Carlos, dueño del bar Bastard, posa frente a su local.

Carlos, dueño del bar Bastard, posa frente a su local. Jaime Susanna

Sociedad

La agonía de los bajos de Argüelles: de ser el mayor punto de bares 'heavys' de Europa a quedar sólo seis

Este enclave del distrito de Chamberí atraía a personas de todo el mundo para conocer los garitos de heavy metal. 

28 junio, 2023 02:36

Érase una vez un lugar que cada fin de semana era invadido por una horda de melenas y chupas de cuero, donde había decenas de bares para tomar copas al son del heavy metal, donde llegaban viajeros de todo el mundo para conocer esta anomalía del callejero. Érase una vez la mayor concentración de garitos heavys de Europa. Érase una vez los bajos de Argüelles.

Este enclave del distrito de Chamberí, delimitado por las calles Andrés Mellado y Gaztambide, vive actualmente sus horas más bajas. Desde hace años, los garitos heavys han ido cerrando paulatinamente para transformarse en locales donde suenan los éxitos del momento o, directamente, no volver a abrir.

La suya es una muerte lenta, agónica, pero imparable. La misma que sufre el género musical que disparan sus altavoces. Actualmente, solo quedan seis locales: el Fenrir, el Sinner, el Bastard, el Gatuperio, la Ducha y el Tuareg. Este último lleva abierto desde 1987, lo que le convierte en el bar heavy abierto más veterano de Madrid.

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“Hace 15 años eran casi 20. Y hace 30, eran 30 y pico. Fue la mayor concentración de bares heavys de Europa, y en un país donde había muchos menos oyentes de heavy que en otros países. Venía la gente solo para ver lo que era tener 30 bares de heavy juntos. Eran locales pequeñitos, pero había muchísimos”, explica Héctor, dueño del Fenrir.

“Venía gente de fuera, específicamente aquí. Yo conocí los bajos en torno al año 94 o 95 y era impresionante lo que había aquí. No entraba ni un alma más en los pasillos ni en los patios”, corrobora Carlos, dueño del Bastard.

Héctor, dueño del bar Fenrir.

Héctor, dueño del bar Fenrir. Jaime Susanna

La realidad ahora es bien distinta. “Los bares de copas, en general, estamos pasando una época complicada”, asegura Héctor, que regenta su bar desde hace 10 años. “El heavy está notando especialmente el golpe. Y no solo los bares. La asistencia a conciertos está cayendo a una velocidad que da pena. Están los grandes dinosaurios, que llenan estadios, y los grupos que hace 10 años podían estar vendiendo 2.000 o 3.000 entradas, ahora venden 200 o 300. Da un poquito de dolor de corazón”.

“El Covid pegó un palo muy gordo. El año siguiente, cuando abrimos, la gente salió con ganas de beberse hasta los floreros. Hubo un pico muy bueno de unos cuantos meses y ahora ha vuelto a ir por debajo. Estamos por debajo de la facturación previa al Covid”, prosigue.

“Tres meses antes de la pandemia, la facturación empezó a subir y nos iba muy bien”, cuenta el dueño del Bastard, que montó el bar hace 11 años. “Justo después de la pandemia, cuando todavía estaban las limitaciones, parecía que la gente tenía más ganas de salir e iba bien. Cuando ya empezaron a quitar todas las restricciones es cuando la gente se echó un poco para atrás. Estaban más tranquilos y la afluencia empezó a bajar”.

El pasillo central de los bajos de Argüelles, la noche del pasado viernes.

El pasillo central de los bajos de Argüelles, la noche del pasado viernes. Jaime Susanna

"Los viejos guerreros"

Hace menos de una década los pasillos de los bajos de Argüelles eran un hervidero de jóvenes ávidos de música para menear la melena. Pero, poco a poco, los garitos míticos como el Tyrant o el Lemmy echaron el cierre.

La apertura de la discoteca y sala de conciertos Hysteria, por un momento, pareció arrojar un poco de luz sobre el lugar. El sitio, además, abría hasta las seis de la mañana, frente a los bares que cierran a las tres.

Pero poco duró la aventura. En julio del año pasado, la discoteca echó el cierre de una semana para otra. Incluso algunas bandas que tenían fechas fijadas para tocar allí se enteraron del cierre por redes sociales.

¿Y ahora? “Todo depende de las nuevas generaciones. Ya estamos viendo que no hay chavales jóvenes aquí. Ya solo vienen los viejos guerreros”, afirma Carlos, del Bastard. “Somos los que mantenemos todo esto. Las nuevas generaciones ya no tiran por este rollo, no sé si es por el reguetón o las nuevas modas. No sé lo que les están metiendo en la cabeza. Ya no era lo que era antes. Espero que eso cambie y que sea una moda como fue el bacalao”.

La puerta del Tuareg, el bar heavy en activo más antiguo de Madrid, abierto en 1987.

La puerta del Tuareg, el bar heavy en activo más antiguo de Madrid, abierto en 1987. Jaime Susanna

—¿Los bajos de Argüelles morirán o siempre serán un reducto heavy?

—Habrá un reducto heavy en Madrid, pero no estoy seguro de que sea aquí. Cada vez hay más problemas, el barrio tiene una gentrificación muy grande y los locales están tendiendo a convertirse en Airbnb para alquiler, etc. Va a haber un momento en que la conflictividad provocada por la incompatibilidad de que haya gente de turisteo durmiendo y que haya bares nocturnos va a dar problemas -augura el dueño del Fenrir.

—Los bajos de Argüelles nunca van a morir. Conozco a los dueños que somos perros viejos desde hace muchos años. Por lo menos, tres de los dueños de bares, vamos a estar aquí hasta la muerte -sentencia el dueño del Bastard.