Álvaro Rivas, cantante de Alcalá Norte, posa para EL ESPAÑOL en Ciudad Lineal.

Álvaro Rivas, cantante de Alcalá Norte, posa para EL ESPAÑOL en Ciudad Lineal. Sara Fernández

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Álvaro Rivas, de Glovo a llenar tres Rivieras con Alcalá Norte, el grupo de moda: "Fui alcohólico, pero lo dejé por los porros"

"Los findes me ponía hasta el culo, duraban 4 días" // "No tengo éxito. Soy un ratón" // "Soy el Vinicius de la banda".

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Las claves

Álvaro Rivas, líder de Alcalá Norte, relata su paso de trabajos en Glovo y oficinas a convertirse en el cantante del grupo indie de moda, a punto de llenar tres noches consecutivas La Riviera.

El artista reconoce su lucha con el alcohol y cómo lo dejó por el consumo de cannabis, además de hablar abiertamente sobre su relación con otras drogas y su visión poco convencional sobre el éxito.

Rivas reflexiona sobre la temporalidad del éxito en la música, la presión de la industria y su deseo de compaginar su carrera musical con su pasión por los estudios, especialmente en física y filosofía.

El cantante se muestra crítico con la industria musical y la noción de éxito, asegurando que prefiere la composición y el aprendizaje a la fama o el papel de mero intérprete.

Álvaro Rivas, nada más llegar, avisa: "Vengo con una fumada...". No quiere engañar a nadie. Ha quedado con EL ESPAÑOL en Ciudad Lineal, su barrio, el de la banda y el que pone nombre al grupo, Alcalá Norte —en 'homenaje' al centro comercial donde pasó parte de su juventud—. Está a menos de un mes de llenar La Riviera tres noches consecutivas (20, 21 y 22 de diciembre) —con alguna entrada para la tercera fecha todavía disponible—, pero su preocupación trasiega por otros lares: "Lo que me da vértigo es no sentirme con coraje para aprender. Ahí es cuando se me derrumban las cosas".

Lo otro, lo de ser el cantante del grupo de moda —como lo han abanderado la industria, la crítica y buena parte de los periódicos nacionales— lo lleva con bastante tranquilidad. Cerca del que fue su colegio, al lado de su 'chino', posa para las fotos y selecciona sin titubeos: "Esa me gusta. Esa otra, no". Pero sin creerse nada. "No tengo éxito. Soy un ratón".

Iba a enseñarnos una parte de Ciudad Lineal, pero sus compromisos le obligan a cambiar de decisión. "¿Y si echamos algunas fotos en el gimnasio de mi colega?". Y allá que vamos. "Por esa calle y luego a la izquierda", indica.

Finalmente, un banco hace de ágora. Se sienta. Sube las piernas, las encoge sobre la madera y dispara titulares alejados de la corrección política. Por momentos, incluso, recuerda a aquel bisoño Robe Iniesta que abrazaba el rock transgresivo con la incontinencia verbal del que se ofrece al mundo a pecho descubierto y sin nada que temer.

Álvaro, por momentos, sostiene esa reminiscencia transgresiva. "Soy el Vinicius de la banda", sentencia (en referencia a los aspavientos y las gesticulaciones del brasileño). Pero qué va a hacer a estas alturas. Su público lo quiere así, consagrado a 'La vida cañón', el himno que los ha puesto en el mapa y los ha hecho despegar.

Álvaro Rivas, durante su entrevista con EL ESPAÑOL.

Álvaro Rivas, durante su entrevista con EL ESPAÑOL. Sara Fernández

PREGUNTA—¿Cómo era antes de Alcalá Norte?

RESPUESTA—Cuando escribí las canciones del primer disco estudiaba bastante, acababa de terminar mi formación y para mí trabajar en una empresa era una novedad, me motivaba. Pero luego me puse triste, en general, porque no estaba feliz. No me lo pasé bien en la oficina.

P.—Hágame un resumen de su currículum previo a ser el 'cantante del grupo de moda'.

R.—Primero trabajé con la madre de un colega y después en la pandemia me comí los mocos. Luego me salió curro en Glovo y allí trabajé en cosas horribles que me quitaron las ganas de existir, pero es verdad que los retos y la ingeniería estaban guapas de ejecutar. Todo eso ocurría mientras nacía y se desarrollaba Alcalá Norte.

Las canciones del primer disco vienen de esa época en la que acababa de salir de la universidad y estaba motivado. Después dejé de estudiar y me puse triste. Ahora mismo estoy intentando poder estudiar mientras lo compagino con el grupo. Ese es el sueño.

P.—¿Después de Glovo fue cuando ya lo dejó todo por Alcalá Norte?

R.—No, entonces me fui con un jefazo de Glovo al que seguí. Pero no fue un buen movimiento. Al final, Alcalá Norte se me iba de las manos y me fui de la empresa.

P.—¿Qué relación tiene con el éxito?

