El candy eléctrico en la tienda Black Pepper & Co.
El candy eléctrico regresa a Madrid: así es el caramelo que te duerme la lengua y conquistó la alta cocina
El "sorbete del siglo XXI" creado por el restaurante madrileño de una estrella Michelin La Candela Restò, por fin se puede comprar en la capital.
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Un pequeño caramelo se convirtió en Madrid en la sensación de los paladares más curiosos y los amantes de la gastronomía experimental. Se trata del candy eléctrico, un dulce que, más allá de su sabor, provoca una insólita sensación de cosquilleo y adormecimiento en la lengua.
Este fenómeno, que comenzó como un juego de alta cocina en el desaparecido restaurante La Candela Restò (una estrella Michelin), desde hace dos semanas puede encontrarse, de momento, en dos únicos puntos de venta de la capital: la tienda de especias Black Pepper & Co, famosa por ser proveedor de grandes chefs, y el puesto Doppelganger, en el Mercado de Antón Martín.
La historia del candy eléctrico arranca hace más de una década, cuando el chef Samy Alí, conocido por su espíritu inquieto y su cocina de fusión, buscaba sorprender a los comensales de La Candela Restò.
"Queríamos que la transición entre el plato salado y el postre fuera especial. El candy eléctrico era una forma de limpiar el paladar y, a la vez, dejar a la gente alucinada", explica a Madrid Total el cocinero, que tras cerrar La Candela en 2019, abrió Doppelganger para seguir explorando nuevas formas de sorprender.
El secreto del caramelo está en la flor eléctrica, un ingrediente poco habitual en la cocina española, que provoca un efecto anestesiaste en la boca.
Un candy eléctrico. M. L.
"La flor eléctrica no deja de ser una gracia, pero en el caramelo encuentra su mejor aplicación. La sensación es única, la gente se asustaba al probarlo, se ponían de pie ante la sorpresa", asegura el chef.
La técnica del candy, inspirada en las técnicas francesas del siglo XVII, combina agua, azúcar y licor de 40 grados, además de la flor eléctrica y otros ingredientes que varían según el sabor.
En la tienda gourmet
Luis Alcázar, propietario de la tienda de especias de Chamberí Black Pepper & Co, recuerda cómo el candy eléctrico se convirtió en un objeto de deseo entre los clientes del restaurante madrileño de Samy:
"Mucha gente venía preguntando por el caramelo que habían probado en La Candela para algún evento especial. Cuando Samy nos propuso venderlo, no lo dudamos. Es un producto único".
Por ello, Samy se ha aventurado a crear este caramelo para sus clientes después de una década de peticiones. Ahora, no sólo lo podrás probar en su puesto de mercado, sino que lo podrás comprar para llevar.
El proceso de fabricación no ha sido sencillo. "El caramelo es muy sensible; un 60% de la producción se rompía al principio. Tuvimos que ajustar la técnica hasta dar con una fórmula más resistente, pero igual de explosiva en boca", relata Samy.
Actualmente, se elaboran en un pequeño obrador en Brunete, donde Samy ha conseguido el registro sanitario necesario para su venta al público. "Estamos empezando ahora, poco a poco, pero ya fabricamos unas 1.500 unidades a la semana. Pronto podremos hacer unos 15.000 al mes", afirma.
El candy eléctrico se vende en cajas de 12 unidades a un precio de 30 euros, tanto en Doppelganger como en Black Pepper, los únicos establecimientos autorizados hasta el momento en Madrid.
Cada caramelo es una pequeña bomba de sabor: ginebra Gin MG, ron Santísima Trinidad o tequila Corralejo, combinados con lima, flor eléctrica y otros matices. "Cada sabor tiene su personalidad, y el regusto que deja es muy especial", explica Samy.
La planta flor eléctrica, que es suministrada por Raúl Díez de El Jardín del Cocinero, una finca en Toledo especializada en flores y hojas silvestres para restaurantes, es la clave de la experiencia.
"No es solo un caramelo, es una explosión en la boca. Tiene aplicaciones sexuales, porque estimula los fluidos", afirma el chef.
El éxito del candy eléctrico ha trascendido el círculo de los foodies y ha llegado a bodas y fiestas privadas. "Empresas de eventos nos pedían que las empezáramos a vender para sorprender a sus invitados. Es algo que no se olvida fácilmente", comenta Samy.
Y es que, para muchos, el candy eléctrico es el "sorbete del siglo XXI", una forma original de resetear el paladar y dejar huella en cualquier comida. "Lo probé en su día en La Candela y me dejó flipado. Ahora lo vendo en mi tienda y la gente sale igual de sorprendida", concluye Luis.
Así, el candy eléctrico se consolida como uno de los secretos mejor guardados de la capital, un pequeño lujo para los que buscan algo más que un simple caramelo y que por fin el consumidor final puede adquirir.