El retrato de Alfredo Galán, el asesino de la baraja, junto a la primera carta que dejó en uno de sus crímenes.

El retrato de Alfredo Galán, el asesino de la baraja, junto a la primera carta que dejó en uno de sus crímenes. E.E.

Sociedad

El asesino en serie que aterrorizó Madrid con cartas de la baraja: destapando los misterios del caso

Un documental de Netflix recorre los crímenes del asesino de la baraja 20 años después de poner en jaque a los cuerpos policiales.

5 junio, 2023 01:45

El 5 de febrero de 2003, el cuerpo de Juan Carlos Martín apareció con un disparo en la cabeza en una parada de autobús en la Alameda de Osuna de Madrid. La víctima tenía 28 años y había salido de trabajar en el aeropuerto de Barajas.

Por aquellas fechas, Madrid vivía un repunte de criminalidad sin precendentes. La capital sufría una muerte violenta cada 66 horas, un 20% más que el año anterior. Por eso este suceso podría haber pasado totalmente desapercibido. Otro más en una larga lista, de no ser por un macabro detalle: junto al cuerpo había un as de copas de la baraja española.

¿Qué significaba ese naipe? ¿Su aparición fue fortuita o tenía una intención oculta? Aquel detalle no pasó desapercibido y enseguida se convirtió en protagonista de innumerables titulares, crónicas de radio y cortes de televisión. Acababa de nacer el asesino de la baraja.

Juan Carlos Martín, víctima del asesino de la baraja.

Juan Carlos Martín, víctima del asesino de la baraja. E.E.

Han pasado 20 años de aquellos hechos y, con motivo de este aniversario, Netflix lanza el documental Baraja: la firma del asesino, un recorrido por los crímenes que pusieron en jaque a los cuerpos policiales y a la propia población madrileña.

"No le habíamos dedicado tiempo a saber qué hay detrás de toda la historia. Había una serie de elementos que en su día pasamos por alto y nos apetecía meternos de lleno", explica Marga Luis, productora ejecutiva del documental, en conversación con Madrid Total. "Es una historia que cumple todos los requisitos para hacer un auténtico thriller".

El documental está dividido en tres capítulos y se podrá ver en la plataforma a partir del 9 de junio. El filme cuenta con el testimonio de varios de los investigadores que llevaron el caso, los periodistas que lo cubrieron y, sobre todo, las víctimas.

Uno de los testimonios más chocantes es el de Teresa Sánchez, madre de una víctima mortal que resultó herida de gravedad en el mismo suceso donde le arrebataron a su hijo.

Fue la misma tarde del día que apareció el as de copas, en el Bar Rojas de Alcalá de Henares. Allí cuando fueron asesinados a tiros Mikel Jiménez, de 18 años, y Juana Uclés López, de 57. Teresa, madre de Mikel y dueña del establecimiento, resultó herida grave. En este caso, las muertes no quedaron firmadas con un naipe.

"Mientras los medios de comunicación estaban a tope con la baraja y la carta, esta mujer estaba en la UCI sin saber que su hijo había muerto. Luego tiene que someterse a toda la presión policial para que la Policía pueda avanzar en el caso", explica Amanda Sans, directora del documental. "Ella cuenta que en la rueda de reconocimiento, al ver a todos los malotes, casi se desmaya".

Una Tokarev encasquillada

Pasaría un mes antes de que el asesino de la baraja volviera a actuar. Fue el 7 de marzo de ese año, en Tres Cantos. El asesino se acercó a Santiago Eduardo y le disparó sin mediar palabra.

Luego fue hacia la novia de este, Anahid Castillo, con la intención de hacer lo mismo, pero el arma se encasquilló. Antes de marcharse, el asesino dejó un dos de copas en la escena. Eduardo, contra todo pronóstico, vivió para contarlo tras ser trasladado grave al hospital de la Paz.

El último crimen de este asesino fue 11 días después, en Arganda del Rey. El asesino aparcó su coche y se dirigió a un descampado donde había visto caminar a una persona. El tirador no vio a su objetivo, así que decidió ir a por otras dos personas que se encontraban cerca. Eran George y Doina Magda, un matrimonio rumano, ambos de 40 años.

