Alonso Robles en la puerta de su carnicería.

Alonso Robles en la puerta de su carnicería.

Málaga

El adiós de la mítica carnicería Alonso Robles de Málaga: “Lo que he echado en falta es el tiempo”

Su propietario se jubila tras 41 años trabajando porque quiere dedicarse a su familia, sus amigos y sus hobbies.

20 julio, 2022 05:00

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Cerrado a partir del 27 de julio por jubilación. Estas son las palabras que uno lee cuando, bajando por calle Cristo de la Epidemia, pasa por la puerta de la histórica carnicería que hace esquina con Gálatas. En una semana, el letrero rojo y azul que da nombre al establecimiento Alonso Robles, habrá quedado desfasado.

Alonso Robles es un malagueño que lleva 41 años trabajando. Ha decidido, a la edad de 63 años, que es hora de descansar, y de dedicar tiempo a lo que más le gusta: su familia, sus hobbies y sus amigos. 

"Estoy cansado", confiesa en declaraciones a EL ESPAÑOL de Málaga. "Yo tengo mis nietos, tengo mis aficiones que no he podido hacer por culpa del negocio"añade el carnicero. En los 20 metros que separan su tienda del bar de la esquina, a Alonso le ha dado tiempo a saludar a cuatro personas. "¿Que si me conocen? Llevo 29 años aquí", responde con orgullo. 

Robles conoce a los clientes más habituales, aunque confiesa que los carniceros son los que tienen más trato con ellos: "El que menos, lleva 14 años". Nunca deja pasar la oportunidad de saludar: "Prefiero eso que quedar como un maleducado". 

Cuando los vecinos del barrio acuden al local, lamentan su cierre. "¿Y ustedes os quedáis en paro?", pregunta alguno de los más curiosos. Los trabajadores, ya mayores, asienten con la cabeza. Alonso ha reconocido que "es duro", aunque "también han tenido la oportunidad de continuar con ella si hubieran querido". 

Robles se despide de una parte de su vida para siempre: "No hay continuidad, y menos mal, porque entonces no me hubiera jubilado en la vida". Sus hijas son las dos profesoras y asegura que son muy felices. Su mujer, Mila, es enfermera desde joven, nunca se ha dedicado a la carne. 

El malagueño tiene su propio negocio desde los 24 años. La primera carnicería la montó en Ciudad Jardín, donde comenzó trabajando solo. Cuatro años más tarde, consiguió el establecimiento con el que llevaba años soñando: la esquina de la calle Cristo de la Epidemia. "Siempre me había llamado la atención", subraya. El local era de compañero de gremio que Alonso conocía. Un día se la ofreció. "¡Mira si vinieron rodadas las cosas!", exclama.

Desde entonces, abrió una carnicería más en calle Sevilla y otra en Blas de Lezo. Después de que su hermano se jubilase en junio cerrando el local de Ciudad Jardín, ahora le  toca a él poner el candado en el barrio de La Victoria.

Echando atrás la mirada, Alonso llega a una conclusión: "He tenido mucha suerte porque me ha ido muy bien". Agradece no haber tenido que despedir nunca a nadie porque le fuera mal el trabajo. 

Se siente afortunado, porque incluso durante la pandemia pudo vender. En aquellos meses de confinamientos e incertidumbre se hizo con sombrillas y sacó los bancos fuera porque los clientes tenían que esperar la cola en la calle. 

Ahora que está a punto de despedirse de su vida laboral, Alonso se pregunta cómo le hubiese ido si no se hubiese dedicado a la carne. "Me quedé en paro con 22 años, y estuve a punto de meterme a celador", desvela. Tiene varios amigos que ejercen esta profesión, y dice, "han vivido muy bien".

"Lo que más he echado en falta, y si de algo me arrepiento, es que no he tenido tiempo. Jamás he podido desconectar". Los veranos suele irse de vacaciones a Conil con su familia una semana. Entre risas, cuenta que sus hijas le preguntan: "Este año no te vas a llevar el ordenador, ¿a que no?".

Admite que ha viajado mucho, pero que, aquellos viajes que unos hacen de una semana, él ha tenido que hacerlos en un finde: "Me cojo un viernes que he podido salir a medio día, el sábado me buscaba una excusa y el domingo ya estaba volviendo". Anhela poder irse de viaje en coche, tranquilo y más de tres días: "Es una de las cosas que tengo pendiente cuando me jubile".

Nota que el trabajo ya le viene largo: "Cuando tú ya no estás a gusto en un sitio, cuando pierdes la ilusión, ya no tiene sentido". Sabe que tiene una suerte que no todos tienen: poder elegir el día de su jubilación. Admite que no le "hace falta" y que puede "vivir dignamente". 

Una conversación con Robles basta para darse cuenta de que es una persona familiar y atenta. Consciente de la importancia del tiempo, en sus palabras se nota cierta añoranza. En concreto, a todo ese tiempo que podría haber pasado con su mujer, sus hijas, sus amigos o sus nietos. Pero sabe que ahora va a aprovecharlo: "Lo que me ha faltado, lo voy a conseguir ahora".

Tras un profundo repaso de las idas y venidas de su vida laboral, confiesa: "Estoy feliz con mi vida, estoy feliz". Está en el mejor momento para ello: buena salud y una familia a la que dedicar el resto de su vida.