. Se trataba de un actor desnudo con unas vallas. Poco a poco se fueron introduciendo onomatopeyas y la palabra. La razón por la que hemos seguido todos estos años es porque hay un gran trabajo detrás en cada montaje. Hay un interés porque salgan muy bien trabajados y muy bien estudiados. Detrás de ellos hay una gran pasión e ilusión. Hemos cumplido con esa norma del teatro: ser el compendio y breve crónica de los tiempos. Nuestros espectáculos a lo largo de los 60 años pueden ser la historia de España. Hemos recogido los acontecimientos que han ido atravesando este país. Si hubiéramos hecho un teatro panfletario no hubiéramos durado tanto tiempo. Hemos intentado retratar la sociedad y los temas candentes del momento.

¿Cómo afronta Els Joglars, conocidos por su humor negro y corrosivo, esta época de corrección política?

(Ríe). Ahora hay muchos temas para inspirarte y hacer reflexionar a la gente. Debemos estar atentos para oler esa realidad y desvelar esta realidad que no es la oficial. Corren buenos tiempos para poner sobre las tablas todos estos acontecimientos que están ocurriendo. 

¿Alguna vez se ha autocensurado por miedo a la cultura de la cancelación? 

Uno de los peligros para el artista hoy día tiene que ver directamente con la presión de internet y de las redes sociales. Ahora todo el mundo se ofende. Todo está minado. No puedes dar un paso con tranquilidad, ni hablar, porque si haces alguna manifestación y la mayoría no está de acuerdo, corres el peligro de ser linchado por esas redes inquisitoriales. Siempre hemos hecho nuestras obras con absoluta libertad. La libertad tiene unas consecuencias. Nosotros las aceptamos. Habrá un público que nos lo agradecerá. 

Usted habla de libertad. Para Ayuso libertad es ir a tomar cañas a un bar. ¿Qué opina?

(Ríe). Ahora con todas las lacras de la pandemia quizá ha sido un lujo asiático. No sé. Creo que en todo esto debe presidir el sentido común. El péndulo ha ido de un lado al otro. Antes era al revés. El péndulo estaba en un lado y ahora está en el otro extremo. Quizá deberíamos intentar entre todos ponerlo más centrado. Ahora con eso de la atención al cliente todo el mundo opina y tiene la razón. Hay una serie de personas que se aprovechan para tener al personal contento. Esa política de atención al cliente marca unas directrices y si eres un verso suelto, y piensas por ti mismo, corres peligro de ser linchado y señalado. Antes el censor no tenía el aplauso de la sociedad. Ahora es al revés. El censurado es el que preside las pullas de la sociedad. Antes el censor era uno y conocido; ahora podemos ser todos.

Encima lo podemos hacer cómodamente desde la atalaya del sillón, a golpe de tuit.

No estoy en contra de internet. Es una herramienta fantástica y válida. Estoy en contra de las redes sociales cuando se convierten en una máquina de odio. Como el odio es gratuito... Puedes odiar de una manera anónima sin dar la cara ni hacerte responsable. Así es fácil apretar el gatillo rápido.

¿Qué otros en otros riesgos suponen las redes sociales para una sociedad teóricamente democrática?

Nunca habíamos tenido tanta libertad como ahora. Paradójicamente cada vez vamos hacia una cosa totalitaria, a una involución. Esa es una paradoja. Cuando empecé en Els Joglars en el año 1983, la sociedad española salía de una dictadura. Teníamos unas ganas de libertad enormes. Aquello ocasionó una gran polémica en la sociedad, dividida entre la España nostálgica y la España moderna y democrática. Había una falta de libertad latente. Actualmente hay de todo. 

Pero vemos las mismas series, leemos los mismos libros y nos divertimos de la misma forma. Esa homogeneización está en todo. ¿Le da miedo?

Sí, un poco. Es una paradoja que en una época de más libertad y de más acceso a todo, cada vez seamos más masa y la gente sea más uniforme en todo. El que se sale del tiesto es un traidor. Antes el que pensaba diferente era loado. Ahora si no piensas como la gran mayoría hay que tener mucho cuidado.

En su nueva obra ponen el foco en la infantilización constante del mundo adulto en esta obra. Esto que llaman Mundo Disney. ¿Somos cada vez más idiotas y más ignorantes?

