El escritor Luis Alberto de Cuenca, en una imagen de archivo.

El escritor Luis Alberto de Cuenca, en una imagen de archivo. Moeh Atitar

Cultura

Luis Alberto de Cuenca: "Los libros me han salvado de la depresión, la tristeza y cualquier cosa mala"

El escritor madrileño visita Málaga este jueves para hablar sobre la formación en materias humanistas en el centro cultural La Malagueta.

24 noviembre, 2021 06:00
Málaga

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Mantener una conversación con Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es como jugar una partida de ping pong profesional: responde a cada una de las preguntas con una rapidez y habilidad pasmosa. El poeta, uno de los más grandes de los últimos tiempos en nuestro país, también ha desempeñado las labores de investigador literario del CSIC, filósofo, columnista, traductor, ensayista y editor.

El exsecretario de Estado de Cultura recomienda leer "sobre todo a los clásicos, autores que están permanentemente vivos y son jóvenes siempre". "No sólo a los grecolatinos, sino también las figuras indispensables en cada una de las culturas y las lenguas. Os animo a leer a los clásicos en sus propias lenguas", señala en una charla con EL ESPAÑOL de Málaga donde valora por igual a Homero, Raymond Chandler y Philip Kerr". 

Durante la entrevista también habla de Edgar Allan Poe, "un autor deslumbrante que vivió sólo 40 años, además de uno de los mejores cuentistas junto a Guy de Maupassant, Antón Chéjov y Emilia Pardo Bazán". Según este amante del aforismo y el haiku, el autor de El cuervo "nos sitúa el terror en la cotidianidad. Eso es lo que le da esa fuerza. Un monstruo en todos los sentidos", destaca.

El intelectual madrileño visitará Málaga este jueves para hablar sobre la formación en materias humanistas en el centro cultural La Malagueta. Antes, este erudito y vividor a partes iguales con una de las mejores bibliotecas particulares de España mantiene una conversación sobre literatura, política y temas de actualidad con este medio.

Muchos de los poemas de su nuevo libro, Después del paraíso (Visor, 2021), están escritos en los peores momentos de la pandemia. ¿A qué le tiene más miedo, a la muerte o a la ignorancia?

Soy más partidario de ser un ignorante vivo que un muerto sabio.

Ha enfermado dice usted del peor virus: el amor. 

De amor se infecta uno con mucha frecuencia, y la verdad es que es un virus muy incisivo, que te taladra y te atraviesa. No se puede hacer nada contra ese virus. El amor es invencible. 

Precisamente, el amor o su ausencia han protagonizado algunos de sus mejores versos.

El amor y el desamor han sido dos de mis temas preferidos. Quizá soy un poeta del amor, sí señor.

"Compartir sueños con los inmortales de la literatura es una forma de disfrutar de la inmortalidad", sostiene en el poema Sueños de eternidad. ¿De qué le ha salvado a usted los libros?

Me han salvado de todo: de la depresión, la melancolía, la tristeza, el horror y cualquier mala cosa que pueda ocurrir en el mundo. Los libros son absolutamente salvadores, un último recurso en momentos de grave estrés o de grave melancolía. En mi vida, los libros son un elemento curador y sanativo en grandes dosis.

Tintin es uno de sus referentes. De hecho, le gusta el cine de superhéroes y gracias a usted a los dibujantes de cómics les dan Medallas al Mérito en las Bellas Artes. 

Me encanta que me saques ese tema. Cuando fui secretario de Estado de Cultura se dieron las primeras medallas a dibujantes de cómics. Era una obligación moral la que sentí en ese momento por reconocer a un sector de la creación española tan importante como ha sido gremio de los dibujantes de cómics. Me llena de satisfacción. Tintín es un icono del siglo XX y uno de los personajes más importantes de este siglo junto con los de Walt Disney, que es un hombre al que admiro mucho. La línea francobelga ha sido una de mis fascinaciones junto al dibujo norteamericano de los años 30, 40 y 50.

Estará espantado con la noticia de que han destruido miles de libros de Tintín, Astérix y Lucky Luke en Canadá por racista y discriminatorios… 

Estoy aterrorizado. Pienso que quienes pueden quemar en nombre de la corrección política esos álbumes pueden quemar a personas vivas en cualquier momento, fruto de su total intolerancia. Es demencial. Estamos viviendo un momento de privación de libertades por culpa de la corrección política. Encima ocurre en un país libre como Canadá y no en una dictadura. Que pase eso es de abrirme las carnes de horror.

