Eika tiene 11 años y se encarga de hacer más apacibles las declaraciones de los menores de edad.

Eika tiene 11 años y se encarga de hacer más apacibles las declaraciones de los menores de edad. Esteban Palazuelos

Madrid Comunidad JUSTICIA

Un perro en el juzgado: así ayudan a los niños a soportar la tensión de un interrogatorio

La Comunidad de Madrid trabaja con cinco canes en un modelo de éxito que se aplica ya en los Juzgados de Violencia de Género.

3 febrero, 2023 02:09
I. P. Nova Esteban Palazuelos

Eika espera paciente en la puerta de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer de Madrid. Hoy tiene que recibir a Paula (nombre y relato ficticio) a la que sólo le han dicho que debe acudir para hablar con un juez -apenas sabe qué es eso con su corta edad-, sobre los gritos y golpes que escucha en casa.

Paula no ha dormido bien esta noche. Como tampoco lo suelen hacer los cientos de niños que pasan por estos juzgados situados en el número 31 de la calle Albarracín. Aun así, Eika está preparada. Es el trabajo que hace cada semana.

La esperará paciente y, una vez se hagan las presentaciones, la acompañará a una sala con un parchís de Bob Esponja, un cuadro decorado con Legos y algunas mesas para dibujar.

Eika sobre el parchís de Bob Esponja.

Eika sobre el parchís de Bob Esponja. Esteban Palazuelos

La habitación no es muy amplia y tiene un gran espejo frente al que se sentarán Eika, Paula, una psicóloga con un pinganillo en su oreja derecha y la cuidadora de Eika. Y es que, aunque Eika sea una de las trabajadoras más queridas en el juzgado, es un perro labrador de denso pelaje negro y 11 años de edad.

Su trabajo de hoy será como el de muchos otros días. Está en lo que se conoce como una cámara Gessel. Una habitación que se separa por un espejo espía de otro segundo habitáculo en el que está el juez, el fiscal, el secretario, los abogados y, algunas veces, el acusado.

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Desde allí las partes escucharán el testimonio de Paula que estará siendo interrogada (previa conversación con el juez y el fiscal) por una psicóloga o trabajadora social que lleva un pinganillo para recibir indicaciones de la sala contigua.

¿El trabajo de Eika? Muy fácil. Debe apoyar su cabeza sobre las piernas de Paula, permitirla que se relaje y que la declaración por la que está pasando sea lo menos traumática posible.

Este es el momento más crucial del proceso. La sola presencia y el contacto del perro hace que el niño se muestre notablemente más tranquilo, más abierto a comunicar y a tomar esta situación extremadamente delicada como una actividad que le reporta sensaciones cálidas y tranquilas.

Eika y Vanesa en los pasillos del juzgado.

Eika y Vanesa en los pasillos del juzgado. Esteban Palazuelos

"Es la forma de cambiar las tres coordenadas del juicio. El tiempo, porque no hay una hora de entrada y de salida; el interrogatorio, que lo lleva a cabo un psicólogo con el perro de ayuda, y sacar al juez de la sala", relata María Jesús Juárez Lozano, coordinadora de la Oficina de Atención a las Víctimas de Violencia de la Comunidad de Madrid.

María Jesús bromea con Madrid Total sobre cómo le ha costado implantar este proyecto "que cada vez piden más jueces y ofrecen a todo el mundo". "La del perrito", así la conocían al principio de este proyecto que ya cuenta con cinco canes con sus horarios y planes de trabajo.

Y es que, como Eika o Cuba (otro de los perros que participan en este proyecto), su presencia está perfectamente cuidada para que sea una ayuda a los menores a la hora de declarar. Tanto los perros como sus cuidadores han tenido que recibir una importante formación y cumplir una serie de premisas para estar aquí.

En ocasiones, el niño se puede poner violento en la sala o emocionarse hasta unos puntos que provoquen sobreexcitación al animal, pero gracias a su entrenamiento no supone ningún problema.

Desde el interior de la sala contigua el juez puede guiar y visualizar el interrogatorio.

Desde el interior de la sala contigua el juez puede guiar y visualizar el interrogatorio. Esteban Palazuelos

En otras CCAA

El proyecto lleva diez años y aunque "al principio los jueces era un poco reacios" de salir de su sala y bajar a este tipo de instalaciones, se los han ganado con los resultados.

