Imagen de archivo de una receta de caracoles.

Imagen de archivo de una receta de caracoles. iStock

Ocio

Me he vuelto 'adicto' a los caracoles con esta receta madrileña: sólo 4 ingredientes y lista en 30 minutos

Un plato rico y conocido en la capital que procede de las abuelas madrileñas y es perfecto para aquellos que buscan alimentos ricos en hierro y calcio.

Más información: El plato típico de Madrid que triunfa en invierno: rico en proteínas, delicioso y muy sencillo de preparar.

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Madrid es una ciudad muy conocida y muy famosa en el mundo entero por diversos motivos. De hecho, muchos ranking sitúan a la capital de España como una de las mejores grandes urbes del planeta para vivir o incluso para disfrutar de unas vacaciones. Uno de los principales motivos es porque no faltan los planes ni las oportunidades de ocio

Pero obviamente, Madrid es mucho más que eso. Y es que Madrid es infinito. De hecho, el verdadero Madrid para muchas personas está en su carácter íntimo y castizo, ese que también se puede encontrar a pesar de que hablemos de una ciudad de más de tres millones de personas. Y no hay nada más arraigado en la capital que su sabor y su gastronomía.

Ese gusto especial descansa sobre todo en su variada y rica cocina. En sus platos llenos de vida y que son la mejor unión de delicias y recuerdos, de anécdotas y aromas que resaltan y llevan a otro nivel el valor de una ciudad tan única como Madrid. Y es que la capital de España es lo que es también por esas recetas que nacieron de las abuelas madrileñas y que fueron pasando de generación en generación.

Madrid siempre se ha relacionado con productos tan conocidos como el bocadillo de calamares o como la tapa de patatas bravas. Sin embargo, la cocina madrileña es mucho más. E incluso sigue siendo mucho más que los platos más conocidos por todos como el cocido, los callos o el rabo de toro.

Por ello, hay algunas opciones de la cocina de la capital que son únicas y que marcan notablemente la diferencia. Tanto es así que son capades de hacernos que nos enamoremos de algunos productos. Y uno de los más exquisitos son los caracoles. Cocinados, como no, a la madrileña. Un plato que nos aporta una gran cantidad de calcio y fósforo para mantener fuertes nuestros huesos.

¿Cómo son los caracoles de las abuelas madrileñas?

Hay productos que por su nombre o por su aspecto no nos llaman la atención. E incluso los desechamos de nuestras dietas sin saber que son auténticos manjares que, además, son fundamentales para nuestro organismo y nuestra salud. 

Uno de ellos podrían ser, con total seguridad, los caracoles. Un plato ideal para nuestras comidas o cenas rechazado por muchas personas por su forma, pero que tiene un sabor riquísimo. Y además, grandes beneficios para el organismo. De hecho, los caracoles son un plato muy recomendado por muchos especialistas para aquellas personas que sufren anemia porque tienen mucho hierro

Ingredientes (básicos y opcionales)

  • 1 kilo y medio de caracoles
  • 7 dientes de ajo
  • 2 cebollas
  • 2 hojas de laurel
  • 1 guindilla
  • 5 cucharadas de salsa de tomate frito casera
  • 125 ml de vino tinto
  • 125 ml de agua
  • 150 gramos de chorizo / 200 gramos de jamón
  • Unas cucharadas de aceite de oliva virgen extra

Existen muchas formas de hacer caracoles. Sin embargo, una de las más representativas y clásicas son los caracoles a la madrileña, con una recta base que ha ido pasando de generación en generación. Además, se trata de un plato muy fácil de preparar. La clave está en su cocción suave, una salsa intensa elaborada con embutidos y un toque picante al gusto.

Los ingredientes principales son cuatro: caracoles, productos picantes como la cebolla, las guindillas o el ajo, algo de embutido como chorizo o jamón serrano, y el laurel. Y en unos 30 minutos tendremos un plato rico, divertido y muy nutritivo.

Un primer truco es comprar los caracoles purgados, ya que nos ahorrará tiempo y añadirá facilidad en la preparación. Los dejamos en abundante agua fría y con el fuego suave para que salgan de su concha. Acto seguido, subimos el fuego al máximo para cocerlos. Acto seguido, los colamos y los ponemos en una cazuela con agua limpia para que se cocinen a fuego suave.

Más tarde, será momento de seguir con la otra parte importante de nuestro plato. Lo primero, cortar nuestro elemento picante. Por ejemplo, las cebollas. Pero también los ajos si los hemos incluido y nuestras guindillas, y se sofríen junto a tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra en una olla grande (o una cazuela de barro si se dispone de ella). Recordemos que el picante es al gusto. 

Se dejan cocinar a fuego suave entre 5 y 7 minutos hasta que nuestra cebolla se queda transparente. Después, picamos nuestro embutido, que puede ser chorizo o jamón serrano (o mejor ambos). Y se sofríe hasta que empiece a dorarse. Después será el momento de incluir nuestras hojas de laurel y también es conveniente añadir salsa de tomate, a poder ser casera. Y remover bien toda la mezcla.

Añadimos los caracoles y le damos un toque alegre con un chorro de vino tinto, truco fundamental de las abuelas madrileñas. Subimos el fuego a un nivel alto durante dos o tres minutos para evaporar el alcohol y volvemos a dejar la cocción a fuego lento. Incorporamos un poco de agua y cocinamos durante 20 minutos y ya tendríamos listo nuestro delicioso plato, a servir en raciones individuales.