Evergrande: voladura controlada para mantener la estabilidad social

Evergrande: voladura controlada para mantener la estabilidad social

La tribuna

Evergrande: voladura controlada por la estabilidad social

No hay riesgo sistémico por la inmobiliaria. Su reestructuración no debería causar un deterioro de la solvencia bancaria, ni un efecto en cadena.

23 septiembre, 2021 02:44

Los accionistas y bonistas de Evergrande están condenados a sufrir fuertes pérdidas. Pero lo realmente importante para la economía y los mercados financieros de China y del resto del mundo es si causará un efecto en cadena sobre la banca y el sector inmobiliario del gigante asiático, y cuánto ralentizará su crecimiento. Aquí el diagnóstico es mucho más benigno, ya que el Gobierno chino parece decidido a gestionar una "voladura controlada" que limitará los daños colaterales y evitará una crisis sistémica.

El factor determinante en esta crisis es que la inmobiliaria, a pesar de representar apenas el 4% del sector, tiene cerca de un millón y medio de viviendas vendidas en construcción, para las que los compradores han tenido que aportar entradas o avales sustanciales. La máxima prioridad gubernamental es mantener la estabilidad social y económica, y se asegurará de que las promociones sean completadas y entregadas.

Para ello, es probable que tome el control financiero y operativo de la compañía, de modo que los ingresos de la actividad inmobiliaria se destinen a terminar la construcción, y no a las arriesgadas inversiones en otros sectores o al repago de la deuda. Es decir, se evitará un colapso que pueda causar un "efecto dominó" sobre los proveedores (a los que debe casi un billón de yuanes, más de 130.000 millones de euros) y sobre otras compañías del sector.

El Gobierno chino parece decidido a gestionar una 'voladura controlada' que limitará los daños colaterales y evitará una crisis sistémica

Todo esto se hará a costa de los accionistas y bonistas. Los primeros, como es normal, verán volatilizada la mayor parte de su inversión. Lo que tardará semanas o meses en conocerse es cómo se acomete la reestructuración de la deuda.

No es ni mucho menos la primera vez que China afronta un problema de este tipo. Si se sigue la pauta de Kaisa en 2014, Taihoe en 2020 y China Fortune Land este mismo año, la solución podría pasar por posponer el vencimiento de los bonos y préstamos entre tres y ocho años, y reducir los intereses a cerca de la mitad. Esto implicaría un valor presente de los bonos próximo al 30% del nominal, nivel al que ya cotizan los títulos de Evergrande.

Los préstamos ascienden a medio billón de yuanes, menos del 0,3% del volumen de crédito bancario agregado en China. Para ponerlo en contexto, el sistema bancario chino absorbe anualmente entre dos y tres billones de préstamos incobrables, y ha manejado con éxito la refinanciación de los préstamos directos entre empresas (P2P) y las reestructuraciones de Anbang y Baoshang Bank en los últimos tres años.

Por lo tanto, el sector bancario chino puede resistir la tensión sin una merma apreciable de su solvencia ni de su capacidad de seguir financiando a la economía.

Lo que sí evidencia (y acelera) la crisis de Evergrande es la continua ralentización de la actividad inmobiliaria, que ya se inició en 2016. El Gobierno y el banco central llevan años frenando el crédito promotor y poniendo coto a la especulación, impidiendo por ejemplo la compra de segundas viviendas en muchas regiones.

El crecimiento de la construcción y del precio medio de la vivienda se han frenado al 7% interanual, y prevemos que las ventas de viviendas nuevas caigan 5%-10% en 2022 y que las unidades iniciadas lo hagan en un 8%-10%. Esto reduciría la inversión agregada de país en un 2%-3%, y el PIB total en menos de un 1%, que aun así esperamos que crezca más del 5% el próximo año.

Lo que sí evidencia (y acelera) la crisis de Evergrande es la continua ralentización de la actividad inmobiliaria, que ya se inició en 2016

En resumen, los problemas de Evergrande son manejables para los sectores inmobiliario y financiero y para la economía de China y, más allá de la menor demanda de algunas materias primas, no deberían de causar un impacto significativo sobre el resto del mundo.

Para bien y para mal, es otra evidencia de la capacidad gubernamental para modular la actividad económica y crediticia, para regular todo tipo de sectores (como viene sufriendo el tecnológico) y para evitar crisis sistémicas mientras transita hacia un modelo de crecimiento más equilibrado y sostenible, menos dependiente de las exportaciones.

Desde nuestro punto de vista, en cuanto haya algo más de visibilidad sobre cómo se afronta esa “demolición controlada”, se asiente el giro regulatorio de las tecnológicas y el gobierno abra algo el grifo del crédito y del gasto público, volverá a ser el momento de aumentar la exposición a las acciones y bonos corporativos del país que -no lo perdamos de vista- seguirá siendo la gran locomotora de la economía mundial en el próximo lustro.

***Roberto Scholtes es director de estrategia de UBS. 

SEL_Creta_Jardin_cabecera

Espacios más amplios y versátiles con todas las comodidades: así es la vivienda ideal

Anterior
Theranos, el fraude que salpica a todo Silicon Valley

Theranos, el fraude que salpica a las mujeres y a Silicon Valley

Siguiente