Espero que no. Esa sobreprotección, esa cosa de no frustrarnos, de no ser capaces de ser adultos de verdad... La vida tiene sus normas y hay que vivir con la frustración cuando te haces adulto. A mí me hubiera gustado ser como Paul Newman y no creo que lo sea. Uno tiene que vivir con sus frustraciones y llevarlas bien. Vivimos en una sociedad donde todo tiene que ser bonito y amable. Es culpa de la educación, la abundancia y eso de tenerlo todo ya. El otro día leí que proponían que a los niños no se les dijera los resultados de un equipo de fútbol para no frustrarles porque les podía causar un trauma (ríe). Menudo mundo ñoño y empalagoso nos está quedando. Vivimos en un mundo feliz pero que puede llegar a ser un desastre. Es como si se hubiera separado de la naturaleza y del mundo real. Es como vivir en una ficción.

Encima ahora hablan del metaverso. Negamos lo más básico del ser humano: el contacto físico, el conversar cara a cara, el salir ahí afuera a donde está ese mundo que puede ser como la naturaleza: cruel e impredecible. 

La sabia crueldad de la naturaleza. Un poco como ese mundo que plasmaba Woody Allen en aquella película donde hacían el sexo con máquinas. Llegará un momento en el que sólo las élites podrán permitirse vivir sin el móvil. Será un lujo asiático. He leído que existen hoteles de lujo al que van Madonna y grandes estrellas donde no hay televisión ni móviles inteligentes. Debe ser carísimo. El lujo es que no hay ni móvil ni televisión. Esto hace 60 años era lo normal. 

Homenajean a Aristófanes, el padre de la comedia, en su nueva obra. En la sátira impera un espíritu que trata de corregir los males que afectan a la sociedad. ¿Qué males os gustaría corregir a vosotros? ¿El independentismo?

Ya hemos tocado ese tema en el anterior espectáculo, una sátira del procés. Presentábamos a Santiago Rusiñol. Él fue un pintor catalán e hijo de la burguesía y un hombre abierto, cosmopolita y del Renacimiento. Era una reivindicación del arte como patria universal frente a las patrias identitarias. Al final lo que nos une a los seres humanos es el arte y la belleza. Todo esto del procés es un delirio de unas élites burguesas y económicos que ven en peligro su poder y quieren mantenerlo a toda costa frente a la mitad de catalanes que no estamos de acuerdo. Con el agravante de que ellos toman eso de la parte por el todo. Hablan del seu poble. En todo caso es la mitad de ese pueblo. Es un delirio y un suicidio.

Sacan a la gente a la calle y al final es pura economía...

La pela es la pela. Para ellos lo más importante es mantener el poder y la pasta. Ahí debemos estar nosotros alerta. Hamlet le dice a Polonio en un momento de la obra cuando llega una compañía de cómicos al castillo de Elsinor: "Trátalos bien y que no les falte de nada porque ellos son el compendio y breve crónica de los tiempos". Por eso, el mayor elogio que puede recibir Aristófanes es que cuando se habla de Grecia, sabemos cómo era la sociedad ateniense del siglo V antes de Cristo gracias a sus textos. A través de nuestras obras, la gente puede conocer la historia de España: los años del Franquismo, la transición, el nacionalismo, la entrada al mercado común europeo. No hay nada más fantasioso e imaginativo que la propia realidad. Tienes que abrir los ojos y mirar alrededor. Esa es una fuente de inspiración fantástica. 

Ha hecho de Jordi Pujol, Franco, Sánchez Mazas o Dalí. ¿Con qué personaje se ha divertido más?

Con Josep Pla. Era un hombre muy culto, un extraordinario escritor y un apasionado de su oficio que vivía en una masía del pequeño Ampurdán. Es el que más me ha gustado hacer por una cierta simpatía y concidir con su manera de ver el mundo, de pensar. Decía que era un pesimista optimista. Era también un hombre muy socarrón y divertido. Me gustó muchísimo estudiarlo y documentarme sobre su vida. 

Usted llegó a tener colgado un discurso de Saramago donde el escritor reconocía que la persona más inteligente que conoció era anafalbeta y desconocida. ¿De quién más ha aprendido en esta vida? 

El que me ha enseñado más en este oficio ha sido Boadella. En este oficio siempre estás aprendiendo. Cuando entré en Els Joglars era joven y él me inculcó ese veneno del teatro. Yo soy totalmente un producto del Joglars y de Albert. Es muy curioso. Yo pensé que estaría un año haciendo el espectáculo y llevo casi 40 años en la compañía. Son estas cosas de la vida que pasan sin darte cuenta. "El azar es sagrado y se tiene que respetar", decía Dalí. Luego vas aprendiendo a base de fracasos y de éxitos. Albert aún me sigue enseñando mucho.