Vivimos un momento de crisis absoluta: de valores, política, económica.

Sobre todo de no situarse en la historia y en el momento preciso. No cabe duda de que en Tintín en el Congo hay una especie de paternalismo con respecto a los nativos de allí por parte de los blancos. Pero es que el tebeo se publicó en los años 30. Eso ocurría en ese momento. Es como si juzgamos la esclavitud con ojos de ciudadano del Imperio romano. Obviamente en ese momento la esclavitud no estaba censurada como ahora. Hay que ponerse siempre en el lugar y en el tiempo en el que se enjuician las cosas.

¿Esto del revisionismo histórico aburre un poco, no?

Afortunadamente sois muchos los jóvenes los que estáis en la trinchera de la no political correctness. No es una cuestión de gente de ahora, sino que se incubó en los años 70 y 80 en las universidades americanas y ahora nos viene como una gran lluvia ácida que nos tortura a todos.

¿Qué podríamos aprender de los clásicos griegos?

La historia es la maestra de la vida y los clásicos los maestros de todo lo que pueda conllevar algo noble y que merezca la pena. De los clásicos aprendemos a ser mejores, a utilizar mejor nuestra inteligencia y a consolarnos en los momentos de aflicción. Es un multiusos. ¿Conoces esas navajas que valen para todo? Lo mismo son los clásicos.

Hace poco recordaba en una entrevista que tenía 24 años cuando murió Franco. ¿Qué le parece que Pablo Casado haya entrado a una misa en su honor en Granada por error?

Me imagino que será un despiste. He estado en política a un nivel mucho más inferior al de Pablo Casado y sé hasta qué punto es un lío las agendas. No me extraña que haya habido un problema con ella. Es tanto lo que hay que tener en cuenta para llevar la agenda de un político que puede haber errores.

Menudo error... Bueno, le dedicó un poema a José María Aznar. ¿A qué político español se lo dedicaría ahora?

A José María Aznar se lo dediqué porque era amigo mío y le encantaba la poesía. Ese poema lo leí una vez delante de él, le gustó mucho y siempre me decía que le dedicara uno. Así que decidí dedicarle este. En este momento sólo se lo dedicaría a alguien que me lo pidiese. Pero no te puedo decir nombres porque en ese momento no se ha producido esa solicitud.

Le gusta la forma de hacer política de Isabel Díaz Ayuso.

Isabel me encanta y me parece una persona extraordinaria. Sólo tengo elogios para su gestión. Es una mujer de la calle que tiene una inteligencia y una perspicacia poco común y una rapidez de reflejos admirable. Es una de las grandes políticas que tenemos en este momento en España.

¿De verdad piensa usted que en Madrid había un problema de comunismo o libertad?

Bueno, no lo sé. En cualquier caso es algo que le vendría bien para conseguir votos. Y en política y en democracia lo que hay que hacer es conseguir votos.

¿Cómo lleva lo ir de cañas?

Como no bebo... Somos muy peligrosos los abstemios. Aconsejo tomar un buen pincho de tortilla para bajar la alcoholemia.  

De España dice que es "un lugar sin futuro, un puñado de tierra desunido y estéril". ¿Qué entiende por patria?

Entiendo la patria como el sitio donde crecieron nuestros mayores y donde de algún modo se dibujó la vida y la existencia de los seres que nos precedieron. Eso siempre crea unos vínculos muy fuertes. Cuando escribí ese poema pensaba de verdad eso y lo sigo pensando. Espero equivocarme y que ese poema tan nostálgico pueda convertirse en algo mucho más alegre; y que los españoles podamos estar inmersos en una empresa común, cada uno desde nuestra trinchera ideológica. España es uno de los pocos países en los que no se puede llevar la bandera en determinados espacios ideológicos. En Venezuela o en Cuba todo el mundo utiliza la bandera. Aquí sólo se lo hemos dejado a un grupo ideológico. Es un error. La bandera es de todos. En general, la izquierda española siempre ha sido patriota. Hace muy poco ha surgido ese rechazo total. En los años 30 eran súper patriotas.

Hoy día el sambenito de facha se lo cuelgan a cualquiera...

Eso es como en la época de Franco cuando le colgaban el sambenito de rojo a todo el mundo. Está mal en un caso y en el otro.

