Trabajadores en una obra

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Opinión

Los inmigrantes y la economía

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La inmigración se está utilizando como arma arrojadiza a fines políticos a través de toda Europa, y más allá. Una de las propuestas más emblemáticas consiste en deportar masivamente a los inmigrantes y sus hijos.

La remigración se fundamenta en dificultades de integración que, sin embargo, no se pueden extender al conjunto de los inmigrantes, ni deben ocultar las realidades económicas.

Cuando la economía marcha bien, las oportunidades de empleo intensifican los flujos migratorios hacia nuestro país. Ocurrió con el boom de la construcción en 2007, y está pasando en la actualidad, tras la pandemia, con la recuperación intensa de la economía española. La inmigración está, de hecho, contribuyendo al dinamismo del PIB y del empleo. 

La recuperación de los flujos migratorios tras la pandemia ha convertido a España en uno de los principales países receptores de inmigrantes de la Unión Europea. De hecho, según la Estadística Continua de Población del INE, desde finales de 2020 hasta el 1 de julio de 2025, la población residente en España ha crecido en más de 1,9 millones de personas, pese a la caída de la población nativa.

Por lo que el crecimiento de la población se debe al aumento de los extranjeros. Hoy por hoy, los no nacionales ascienden a 7 millones, es decir, el 14,3% de la población total residente en España. Y 9,7 millones de personas han nacido en el extranjero, lo que equivale al 19,6% de la población total.

La contribución de la población extranjera al crecimiento del PIB per cápita entre 2022 y 2024 fue de entre 0,4 y 0,7 puntos porcentuales

Los beneficios de la inmigración para la economía española son múltiples, tanto en términos de finanzas públicas como de productividad o de capacidad de crecimiento.

Según el Banco de España, la contribución de la población extranjera al crecimiento del PIB per cápita entre 2022 y 2024 fue de entre 0,4 y 0,7 puntos porcentuales.

Además, un estudio de Fedea sobre la inmigración en España sugiere que la inmigración no tiene efectos negativos significativos sobre las oportunidades de empleo ni sobre los salarios para el conjunto de los trabajadores nativos.

Concretamente, existe una brecha de empleo significativa entre inmigrantes de países no pertenecientes a la Unión Europea y españoles, de 15 puntos en el caso de los hombres y de 4 puntos en el de las mujeres, y además, tales inmigrantes ganan aproximadamente un 30% menos que los trabajadores españoles.

Esto se debe a que los empleos que asumen estos inmigrantes son fundamentalmente trabajos poco cualificados y mal retribuidos, poco atractivos para los españoles.

La inmigración puede ayudar a mitigar los desafíos planteados por el envejecimiento de la población española

Desarrollan ocupaciones vitales para nuestra economía y nuestra sociedad, como son las actividades de recolección en la agricultura, servicios de limpieza y de camareros en restauración y hostelería, cuidados y atención a personas mayores y con discapacidad, etc.

Si bien, durante estos últimos años se aprecia una tendencia hacia un mayor nivel educativo de los extranjeros, coherente con el proceso de asimilación de las olas de inmigrantes que entraron a principios de este siglo.

Del mismo modo, en los últimos años se constata un cierto desplazamiento de éstos hacia actividades que exigen una mayor cualificación, como por ejemplo personal sanitario o profesionales de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

La gran mayoría de los inmigrantes son personas en edad de trabajar, con una tasa de ocupación por encima del 62% en 2024, superior a la de los nacionales -un resultado que nos diferencia favorablemente con relación a otros países de nuestro entorno-.

En ese sentido, la inmigración puede ayudar a mitigar los desafíos planteados por el envejecimiento de la población española, contribuyendo a la sostenibilidad del sistema de pensiones y estimulando el crecimiento económico.

La economía española se ha beneficiado de la entrada de trabajadores extranjeros

Es cierto que para que la inmigración tenga un impacto positivo duradero deben darse políticas de integración adecuadas que permitan a los inmigrantes acceder a empleos de calidad, y esto se conseguiría integrando a los inmigrantes mediante el acceso a la educación, atención sanitaria, vivienda y políticas de inclusión cultural. Favorecer la integración de diferentes culturas es vital, mediante la prestación de servicios sociales adecuados.

Asimismo, se requiere una gestión y selección de los flujos migratorios basados en habilidades y necesidades del mercado laboral, y una mayor coordinación a nivel europeo para gestionar eficazmente los flujos migratorios y evitar desigualdades en la distribución de responsabilidades entre los Estados miembros.

En suma, la economía española se ha beneficiado de la entrada de trabajadores extranjeros. El futuro, sin embargo, no está garantizado: será necesario mejorar las políticas de integración, facilitar el retorno de los españoles que encontraron empleo fuera de nuestro país en épocas de crisis, y reforzar la gestión selectiva de los flujos migratorios. Sin olvidar que se trata de una cuestión de derechos humanos, algo que, como país históricamente marcado por la emigración, podemos entender muy bien.

Conviene recordar al poeta alemán Martin Niemöller, cuando en alusión a las políticas xenófobas de los movimientos de extrema derecha de Adolf Hitler, decía: “Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío. Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.”