El nuevo informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), integrado por los mejores científicos de más de 120 países y que produce una opinión objetiva y científica sobre sus impactos, los riesgos naturales, políticos y económicos y las opciones de respuesta posibles, es, como titula la BBC, un auténtico código rojo para la humanidad. 

Las evidencias se apilan: son ya muy pocos los irresponsables que, entre incendios, inundaciones, huracanes y otros desastres, pretenden seguir negando la evidencia de que estamos ante un planeta desestabilizado y ante una auténtica emergencia climática.

Los que en su momento pretendían que se trataba de alarmismo o de algún tipo de conspiración llevan ya bastante tiempo callados, y como mucho, intentan argumentar, con cada vez menos base, que los desastres son naturales y que han ocurrido siempre, para encontrarse con la obvia respuesta de que en efecto, han ocurrido siempre, pero jamás con tanta frecuencia ni intensidad. 

La superficie del planeta ha incrementado su temperatura media en 1.09ºC entre 2011 y 2020

Todo está más que claro: el clima del planeta se ha desestabilizado debido a la actividad humana, y lo único que podemos hacer ahora es detener de forma inmediata las actividades que generan emisiones, cueste lo que cueste y tenga las consecuencias que tenga.

Lo contrario, pretender que aún tenemos décadas para llevar a cabo algún tipo de transición gradual, es una absoluta irresponsabilidad. La superficie del planeta ha incrementado su temperatura media en 1.09ºC entre 2011 y 2020 frente al nivel que tenía en la década de 1850-1900, algo enormemente alarmante. 

Finalmente, los que parecían no ser capaces de entender la diferencia entre el tiempo que hace en un momento dado y el clima resultante de la consolidación de largas series temporales, parecen empezar a visualizarlo: los últimos cinco años han sido los más cálidos registrados desde 1850, y fenómenos como las olas de calor extremas comienzan a convertirse en habituales.

Si creías que el tema no te afectaba y eras tan egoísta como para no hacer nada porque pensabas que no era tu problema, sino el de las siguientes generaciones, lo tienes complicado: cada vez tienes más probabilidades de que algún fenómeno climático extremo te ponga en peligro a ti, a tus propiedades o tu modo de vida. 

Los océanos se calientan, las corrientes responsables del clima de las distintas regiones se interrumpen y cambian, la nieve en las montañas o los glaciares polares desaparece, y las consecuencias son mucho peores por cada décima de grado que se incrementa la temperatura media.

Por mucho que algunos se nieguen a aceptarlo, estamos en una emergencia: nada de transiciones lentas ni de planes de retirada a varias décadas vista.

Los incendios asolan cada vez más regiones, y generan todavía más dióxido de carbono, en una espiral cada vez más grave. Las tundras y los bosques árticos liberan el metano que retuvieron durante siglos. Los modelos que se estimaron hace décadas o las predicciones que hicieron -y ocultaron- las compañías petroleras no solo están resultando ser ciertas, sino que incluso están quedándose cortas. No, no era alarmismo, como algunos decían: era ciencia. Era la dura realidad. 

La única posibilidad que tenemos, y es una ventana de oportunidad que se está cerrando, es tomar acción inmediata y radical. Por mucho que algunos se nieguen a aceptarlo, estamos en una emergencia: nada de transiciones lentas ni de planes de retirada a varias décadas vista.

Lo que hace uno o dos años parecía osado, como pensar en prohibir la venta de vehículos con motor de explosión en el año 2040 o ir cerrando gradualmente las centrales alimentadas por combustibles fósiles, ahora es ya claramente insuficiente. Los planes de los gobiernos deben reajustarse teniendo en cuenta esa nueva realidad, y los países que no cumplan deben ser aislados y sancionados.

La realidad no acepta cuestiones de justicia, como que los países en vías de desarrollo pretendan quemar ahora los combustibles fósiles que los países ricos quemaron durante décadas: pero que no sea justo no quiere decir que puedan hacerlo, porque si lo hacen, todos estaremos condenados. 

Serán necesarios mecanismos de compensación importantes, esquemas que posibiliten la transición de todos los países a energías limpias, y que lo hagan no en varias décadas, sino en mucho menos tiempo.

Ahora tocan medidas radicales, toca cambiar nuestro estilo de vida insostenible, y además, hacerlo ya, con mucha prisa, sean cuales sean las consecuencias

Ya no es tiempo de mensajes bonitos, de anuncios con niños diciéndonos con sus vocecitas que “no seamos malos”, ni de empresas vendiéndonos que hacen la mitad de la mitad de lo que realmente tendrían que hacer. Simplemente, estamos en el tiempo de descuento: no hay más. 

Si crees que este artículo es alarmista, es que simplemente no has entendido nada. El tiempo para una transición pausada durante varias décadas se acabó. Ahora tocan medidas radicales, toca cambiar nuestro estilo de vida insostenible, y además, hacerlo ya, con mucha prisa, sean cuales sean las consecuencias.

En una emergencia hay que actuar como se actúa en las emergencias. Como muchos llevan ya mucho tiempo diciendo, no tenemos un plan B. Actuemos en consecuencia. Ya.