Junto a sus últimas víctimas, el asesino de la baraja dejó otras dos cartas, el tres y el cuatro de copas, dando así continuidad a esta macabra firma que conmocionaba a la sociedad española.

En los meses siguientes se supo que a todas las víctimas había que añadirle otra: Juan Francisco Ledesma, portero del número 89 de la calle de Alonso Cano, en el barrio de Chamberí. El hombre, de 50 años, se encontraba en ese momento dando de comer a su hijo de dos años.

El tirador entró en su casa, le dijo a la víctima que se pusiera de rodillas y, acto seguido, le disparó en la cabeza. No hubo carta en este primer crimen, por eso la opinión pública tardó en saber que se trataba del mismo asesino, algo que los investigadores tenían corroborado desde hace tiempo.

El balance del asesino de la baraja quedaba así: seis muertos, dos heridos graves y naipes de la baraja española en tres de sus crímenes. Las víctimas no se conocían entre sí, no había un patrón que las uniera y los crímenes sucedieron en distintas fechas y lugares. Lo único que unía todos los crímenes era el arma empleada: una pistola Tokarev TT-33 del calibre 7.62, un arma de fabricación soviética poco habitual en España.

Una Tokarev TT-33 como la que usó Galán para cometer los crímenes.

Una Tokarev TT-33 como la que usó Galán para cometer los crímenes. E.E.

Puertollano, 3 de junio

El caso se quedó estancado, sin que la investigación ofreciera grandes respuestas durante meses. Pero todo cambió la tarde del 3 de julio de 2003, cuando un exmilitar llamado Alfredo Galán se presentó ante la Policía Local de Puertollano (Ciudad Real) confesando ser el asesino de la baraja.

Los interrogatorios revelaron que conocía detalles de los crímenes que no eran de dominio público y que solo conocían los investigadores, por ejemplo, que las cartas tenían una pequeña marca de rotulador en el anverso. El terror de sus crímenes llegaba a su fin.

"Es una gran pregunta para nosotras: ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera entregado? Los propios agentes se enfrentan a la pregunta y se quedan un poco desarmados. Para ellos es duro", asegura Marga Luis, la productora ejecutiva del documental.

Alfredo Galán, en el momento de su detención.

Alfredo Galán, en el momento de su detención. E.E.

"Esa imagen del asesino en serie que se construyó de él no tiene nada que ver con lo que es él como persona". Galán había sido militar y estuvo destinado en Bosnia, donde compró el arma homicida.

Tras su llegada a España, fue destinado a recoger el petróleo que cubrió las playas gallegas tras el desastre del Prestige. Ahí, sufrió una crisis de ansiedad que le derivó a atención psiquiátrica. Precisamente, Galán estaba en tratamiento cuando cometió los crímenes.

"Uno de los éxitos del documental creo que es el acceso a toda la parte militar, a todo lo que Galán vivió en Bosnia. Es entender el contexto de Galán, de dónde venía y qué hacía. Y luego, cómo se gestionó la salud mental de Galán después del brote que le dio en Galicia recogiendo chapapote", cuenta Amanda Sans, la directora.

142 años de prisión

Alfredo Galán fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 142 años de prisión por seis asesinatos y tres en grado de tentativa. El tribunal consideró que el asesino profesaba un "manifiesto desprecio a la vida humana". En todo momento actúo de forma consciente, sin que hubiera atenuantes por trastornos psicológicos graves.

Galán elegía a sus víctimas al azar por el simple placer de matar. "Quería experimentar la sensación que causa acabar con la vida de un ser humano. Comencé con el portero y al no sentir nada seguí matando", dijo ante los investigadores. En el juicio, en cambio, guardó un riguroso silencio.

"La primera pregunta que le habría hecho es por qué no habló durante el juicio, por qué no se defendió", afirma Luis. "Y por qué sigue sin hablar 20 años después", agrega Sans.

¿Y las cartas, por qué? "Nunca sabremos si esa carta estaba ahí de forma fortuita o no. Lo que sabemos es que esa carta generó una auténtica película de terror.