R.—Lo gracioso es que creo que ya ha pasado el momento en el que tenía que hacer cinco entrevistas todos los días. Ahora, pienso: 'Ya me han dejado contar mi tontería. La industria ya nos ha hecho el cariñito, ya nos han metido en algunos festivales, ya nos han dado un buen lugar para que nos vea la gente —a la que la industria trata como si fueran borregos—. Y entonces la industria te dice: 'Ahora necesito que hagas otro disco porque si no te saco de todo esto'. Ahí es cuando yo pienso: 'No tengo éxito. Soy un ratón'.

Dicho esto, supongo que el día que lees una reseña buena de tu debut es cuando te crees más máquina. Luego, aparejado a que la gente te haga caso, nace la responsabilidad de estar a la altura. Ahí ya construyes desde estar cagado. ¿Y podría salirte el estar cagado y volverte un soberbio? Sí, pero la clave es tener clara esa lucha y hacerla sin lastimar a los demás.

P.—¿Está cagado ahora?

R.—Estoy en un buen sitio para perseguir esa ambición tan egoísta de conseguir vivir de estudiar fuera de la academia. Soy tan consciente de que esto se me arrebata fácil que me estoy centrando en estudiar.

P.—¿Por si acaso no funciona la banda?

R.—No, para que cuando no tenga horas libres para estudiar y tenga que ir a la oficina, pueda decir: 'He estudiado mucho y sé todas estas cosas'. Ahora estoy estudiando el tiempo, la física.

P.—¿Por qué física?

R.—Por Heidegger.

P.—¿Cuánto le seduce el éxito?

R.—Te lo contaré cuando tenga dinero. Ahora no tengo éxito.

P.—¿Ahora no?

R.—No, no tengo éxito. Lo que tengo son promesas por cumplir.

P.—Pero ahora se puede ganar la vida con esto, supongo.

R.—Sí, gano más que en Glovo y en los seguros, pero esto es una cosa efímera, como los futbolistas que se retiran.

P.—Pero esto no tiene por qué ser efímero.

R.—Sí, tu 'petazo', sí. En un momento tienes que construir algo y comprarte una casita, y la de vacaciones, y luego si tal vivir dignamente como asalariado. Pero hay un momento en el que hay que ahorrar porque esto se acaba. De repente alguien te pasa por encima. Yo no he ahorrado aún.

Álvaro Rivas posa delante del gimnasio de su colega.

Álvaro Rivas posa delante del gimnasio de "su colega". Sara Fernández EL ESPAÑOL

R.—Nuestra pelea es por ser longevos. Ahora bien, si para fidelizar a un público durante 20 años que me dé un salario de p* madre tengo que convencer a un montón de peña a la que le doy igual, pues entonces acepto ciertas sugerencias de la industria. Así puedo comprarme una casa y luego puedo estar tranquilo tocando para mi peña... Quiero que eso salga bien. Pero como banda, te das cuenta de que eres una rata y que la industria está haciendo experimentos contigo.

P.—¿Cree que son un experimento?

R.—Sí, somos uno más de todos los que lanza la industria, sí.

P.—Pero vosotros no sois industria.

R.—Sí, lo somos. Otra cosa es que estemos fuera de las discográficas principales, pero estamos en la industria como el que más. De eso se trata, de encontrar nuestro hueco.

P.—¿Se vuelve adictivo el éxito?

R.—Sí, tío. El otro día un colega me decía: tienes que estudiar el fenómeno de Paulina Rubio con sus redes sociales durante la pandemia. Me lo sugería cómo método para gestionar la adrenalina perdida por no estar de gira. Se llama Pepito el que lo sugiere, es un frikazo.

P.—¿O sea, que sí se vuelve adictivo?

R.— En unas semanas te podré decir si tengo el gusanillo de salir, cuando se acerquen los tres conciertos de La Riviera. Porque durante este tiempo hemos estado girando y no hemos parado, salvo cuando me operaron de apendicitis, que estaba centrado en sobrevivir. Ahora hemos parado y estoy cansado. Me he reventado la garganta, he estado malo dos veces... Lo que pienso es que me mola más estudiar y componer que ser un intérprete, pero por desgracia eso es lo que pretende la industria, que seas un intérprete, porque compositor y tal... Ya se han encargado de robarte sin que te enteres.

P.—Y las drogas, ¿son adictivas?

R.—Sí, sí. A mí me encanta fumar porros. Me encanta fumar porros. Antes fui alcohólico, pero lo dejé por los porros.

P.—¿Es lo único que toma?

R.—Bueno, cultivé unas setas el otro día en casa, pero no me ha salido bien.

P.—¿Se queda con los porros?

R.—No, ojalá. Me gustaría fumar menos porros. Con el resto de drogas visionarias me comporto de p* madre. Les doy el espacio que necesitan. Lo que me jode de estas setas es que no me pude dar el viaje que quería porque salieron muy pocas y tenía que repartir.

P.—¿Vende más un cantante que se drogue que uno que haga running?

