Vallecas, la nueva meca del arcade: las recreativas retro renacen en Madrid tras la apertura de dos salones

Vallecas, la nueva meca del arcade: las recreativas retro renacen en Madrid tras la apertura de dos salones

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Vallecas, la nueva meca del arcade: las recreativas retro se vuelven a encender en Madrid tras la apertura de dos salones

Ambas iniciativas parten de asociaciones sin ánimo de lucro y apuestan por preservar tanto las máquinas como su legado.

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Las viejas máquinas nunca mueren. Solo esperan el momento oportuno para volver a encenderse. Eso es justo lo que está ocurriendo en Vallecas, donde el espíritu de los salones recreativos de los 80 y 90 ha resucitado gracias a la apertura de dos espacios que combinan nostalgia, cultura popular y pasión por el videojuego clásico.

En el mismo barrio, a pocas calles de distancia conviven El Templo del Arcade y Arcade Rebirth, dos asociaciones sin ánimo de lucro que han convertido el joystick en un asunto muy serio.

En el número 124 del Camino de las Hormigueras se encuentra El Templo del Arcade, un salón que ha trasladado su sede desde Griñón hasta el corazón de Madrid para facilitar el acceso a su colección creciente de pinballs, consolas y máquinas arcade restauradas con mimo.

Clásicos que no envejecen

Cada botón, cada pantalla CRT, cada partida de Street Fighter II o Metal Slug forman parte de un legado que aquí no solo se conserva: se juega.

Abre únicamente los fines de semana y funciona mediante sesiones con entrada (15 € adultos, 10 € niños) o con cuotas mensuales que permiten repetir cuantas veces se quiera. La filosofía está clara: por el precio de una hamburguesa, puedes revivir el 'insert coin' que marcó tu infancia.

A poco más de 30 minutos andando, en la avenida de la Democracia número 7, otro equipo de nostálgicos ha levantado Arcade Rebirth.

Cinco amigos, entre ellos ingenieros y expertos en ciberseguridad, decidieron crear este refugio para revivir las sensaciones de las recreativas de barrio, con una estética cuidada, más de 200 metros cuadrados de espacio y una atmósfera que remite directamente a los noventa.

Esto incluye luces de neón, música electrónica y el inconfundible clic de los botones. Aquí conviven máquinas clásicas con juegos de ritmo llegados desde Japón, como Pump It Up, Wacca o Jubeat, y no faltan los eventos especiales: sesiones de 'freeplay', torneos o fiestas con DJ.

Ambos espacios comparten algo más que ubicación: su empeño por mantener viva una forma de ocio físico, colectivo y tangible. Lejos de los modelos comerciales, funcionan como asociaciones culturales que reinvierten todos sus ingresos en restaurar placas, sustituir piezas y rescatar máquinas que, de otro modo, acabarían en el game over del olvido.

Padres que enseñan a sus hijos cómo se jugaba antes del WiFi, jugadores que vuelven a encontrarse con su título favorito, adolescentes que descubren un mundo sin pantallas táctiles ni conexión a internet: el público es diverso, pero el entusiasmo es común.

Vallecas, tradicionalmente vinculada a otras escenas culturales, se ha convertido sin hacer ruido en la nueva meca del arcade. Una especie de segunda vida para unas máquinas que se niegan a apagarse del todo. Porque quizá el secreto esté en entender que lo retro no es solo pasado: es también un futuro posible.