De hecho, la propia Juárez explica que varias comunidades autónomas como Andalucía ya les han pedido sus protocolos y contactos con la empresa, Dogtor Animal, para poner en marcha programas similares.

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Eika se ha convertido en la guía del caso ficticio de Paula, pero el protocolo es igual para todos los niños. Se divide en tres fases. La recepción del menor a las puertas del juzgado, lo que les hace olvidar la situación que van a vivir; el momento de la entrevista, en la que el perro no interactúa para nada (sólo está de apoyo); y la despedida.

"Les ofrecemos hacerse una fotografía para que le puedan ver como a un compañero o un amigo que les da paz durante la declaración", explican.

Saskia, Vanesa y Eika en el interior de la sala donde comparecen los menores de edad.

Saskia, Vanesa y Eika en el interior de la sala donde comparecen los menores de edad. Esteban Palazuelos

El juicio es igual de válido que si se ejecutara en cualquier otra sala. Queda grabado y se sube a la nube a disposición de las partes. Sólo cambia el espacio.

El programa de perros de acompañamiento judicial se lleva a cabo en dos juzgados de la Comunidad de Madrid. Los de la calle Albarracín con casos enfocados a medidas civiles (hasta para decidir la custodia) y los de Plaza Castilla. Allí, los menores suelen acudir por temas relacionados con "violencia de género o agresiones sexuales". Así las cosas, el proyecto es una realidad en los juzgados de Familia, lo Penal y Violencia de Género de Madrid.

El servicio se ofrece tanto a los propios jueces como a los abogados o las familias. Son ellas mismas las que lo pueden solicitar si consideran que puede beneficiar al menor.

"A todos los niños que entran en la sala se les explica que tiene derecho a no declarar, se les contextualiza que lo que dicen es parte de un juicio, pero la sala y el perro les hacen restar tensión al momento", finalizan.

El apoyo emocional que aporta el perro lo pueden recibir menores entre 2 y 16 años. Según la consejería de Justicia de la Comunidad de Madrid, los resultados positivos del programa se constatan en tres puntos: favorece a un estado emocional positivo en los menores, se generan vínculos con los profesionales judiciales más rápidos y efectivos y las respuestas y entrevistas que se han obtenido son "mucho más fidedignas, con frases más completas y más ricas en detalles".

Eika y Saskia

En el proyecto de Dogtor Animal, que es la empresa con la que trabaja la Consejería de Justicia de la Comunidad de Madrid, hay diferentes perros y familias. Porque, lo más importante es que los animales no estén ajenos al contacto humano y que, fuera de su trabajo en el Juzgado, sean un perro más que convive con una familia.

Sus cuidadores, los que están con ellos durante el interrogatorio para controlar el bienestar del animal, son sus propias familias. En el caso de Eika, su dueña Saskia conoció el proyecto en Estados Unidos e investigó hasta encontrar algo similar en España.

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"Nos pusimos en contacto con Dogtor Animal y Eika tenía cuatro años. Desde entonces hemos estado colaborando con ellos, pandemia de por medio", explica a este diario.

Eika entra en la sala en compañía de Vanesa.

Eika entra en la sala en compañía de Vanesa. Esteban Palazuelos

Para poder formar parte del proyecto el perro pasa una serie de pruebas de actitud y recibe una formación. Algo que también hace su cuidador. Al final, durante la entrevista tienen que escuchar testimonios muy duros y procesarlos.

Como Saskia y Eika están Vanesa y Cuba. Vanesa es la codirectora de Dogtor Animal y una de las fundadoras de este proyecto que empezó a andar en 2009 y se desarrolló completamente con la Comunidad de Madrid en 2014.

En la actualidad hay 5 perros de apoyo judicial colaborando con este proyecto. Eika, Cuba y otros tres compañeros (un galgo, un Golden y otro labrador). Quieren seguir creciendo y siendo el apoyo emocional de los menores madrileños en estos momentos de tanta tensión.

Al finalizar el interrogatorio Eika y Paula saldrán a un pequeño parque que hay a la espalda del acristalado y gris juzgado. Se harán una fotografía para el recuerdo de Paula y se despedirán. El trabajo de Eika habrá terminado por hoy y, aunque a veces le cuesta subirse al sofá por achaques de la edad, volverá la semana que viene.

Eika tiene 11 años y es un perro de apoyo judicial.

Eika tiene 11 años y es un perro de apoyo judicial. Esteban Palazuelos