Volviendo a la poesía, en 2009 recibió el Premio de Poesía Manuel Alcántara por Paseo vespertino. ¿Qué le enseñó el poeta y columnista malagueño?

He aprendido muchísimas cosas. Me parece una de las personas más geniales que he conocido en mi vida. He estado en muchos jurados literarios con él. Es un tipo inteligentísimo e ingeniosísimo, y un hombre capaz de escribir una columna nueva cada día. Como poeta me parece milagroso. Tiene unos poemas de raigambre andaluza profunda, arraigada en la copla, deliciosos. Manejaba el endecasílabo muy bien y tiene sonetos memorables. Un gran tipo Manuel Alcántara. 

Os une a los dos una persona, el director José Luis Garci, con quien hace el programa de radio Cowboys de medianoche.

Se trata de una entrañable y encantadora reunión de cuatro señores de la tercera edad, que se juntan para olvidarse de cosas y para tener que mirar en internet todo lo que no recuerdan. Es una tertulia de un café grabada y sin ningún tipo de guion aunque hablamos del férreo guion. Lo pasamos muy bien y ese buen rollo se transmite al oyente. Encima como colofón recito un poema.

Mucha gente ha utilizado sus poemas para ligar. Incluso muchos leen El desayuno en su boda. ¿Lo popular no está regido con la calidad? ¿Hemos superado ya ese debate?

Me gustaría que estuviera superado de una vez por todas, pero veo todavía hay algún imbécil que piensa que la cultura popular es inferior a la gran cultura. Son absolutamente complementarias. Se puede compaginar sus dos áreas de acción. Lo culto y lo popular deben estar unidos. Yo siempre he intentado conciliar ambas.

No veas el revuelo que se formó cuando le dieron el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan...

Dylan es uno de los grandes y un personaje destacado de la creatividad en el siglo XX. El premiado este año no lo conoce nadie. ¿Por qué no le damos el Nobel a literatatos exclusivamente literatos? Dylan es un grandísimo letrista. Yo, que he hecho muchas letras de canciones, me he dado cuenta de que una cosa es la literatura y otra hacer letras de canciones. Por ejemplo, Leonard Cohen tenía a mi juicio aún más categoría literaria que Dylan.

Él cantautor canadiense estaba obsesionado con Lorca. Hace poco le dieron el Premio Lorca de Poesía. ¿Qué se siente?

Se siente una inmensa satisfacción. Con Federico inicié mi periplo poético. Juan Ramón Jiménez y los hermanos Machado también han sido mis maestros. Siempre llevaba sus obras completas de Aguilar a todas partes y viajaba con ellas. Me sabía de memoria todos sus versos. Su Diván del Tamarit me parece fascinante. En toda su obra nos habla de su problema personalísimo, intransferible y único. Que sea tan universal hablando sólo de él me parece genial. Es algo increíble que nos represente a todos sin hacer ninguna concesión algo que no fuera su propio yo. Es una de las personas que más habló narcisistamente de él y sin embargo representa a toda la humanidad.

Dicen que tiene una de las mejores bibliotecas particulares. ¿Cuáles son los mayores tesoros?

La gente que va a casa. Realmente es una casa con libros muy apetecibles de leer: mucha primera edición de cosas raras, mucha literatura universal. La biblioteca refleja mi anhelo cosmopolita y mi afán de conocer todas las cosas, no sólo las de mi terruño. Hay mucha universalidad, literatura fantástica y tebeos. Mi biblioteca no es más que el retrato de mi propio yo. Te encontrarías con mi propia cara allí. 

Siempre ha huido de los localismos. Eso es valiente en un momento de auge de los nacionalismos...

El nacionalismo es una cosa absolutamente aberrante, además de un rollo. Siendo madrileño de toda la vida no se me ocurre creer que la capital sea mejor que París, Londres o Nueva York. Todos los lugares tienen su encanto. No debe uno practicar la exclusión de lo demás en beneficio de lo de uno. 

La izquierda ha sido muy tibia con los nacionalismos en los últimos años...

Es una sensación que comparto. Había una cosa buena en la izquierda clásica: rechazaba cualquier nacionalismo y tendía al internacionalismo. Sin embargo, ahora ha habido una alianza contra natura entre la izquierda y el nacionalismo. Debería solucionarse de alguna manera. Conozco a mucha gente de izquierdas desesperada y rasgándose las vestiduras con ese pacto entre el nacionalismo y la izquierda.