R.—Me vais a hacer fotos en la puerta del gimnasio de mi colega, así que tú me dirás si la entrevista vende (o no). Yo creo que se puede hacer de todo. ¿Menos porros? Sí, probablemente. De hecho, estoy fumando menos que antes. Nunca he sido un gran fumador. Yo no lo hago todos los días, y nunca he fumado todos los días más de un porro. Lo que pasa es que todo el mundo a mi alrededor ve que voy fumado. Ahora sólo lo hago con mi mánager y con dos colegas. En casa nunca tengo porros.

P.—¿Sigue vigente lo de sexo, drogas y rock'n roll?

R.—Es que estoy mayor ya.

P.—¡Cómo va a estar mayor! ¿Cuántos años tiene?

R.—30.

P.—Entonces...

R.—El sexo en casa con tu señora lo puedes poner con rock and roll o dancehall (tradicional música jamaicana). Y el resto, lo que te digo: antes de las drogas era alcohólico.

P.—¿Bebías o eras alcohólico? Es muy diferente.

R.—Era alcohólico. Los fines de semana me ponía hasta el culo, duraban cuatro días.

P.—Van a hacer tres Rivieras, que ya es todo un éxito, pero hay otros cantantes/grupos como Bad Bunny llenando 10 Metropolitanos. ¿No es pasarse eso?

R.—No, qué va. Ojalá pudiéramos hacer cinco Rivieras. No es pasarse. Hasta a esos artistas (en referencia a Bad Bunny) les sabrá a poco lo que les dé Spotify.

P.—¿Le gusta el trap?

R.—Mazo.

P.—¿Ha escuchado lo último de Rosalía?

R.—Sí, colocado de una dosis baja de hongos.

P.—¿Le gustó? ¿Escuchar a Rosalía colocado de hongos es una buena combinación?

R.—No tenía la dosis que yo quería, en general, así que prefiero desligar a los hongos de Rosalía (risas).

P.—Volviendo al barrio. He leído que antes se juntaba con burgueses.

R.—Y ahora. Lo que pasa es que a mi mujer le caigo mal cuando estoy con ellos porque bebo mucho. Me pongo muy pedo y cada vez los veo menos porque la lío.

P.—¿Prefiere a los no burgueses?

R.—Es que tengo más peligro con el alcohol que con los porros. Ellos beben más que fuman y cuando me junto con mis colegas es para embriagarlos, salvo cuando quedamos para estudiar.

Álvaro Rivas durante la entrevista.

Álvaro Rivas durante la entrevista. Sara Fernández EL ESPAÑOL

P.—¿Algún día soñó con ser pijo y rico?

R.—Sí, tío. Ojalá me pudiera comprar esta casa (señala una casa de dos plantas que tenemos enfrente) y ojalá hubiera invertido en Nvidia cuando le escribí la canción en 2019.

P.—Al final se va a arrepentir de ser cantante.

R.—No, pero si le hubiera dicho a mis colegas que tienen pasta: ‘Vamos a invertir en estas empresas', pues habría ganado más dinero y lo habría pasado mejor que trabajando para Glovo. Estaba muy claro que si entonces comprabas acciones en Nvidia y otro tipo de empresas en 2019, estas iban a estar infladas en poco tiempo.

P.—Pero igual no habrías acabado siendo cantante.

R.—Mira, yo cuando veía las empresas en las que quería invertir, decía: Kevin Durant está metido en todas de esas. Y yo quería invertir como él. Pero lo ideal sería que yo pudiese seguir haciendo Alcalá Norte, dar un concierto al año, grabar discos por mi cuenta y ser rico por otra cosa. Ya te digo que lo que más me ralla es la parte de intérprete.

P.—¿Llenar tres Rivieras da para comprarse un piso?

R.—Tengo una reunión en las próximas semanas donde nos van a decir cuánto será y vamos a ver cuánto gastaremos con lo que queremos montar. Espero pagarme con eso al menos tres o cuatro meses de clase media-alta.

P.—Por cierto, he leído por ahí que es muy de Vinicius.

R.— Yo no voy al Bernabéu, pero el otro día me trataban de explicar el silencio del estadio cuando la coge. Y lo entiendo. Es lo mismo que yo siento cuando de repente para y orienta el cuerpo hacia la portería con el defensa delante. A mí se me para la respiración. Es mazo de bueno. Y no me gusta cuando gesticula, pero yo vengo de hacer eso con la banda, qué voy a decir. Soy el Vinicius de Alcalá Norte.

P.—Más allá del Madrid, ¿en qué cree?

R.—El otro día me enteré por Jardiel Poncela que Azaña tiene un discurso famoso en el parlamento en el que empieza diciendo: 'Señores, no creo en Dios'. Me hizo gracia. Y luego hay un libro de Stefan Zweig en el que retrata a Nietzsche psicológicamente. Y bueno, el caso es que entre lo de Azaña y lo de el Nietzsche de Zweig, escribí: 'No creo en Dios, sólo en el sol, como las hojas, y sobre la luna tengo mis dudas'. Se la he cantado a los chavales a ver si cuela. Así que bueno, estoy explorando en lo que creo.