Unas imágenes de los dos accidentes.

Unas imágenes de los dos accidentes.

Málaga

Dani y Octavio, dos jóvenes unidos por un mismo final: se dejaron la vida en la carretera de la muerte de Málaga

A sus 18 y 19 años, ambos son los únicos fallecidos en la A-355 de Málaga en lo que va de año.

Según los últimos datos de la Dirección General de Tráfico, los accidentes de tráfico continúan siendo la principal causa de mortalidad entre los jóvenes de 15 a 29 años.

Más información: Dani, el opositor a policía de 18 años fallecido en la carretera de la muerte: "Era de Monda de toda la vida; un gran chaval"

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La A-355 une Cártama con Marbella, pero en la provincia de Málaga, y especialmente entre los vecinos de la zona, hace tiempo que se la conoce por otro nombre: la carretera de la muerte. El motivo es que esta vía corta, de apenas 40 kilómetros, concentra en sus curvas y rectas los miedos de toda una comarca ante la cantidad de accidentes mortales que han ocurrido sobre su asfalto en los últimos años. La mayoría, debido a adelantamientos imprudentes.

Se abrió al tráfico en 2014 con una previsión de 7.000 vehículos diarios de media, una cifra que se acabó quedando muy corta, ya que a día de hoy, según las estimaciones, supera los 20.000 vehículos al día. Desde 2024, la carretera cuenta con una línea roja de gran grosor en el centro que divide a los dos carriles.

La línea se tomó como medida para recordar al conductor la prohibición de adelantar, ante la gran cantidad de choques frontales que se venían produciendo en los últimos años.

El año más negro que se recuerda fue 2023, cuando diez personas murieron en esta vía. Así, en 2024, se produjeron diez accidentes con solo una víctima mortal, Ana, una vecina de Guaro, natural de Coín, a la que todos recuerdan en su pueblo como una bella persona. Dejó a tres hijos huérfanos, justo tres años después de que la vida le arrebatara a su marido y padre de estos.

En lo que va de año, según datos de la Subdelegación del Gobierno, se han producido en la A-355 más de una docena de accidentes con dos fallecidos muy jóvenes: Octavio, de 19 años, el pasado mes de marzo, y Dani, de 18, este mismo lunes. Dos trágicos accidentes que han estremecido a sus pueblos: Pizarra y Monda.

Sus tan prontas muertes no son solo dos tragedias locales. Según los últimos datos de la Dirección General de Tráfico (Informe 2024), los accidentes de tráfico continúan siendo la principal causa de mortalidad entre los jóvenes de 15 a 29 años.

El pasado año fallecieron en España 244 menores de 30 años y más de 1.000 resultaron heridos graves. En Andalucía, el 31% de los fallecidos en carretera pertenecía a este grupo de edad.

“Con esas edades, en este pueblo, como en todos lados, tenemos algún perla de cuidado. Pero Dani era diferente. Y no lo digo porque ya no esté, sino porque todos le hemos visto crecer”, recuerda un vecino de Monda, todavía incrédulo.

El lunes 10 de noviembre por la tarde, Dani, de apenas 18 años, circulaba con su moto por la A-355. Iba en dirección a Coín, donde vivía su pareja y donde entrenaba para cumplir su sueño: acceder a la Policía Nacional.

Se estaba preparando las oposiciones con una determinación y un esfuerzo que impresionaba a todos los que le conocían, que no eran pocos. Su familia era muy querida y conocida en el pueblo ya que su madre regentó durante años negocios hosteleros.

A las 17:30 horas, el 112 recibió más de una decena de llamadas alertando de una colisión múltiple. Tres coches y una motocicleta se habían visto implicados en el kilómetro 12 de la vía. Los servicios de emergencias acudieron al instante, pero no pudieron hacer nada por él. Dani murió allí mismo, en el asfalto.

Poco después se supo que el conductor de uno de los turismos, un joven de 23 años, había huido del lugar del accidente. La Guardia Civil lo detuvo horas más tarde como presunto responsable del siniestro y por marcharse de la zona.

Pese al arresto, los agentes continúan investigando las circunstancias que rodean al accidente y la causa por la que el detenido huyó del lugar, ya que según los primeros indicios podría ir bajo los efectos de las drogas.

Debido a ello, tras su arresto, que han insistido las fuentes que se debió a que abandonó el lugar, se le ha practicado unas pruebas toxicológicas en las dependencias policiales, para determinar si iba bajo los efectos de sustancias estupefacientes.

Dichas pruebas pueden tardar algo más de un mes ya que se han mandado a Santiago de Compostela, siempre según las fuentes cercanas a la investigación.

En Monda cuesta todavía pronunciar su nombre sin que se quiebre la voz. “Siempre se le veía yendo a entrenar, preparándose a tope para cumplir su meta”, dicen los vecinos. Jugó al fútbol en varios equipos de la provincia, como el Puerto Malagueño, Mortadelo, Coín, Cártama, y se había ganado el cariño de todos.

La tragedia de Octavio, por su parte, golpeó a Pizarra en plena primavera, la noche del 25 de marzo. Eran las 22:30 horas cuando el teléfono 112 comenzó a sonar: varias llamadas alertaban de una colisión frontal entre dos coches en el kilómetro 1,7 de la misma carretera, la A-355, sentido Coín. Hablaban de heridos graves y de personas atrapadas.

Los bomberos del Consorcio Provincial, la Guardia Civil y los sanitarios del 061 se desplazaron al punto. Cuando lograron abrir uno de los vehículos, confirmaron la peor noticia: Octavio había fallecido. Su acompañante, de 18, y la mujer que conducía el otro coche, de 36, fueron trasladadas al Hospital Clínico de Málaga.

El chaval se acababa de sacar el carné de conducir. “Era un buen chaval, era habitual verle con su novia o con sus amigos. No se merecía esto, ni él ni su familia, de origen argentino”, dicen sus vecinos.

La familia de Octavio era muy conocida en el municipio. Durante años regentaron Parque Burger, una hamburguesería popular que cerraron para apostar por un negocio más tranquilo: una tienda de limpieza. “Son gente buena y trabajadora”, repetían todos.

Octavio creció en Pizarra, jugó en las categorías inferiores del club local de fútbol y era un chico alegre, enamorado, con presencia en redes donde compartía vídeos con su pareja y publicaciones de coches vintage. Admiraba a youtubers como Rubius o Vegetta, y le apasionaba el mundo del motor. Como Dani, tenía toda la vida por delante.

Vecinos, familiares y asociaciones de la comarca reclaman desde hace años radares, arcenes más amplios y campañas de concienciación. Dani y Octavio no se conocían. Vivían a pocos kilómetros uno del otro. Pero el destino los unió en la misma carretera y bajo un mismo final. Hoy sus nombres resuenan para pedir más seguridad en esta vía.

En el kilómetro 12, alguien ha dejado un ramo de flores. En el 1,7, una cruz blanca. Entre ambos puntos se dibuja una misma herida: la de una generación que sigue pagando demasiado caro el precio de la velocidad, la imprudencia y la falta de prevención.